El final bajo la piqueta de la 'pequeña Alhambra' madrileña
HISTORIAS CAPITALES
El palacio, edificado a finales del siglo XIX en el solar donde ahora está el Hotel Villamagna, fue derribado en los años 60 con gran escándalo de la prensa
Los palacios perdidos del Paseo de la Castellana de Madrid
El 'patio de los leones' madrileño, en una foto de 1965, poco antes de su derribo
Que Madrid ha contado en el pasado con una extensa nómina de palacetes de destacable arquitectura es algo sabido, y la desaparición de la mayoría de ellos ha supuesto un desatino y una pérdida imperdonable de patrimonio. Pero al menos sobre el papel y ... con ayuda de la fotografía, es posible recrear la belleza que ofrecieron y devolverlos temporalmente a la vida. Uno de los casos más tristes es el del Palacio de Anglada, o de Larios, que en su tiempo se conocía como 'la pequeña Alhambra madrileña', y terminó sucumbiendo a la piqueta.
Juan de Anglada era un rico empresario que, como era normal en el siglo XIX, también estaba metido en política. Compró un solar en las proximidades de la fuente Castellana,una zona que se estaba convirtiendo en parte del ensanche de Carlos María de Castro. Sobre este terreno, encargó al arquitecto Emilio Rodríguez Ayuso que construyera un palacio, y éste lo diseñó en torno a un patio central inspirado en el de los leones de la Alhambra.
Su fachada era de ladrillo rojizo, y tenía elementos de inspiración egipcia.Y en su interior, imperaban decorados de gran lujo. Se construyó en torno a 1870, pero en los 90, antes incluso de haber terminado de decorarlo y sin haberlo estrenado, el palacio se puso en venta. A la muerte de Anglada, en 1895, el palacio cambia de dueños, y llega finalmente a manos del marqués de Larios.
En el Madrid de la época, su patio inspirado en la Alhambra fue uno de los más admirados por quienes visitaban el edificio, y sorprendía por su estilo y la calidad de su factura.
Pero el paso del tiempo no le hizo bien al palacio de Larios, que se fue deteriorando paulatinamente. En 1966, llevaba 30 años vacío y sin uso, todo un lujo para un inmueble que ocupaba una manzana entera entre las calles Serrano, Ortega y Gasset, paseo de la Castellana y Marqués de Villamagna. Alguien debió pensar que aquello podía tener otras rentabilidades, y llegó la orden de derribo. Pese a las quejas en la prensa -Blanco y Negro titulaba: «La Piqueta, contra el Patio de los Leones»-, el palacio fue demolido.
La mayor parte de los materiales nobles que contenía su interior -escaleras y columnas de mármol de Carrara, azulejos, maderas...- fueron vendidas a pie de obra, entre los curiosos que acudieron al lugar. La prensa denunciaba la pérdida de este patrimonio, para concluir sentenciando: «Está claro que este tipo de construcciones sólo pueden salvarse por su adquisición por el Estado o el municipio, dado que constituyen un lujo de imposible sostenimiento por los particulares».
En el solar que liberó la desaparición del palacio, se levantaron luego otros edificios: ahora lo ocupan el hotel Villamagna, unos grandes almacenes y la Torre Serrano. Pero en su día, allí hubo un patio árabe digno de estar en Granada.
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No era el único: en el paseo del Prado, donde ahora se encuentra el Ministerio de Sanidad, se erigía en su día el Palacio Xifré, construido en 1865 por Rafael Contreras, restaurador de la Alhambra, con unas mamposterías árabes de gran belleza. Cuentan las crónicas que el propietario del inmueble, el banquero José Xifré, se encendía al escuchar a algunos amigos alabarle su gusto por haberse construido «un palacio chino».