La galería clandestina bajo El Retiro se despide del vandalismo: «Por la noche da miedo pasar»
El paso subterráneo que conecta la calle Lagasca con la Puerta de Hernani se cerrará por obras y reabrirá en verano
El túnel, repleto de grafitis y refugio de sin techo, acogió exposiciones de arte callejero durante la Movida
Madrid
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Iniciar sesiónLa entrada al túnel que conecta una de las calles más exclusivas de Madrid con la puerta más antigua del pulmón verde de la ciudad está pintarrajeada. Georgeta, una mujer rumana que trabaja en un hotel de cuatro estrellas de la calle Lagasca, cruza ... este pasaje a diario. «Cuando es de noche me da miedo, subo por la escalera del Metro y no por la rampa. A una compañera del trabajo le tiraron del bolso a las 11 de la noche, y luego venden cosas…», dice, dejando caer que hay menudeo de droga. El sol aún no se ha escondido y Georgeta se interna en ese pasillo subterráneo y grafiteado que cerrará en las próximas semanas.
Una arquitecta del Ayuntamiento de Madrid ha rediseñado el paso bajo la calle Alcalá, el único camino recto para llegar a la Puerta de Hernani del parque del Retiro desde Lagasca. Según ha podido saber ABC, el Área de Obras y Equipamientos que dirige Paloma García Romero destinará 395.000 euros a su rehabilitación: luces, acabados y pavimentos renovados. Los trabajos empezarán a lo largo del primer trimestre del año y, este verano, el túnel que fue galería clandestina en la década de los 80 se habrá despedido de los grafitis y la suciedad.
El pasaje de Lagasca salva siete carriles de tráfico, un tramo sin semáforos ni pasos de cebra —los más cercanos están 100 metros más abajo, en la Puerta de Alcalá, y otros tantos más arriba, a la altura de la Casa Árabe—, donde los coches circulan a sus 50 kilómetros por hora. Todo tipo de personas atraviesan los 42 metros de largo del túnel: vecinos, turistas, trabajadores. Hay más de uno confundido que, nada más salir de la boca de Metro de Retiro, pide indicaciones para llegar al otro lado del asfalto, a los árboles más allá de las verjas.
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Sofía vive en Lagasca, 18 desde el pasado noviembre y utiliza el túnel cada fin de semana para ir a correr por El Retiro. «De noche no lo uso, soy latina y no se me ocurre», confiesa. Sin embargo, la atmósfera del pasaje, mal iluminado y repleto de pintadas, le parece «chévere», que «desprende un 'vibe'» especial. «Lo único es que a veces huele mal», añade. Varios turistas opinan lo mismo sobre esas vibras de decadencia urbana y arte callejero. Al atardecer, una pareja se fotografía entre las paredes multicolores y un par de amigas montan una sesión de fotos, con cámara profesional y música incluida.
Entre el arte y la calle
El corredor está repleto de ilustraciones y firmas de colores vivos. Hay un duende naranja de ojos verdes y un retrato casi abstracto en azules y amarillos. Las frases filosóficas, declaraciones de amor y divagaciones varias recuerdan a las de un baño de discoteca, pero con metros y metros de lienzo. «Me gusta mucho el arte popular, los grafitis y las pinturas murales, creo que hay que fomentarlo, pero con criterio», comenta Amparo, una vecina de mediana edad del distrito de Retiro. «Me fastidia el techo -señala unas letras pintarrajeadas-, pero esto me gusta; me encanta El Retiro, soy fan y me muero cuando me lo cierran». Amparo quiere salvar el espíritu callejero del túnel.
El pasaje de Lagasca es uno de los 16 pasos inferiores repartidos por la capital. La mayoría son estructuras antiguas y algunas están en vías de extinción; es el caso de los túneles bajo la A-5, en el distrito de Latina, pasillos lúgubres con fisuras y humedades que se eliminarán en los próximos años, con el soterramiento de la autovía. El que desemboca en El Retiro se construyó a finales de los años 60 y se convirtió durante la Movida en una galería clandestina. La artista madrileña Patricia Gadea la bautizó 'Mary Boom' (un guiño irónico a la neoyorquina 'Mary Boone') y el nombre se pintó en una de las entradas del pasadizo para acoger exposiciones de arte callejero. En el verano de 2018, una treintena de artistas recuperaron el legado de Gadea para montar en el túnel una «acción de guerrilla feminista» por un día.
Después
Antes
Ese mismo año, la asociación Madrid Ciudad y Patrimonio pidió un paso en superficie a través del portal de participación ciudadana del ayuntamiento, Decide Madrid. La idea era pintar un paso de cebra que conectara la Puerta de Hernani del parque, abierta desde el siglo XVII, con la parroquia de San Manuel y San Benito, pero el consistorio la declaró inviable por el flujo de tráfico. «Reformar el túnel siempre está bien, porque está hecho una porquería, pero si se ampliaran las aceras del Retiro, se redujese el tráfico, sí que se podría hacer un paso en superficie», defiende por teléfono Alberto Tellería, portavoz de la asociación, que aboga por recuperar el «conjunto paisajístico» que formaban la puerta y la iglesia hace siglos.
Luces inteligentes
Pero la propuesta municipal descarta nuevos pasos de cebra y murales callejeros. Consiste en renovar el túnel mediante azulejos blancos y siluetas de árboles compuestas de pequeñas letras. Una «recreación conceptual de un bosque impreso», sostienen desde la concejalía de Obras y Equipamientos, que evoque la Feria del Libro que aterriza cada año en El Retiro y la propia naturaleza de los jardines. La rampa de entrada por la calle Lagasca tendrá nuevos pavimentos de granito y la salida al parque será de microaglomerado color tierra. Las luces contarán con una gestión inteligente, es decir, se podrán controlar en remoto para apagar, encender o modular su intensidad a voluntad.
Después
Antes
En el acceso que da a la Puerta de Hernani, las esquinas del pasaje acumulan suciedad. De ahí procede el mal olor. Las verjas se cierran a la vez que El Retiro, a las 10 de la noche en invierno, y ofrecen un callejón escondido a los sin techo. Tras las obras, el ayuntamiento pretende instalar una segunda cancela en la entrada por la calle Lagasca que también se cerrará cada noche, «lo que ayudará a una mejor conservación del pasaje y mejorará la seguridad del espacio», destacan desde la concejalía que dirige Paloma García Romero.
Para unos, la propuesta ideal es desterrar la suciedad salvando la esencia callejera. Algunos prefieren sellarlo, quitar el tráfico y crear un paso al aire libre. Otros se alinean con el plan municipal. «Realmente estaría mejor si le hicieran una reforma. Por aquí pasan muchos turistas», opina Franklin, un joven que vive a 20 minutos a pie del Retiro. El objetivo del Ayuntamiento de Madrid ya está fijado: revertir el paso del tiempo y el vandalismo del túnel, «una situación poco apropiada para el entorno singular al que da acceso». Nada más y nada menos que al Paisaje de la Luz, el icónico eje Prado-Retiro declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en julio de 2021.
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