Fundiciones, los agujeros negros de las joyas robadas en domicilios
Empresas de compraventa de oro ganan millones con material sustraído por bandas organizadas en Madrid
La Policía detecta a antiguos aluniceros que ahora asaltan casas 'a la carta', con ayuda de gente del servicio doméstico
El verano es la época del año, por antonomasia, en que más robos se producen en viviendas. Los traslados a segundas residencias o, directamente, los viajes por vacaciones dejan vacías muchas casas durante semanas o meses. Y ese es el caldo de cultivo para ... los distintos tipos de bandas criminales dedicadas a 'limpiar' domicilios.
Pero una reciente investigación del Grupo XI de Policía Judicial de Madrid ha puesto al descubierto la cara más oculta de este fenómeno: la receptación del oro y la plata que salen de esos asaltos y su traslado a fundiciones donde los receptadores, que en ocasiones son titulares de empresas de compra-venta, se hacen millonarios y vuelven a meter en el circuito de los metales preciosos los botines procedentes de robos. Es, además, una manera muy suculenta de blanqueo de capitales.
En 2022, según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio del Interior, los robos con fuerza en domicilios en la Comunidad de Madrid (datos de Policía Nacional y Guardia Civil) han crecido un 14,5%, en relación con 2021, cuando aún hubo cinco meses de confinamiento; el diferencial con respecto a 2019 (último ejercicio completo sin pandemia) es de -17,7%. Aun así, fueron 9.437 denuncias el año pasado, prácticamente 26 al día.
El jefe del Grupo XI, dedicado a estos menesteres, indica a ABC que es cierto que «varía el perfil del tipo de ladrón en función del distrito o municipio de Madrid donde se cometa» el hecho delictivo. Por un lado están las mafias georgianas, sobre las que la propia Europol viene poniendo el acento en sus informes anuales. «Actúan todo el año, pero hay una mayor incidencia en verano. Eso sí, lo que llevamos de mes de julio está siendo más tranquilo de lo habitual», reseña.
Los georgianos son los más itinerantes: al no ser comunitarios, vienen a España a hacer una 'campaña' durante, por ejemplo, los tres meses de estancia como turistas, y luego se marchan a otro país de la Unión Europea o al suyo propio. Hasta la siguiente. Apenas existen en Madrid bandas de este origen asentadas como tales. Tan pronto hay cuatro o cinco operando que en otro mes son más o menos. Están especializados en la apertura mediante la ausencia de signos de fuerza, como el 'impresioning', 'bumping' y el resbalón. Suelen dejar testigos de plástico transparente, aunque últimamente abundan los hilos de pegamento, entre el marco y la puerta, para comprobar si los moradores están pasando unos días fuera. Además, están especializados en un tipo de cerraduras, las multipunto. Por lo que se recomienda utilizar bombillos especiales contra estas técnicas en las cerraduras de las puertas, aunque sean blindadas.
Si hay que dibujar un mapa sobre los barrios predilectos donde actúan los georgianos, en Madrid capital se decantan por zonas de clase obrera, como Ciudad Lineal, Hortaleza, Carabanchel o Latina, explica el inspector al mando del Grupo XI.
Los italocroatas, de lujo
Los italocroatas sí prefieren los barrios más pudientes, como Salamanca, Chamberí, Chamartín, El Viso o Puerta de Hierro. Son itinerantes pero es cierto que también hay células instaladas en España, como en el Levante. Más sofisticados son los albaneses, que pueden atacar en La Moraleja (Alcobendas) o incluso en alguna mansión de La Finca (Pozuelo de Alarcón), la urbanización más protegida de Europa. Los kosovares tiran más a los asaltos en naves industriales.
«En cuanto a las bandas de españoles, aunque pueden estar integrados en grupos extranjeros, están más ligados al robo especializado; en algunos casos son aluniceros y butroneros que se han pasado a las casas. Suelen trabajar a la carta [por encargo] y utilizan a 'santeros' [chivatos], que les pasan información privilegiada de las rutinas de los moradores; suelen ser gente del servicio doméstico o que ha hecho una reforma en la vivienda», apunta el experto.
El último gran grupo es el de los suramericanos. Los colombianos y venezolanos optan más por la palanqueta y la extracción de bombillos, a diferencia de los del Este de Europa, que procuran no dejar marcas. Realizan seguimientos previos e incluso pueden colocar 'rabos' (balizas) en los coches de sus víctimas para determinar sus movimientos y rutas habituales. Los chilenos destacan en la técnica del escalo para entrar en viviendas. Entre los ladrones latinoamericanos están también los especializados en atracos a empresarios chinos: «Porque estos ciudadanos asiáticos no confían en la Policía, no denuncian, pueden tener bastante dinero en efectivo en sus casas y les gusta el lujo».
Refuerzo policial en verano
La Jefatura Superior de Policía de Madrid intensifica en estos meses estivales la vigilancia, el patrullaje; pero también la prevención, a través, por el ejemplo, de la División de Participación Ciudadana: con charlas con conserjes, porteros y comunidades de vecinos, para que tengan pautas de detección de posibles delitos y avisen al 091 en caso de reconocer algún problema.
El Grupo XI llevó a cabo el pasado 13 de junio siete detenciones (seis varones y una mujer), a las que días después se sumó una octava (de una empleada doméstica de Madrid), de una organización que facturó, solo en un año, cerca de 6 millones de euros de manera fraudulenta. Fuentes del caso explican el 'modus operandi' de la que es una salida de muchas de las joyas, sobre todo oro y plata, que los ladrones de casas obtienen. Es la explicación a la última parte de la ecuación: ¿dónde van a parar estos suculentos botines?
La trama estaba dirigida por dos hermanos españoles, mediante una empresa de compra-venta de joyas situada en Parla. La operación Celeste comenzó en agosto de 2022, cuando en el Grupo XI descubrieron «un desfase en la tienda»: «Establecimos una comparativa, con la actividad lógica de un negocio así y el control de las fundiciones. Esta organización llegó a facturar en un año más de 5 millones de euros, cuando lo normal es que no hubiesen llegado a los 500.000. La mercantil se constituyó en 2016, comenzando con unos 100.000 euros de beneficios, pero desde hace cuatro o cinco años subieron a 4 o 5 millones por ejercicio».
Ese desfase fue la espita, lo que llevó a los agentes a realizar un estudio de las propiedades y cuentas corrientes de los encausados. Habían diversificado el negocio, adquiriendo vehículos de gama media y alta, una manera de blanquear tan pingües beneficios. Empezaron con 15 coches y la operación ha acabado cuando tenían ya 27. Declaraban el dinero, pero no lo podían justificar legalmente.
Adquirían el oro en el mercado negro, el que le ofrecían los ladrones de viviendas en ciudades como Madrid, Sevilla, Dos Hermanas, Mérida y Valencia. La Policía se incautó de 430 gramos de oro inicialmente; pero luego interceptaron una cita en la que se iban a vender 1,2 kilos, escondidos en un carrito de bebé, en una fundición de Seseña (Toledo). El proceso consistía en los robos, primero; luego, los ladrones colocaban los botines a los hermanos receptadores, llevándose una comisión desconocida; estos contactaban con el cabecilla, que tenía la fundación toledana y que luego reenviaba ese material ya en bruto a otros hornos en Madrid y Barcelona, donde se hacía al oro el afinaje. La investigación continúa abierta.
Cajas fuertes emparedadas
La banda tenía las funciones repartidas: uno ayudaba en las labores con la fundición, otro estaba en la tienda y era la mano derecha de uno de los hermanos, otro era responsable de adquirir el oro a terceros... En los registros participaron el Grupo Operativo de Inspecciones Técnicas (GOIT) y los Guías Caninos. Los perros especialistas en búsqueda de dinero encontraron efectivo en dos de las cinco cajas fuertes de una vivienda del clan. Una estaba escondida bajo la forma simulada de un enchufe; y la otra estaba emparedada, literalmente, entre los muros, sin apertura exterior.
El juzgado ha tenido a bien dejar en libertad a todos los detenidos, con medidas cautelares como el 'apud acta' y la retirada de pasaportes. Al final, estos receptadores, al adquirir el oro y no declararlo en los libros de registro que deben pasar a la Policía, «contribuyen también al blanqueo de piezas de origen ilícito, cuyos robos figuran como denunciados».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete