Las farolas saltan a la calzada para salvar el paso en las aceras estrechas de Madrid

Estas calles del barrio de Piovera, en el distrito de Hortaleza, son angostas, de un solo sentido, y las farolas en medio de las aceras entorpecen el paso de los residentes y dificultan que personas con discapacidad o con movilidad reducida puedan transitar libremente. «Muchas personas tienen dificultades para deambular por las aceras y al final tienen que bajar a la calzada para moverse, con el riesgo que conlleva para ellos mismos y el tráfico», explica a ABC el presidente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) en la Comunidad de Madrid, Óscar Moral.

Para tratar de paliar esa situación, el Área de Obras y Equipamientos está suprimiendo los soportes de alumbrado público que suponen un obstáculo para sustituirlos por otras luminarias, de tipo LED, más eficientes, colocadas fuera del itinerario de los peatones. Las actuaciones del consistorio se están llevando a cabo por toda la ciudad, allí donde se detecta que existen barreras urbanísticas que pueden suponer un problema para los vecinos, especialmente en barrios donde se concentran centros de mayores, de salud, colegios y guarderías y aquellos en los que la anchura de la acera incumple la normativa de accesibilidad.

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Los trabajos que forman parte de este «programa abierto», es decir, progresivo y que puede afectar a los 21 distritos (si fuera necesario), comenzaron en enero y se han instalado ya más de 380 farolas en unas 150 calles. En muchos de los casos, la solución adoptada ha sido el traslado de los nuevos postes de luz a la banda de estacionamiento. «Las actuaciones han sido estudiadas para afectar de manera mínima al entorno», mencionan desde el Área de Obras y Equipamientos.

Los báculos se colocan en una pequeña meseta, de forma trapezoidal o cuadrada, «que no impide el aparcamiento» y «no genera de forma masiva eliminación de plazas», insisten, conscientes de que quitar espacios de estacionamiento es, en algunos vecindarios, un motivo de polémica. «Muchos de los que trabajan en el entorno de Arturo Soria vienen a aparcar aquí porque no hay zona azul ni verde; pero no es dramático», cuenta una vecina del barrio de Piovera.

Las mejoras, además de garantizar la accesibilidad en las aceras donde se está actuando, también suponen una renovación del alumbrado al efectuarse de forma paralela a un nuevo estudio de iluminación. Los nuevos soportes son «más ajustados al entorno urbano», dicen en el consistorio, y de menor altura, «evitando la entrada de luz en las viviendas».

En general, la valoración que hacen vecinos y plataformas es positiva, aunque siempre hay excepciones. Para Ángel, residente de la calle de la Toronga, «hay otras cosas más necesarias, pero se agradece la buena intención del ayuntamiento». En cualquier caso, «eliminar obstáculos y elementos que pueden ser peligrosos siempre es una buena noticia», considera Moral.

En palabras del representante del sector de la discapacidad, las actuaciones que se están realizando en los últimos años «hay que aplaudirlas, pero hay que continuar»: «Esto no acaba aquí», reitera. Moral centra la atención en los carriles bici que están sobre las aceras; «un elemento que ya no se realiza porque está fuera de norma (los existentes se construyeron tiempos atrás), pero que debe eliminarse porque son inseguros», zanja.