Feijóo a Ayuso: «¿De verdad vas a cambiar a todos los consejeros?»

Ayuso y Feijóo hablan de forma habitual y en una de esas conversaciones recientes, la presidenta regional le desveló los planes que tenía para el Gobierno de Madrid en la legislatura autonómica que acaba de empezar. Un mandato en el que, según todas las encuestas menos el CIS de Tezanos, ya no estará Sánchez en La Moncloa y los obstáculos que ha encontrado en los últimos cuatro años en su acción de Gobierno podrían desaparecer de golpe.

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Cuando empezó a diseñar la formación de su nuevo equipo ejecutivo tuvo claro que la renovación era «imprescindible». No porque los consejeros anteriores lo hubieran hecho mal, «ni mucho menos», sino porque está firmemente convencida de que el riesgo es lo que impide acomodarse y confiarse. «Entre el camino fácil y el difícil, siempre elige el difícil», comentan en Sol. Y decidió cambiar íntegramente el Gobierno ante el asombro de todos a su alrededor. El cambio no se quedará solo en el nombre de los consejeros, sino que alcanzará los segundos y terceros niveles.

Hace semanas, Ayuso confesó que estaba haciendo una especie de 'casting'. Observó de cerca a muchos de la cantera del PP, de los segundos niveles de la estructura del Gobierno y profesionales de prestigio y fue anotando los posibles candidatos, la mayoría de su edad, «hijos de la Transición», como explicó en la Asamblea. Tuvo claro que no aumentaría el número de consejerías. Seguirían siendo nueve, con una corrección: se crearía una nueva específica de Digitalización, considerado uno de los grandes retos que tiene la Comunidad de Madrid no ya en el futuro inmediato, sino en el presente.

Meses atrás empezaron a conocerse las 'bajas' que se producirían en su futuro Gobierno: Enrique López fue uno de los primeros, al confirmar su renuncia como militante del PP y su vuelta a la Audiencia Nacional. Uno a uno, los nombres de los consejeros se fueron tachando del futuro organigrama del Gobierno de Ayuso, hasta que solo quedó uno, el de Paloma Martín, que finalmente también 'cayó' cuando Feijóo, a propuesta de Ayuso, la incluyó como candidata al Senado por Madrid en las elecciones del 23 de julio.

Ayuso mantuvo en secreto los nuevos nombres hasta el martes pasado, un día antes de que empezara el debate de su investidura en la Asamblea de Madrid. El jefe de prensa de la presidenta, José Luis Carreras, se puso en contacto con las candidatos para pedirles que estuvieran atentos al móvil. Las llamadas de la presidenta se produjeron entre el martes y el miércoles por la tarde, cuando ya se había celebrado la primera jornada del debate de investidura y todos habían escuchado el discurso de la candidata, de corte netamente liberal.

La elegida como consejera de Sanidad, Fátima Matute, recibió la llamada a las ocho de la tarde del miércoles, y al principio pensó que era una broma. Acabó haciendo un 'zoom' con la presidenta, que le hizo la propuesta cara a cara. La que sería consejera de Familia, Ana Dávila, lo supo también el miércoles por la tarde, apenas unas horas antes de que Ayuso desvelara, el jueves por la mañana, los nombres de todos sus consejeros al terminar el debate de investidura y antes de que los diputados votaran su candidatura.

La presidenta puso a todos con los que hablaba una condición inexcusable: prohibido contarlo a nadie antes de que ella diera la lista completa. Era una «orden estricta»: «Si algún nombre salía antes de tiempo, no sería nombrado», explican fuentes del PP. El resultado fue que no se filtró absolutamente nada.

El jueves, en la segunda jornada del debate de investidura, Ayuso despidió uno a uno a los que habían sido sus consejeros, entre los aplausos de los diputados del PP, y pasó a desvelar el nombre de los nuevos. Hubo sorpresa porque la mayoría eran desconocidos, no estaban en las quinielas y ni siquiera, según comentaron fuentes populares, tenían perfil político. «No conozco prácticamente a ninguno», reconoce la expresidenta Esperanza Aguirre, una de las principales fans de Ayuso, aunque se muestra muy satisfecha por la apuesta que hacía.

En el equipo de Ayuso explican que se ha buscado un Gobierno «de gestión» porque los próximos años van a ser cruciales para Madrid: «Nos enfrentamos a una legislatura de gestión. La región va a tener un millón de habitantes más, va a crecer el empleo, hay que diseñar el nuevo Madrid, construir viviendas, es un reto para la sanidad, la educación... Es necesario ser eficaz y seguir la senda de éxito de esta Comunidad». Sin Sánchez en La Moncloa y con un Gobierno del PP, si se cumplen las encuestas, el Ejecutivo de Ayuso se centrará sobre todo en la gestión, en cumplir su programa electoral, ya sin excusas por la mayoría absoluta que le han dado los madrileños en las urnas.

«No es un Gobierno ideológico», reconocen en el entorno de la presidenta, quien ya se basta por sí sola para poner ese acento cuando haga falta. Niegan, eso sí, que los consejeros no tengan perfil político. El titular de Presidencia, Justicia y Administración Local, Miguel Ángel García, «lo tiene, ha hecho muy buen trabajo como viceconsejero y ha marcado la línea política en muchos aspectos en el último Gobierno».

Algunas críticas se han dirigido también a la «falta de paridad». «Tres mujeres estarán al frente de carteras prioritarias, como son Economía (Rocío Albert), Familia y Asuntos Sociales (Ana Dávila) y Sanidad (Fátima Matute)». Junto a la presidenta, son cuatro mujeres frente a seis hombres.

Mañana, lunes, los consejeros tomarán posesión y tendrán un primer Consejo de Gobierno. Ayuso dejará que vayan a sus despachos y vean lo que les espera: «Vamos a dejar que se sienten, se les caiga el mundo encima y piensen: me cago en la leche. A partir de ahí, a trabajar. No nos han dado la mayoría absoluta para no hacer nada». Está previsto que el 5 de julio, el Consejo de Gobierno apruebe la estructura interna, con más renovación en los niveles inferiores, y anuncie una reducción drástica de la burocracia administrativa.