La familia de Silvia pedirá que el juez investigue al cirujano y la clínica por homicidio imprudente
La joven murió la madrugada del domingo tras pasar tres meses en coma inducido después de una triple operación de estética
La familia de Silvia, en coma después de una operación estética: «Puede morir en cualquier momento»
Madrid
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Iniciar sesiónLuchó con todas sus fuerzas por volver a abrir los ojos. Lo consiguió, aunque solo fuese durante dos semanas. Intentó comunicarse, saber qué le había pasado en los dos meses y medio en los que estuvo en coma inducido tras someterse a una triple operación ... de cirugía estética. Pero su fortaleza no fue suficiente para ganar la batalla a las graves secuelas de una infección multibacterial que la llevó directamente la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) el 6 de mayo. La vida de Silvia Idalia Serrano, de 34 años, se apagó la madrugada del domingo y su familia pedirá que el juez que investiga al cirujano y al Centro Europeo Médico Estético (CEME), contratado para la intervención, por un presunto delito de lesiones por imprudencia grave lo haga por homicidio imprudente.
«Continuaremos hasta el final con el procedimiento que ya ha abierto la Justicia. Hasta ahora, Silvia Idalia estaba lesionada, pero ha muerto, y la misma causa se seguirá investigando por un delito de homicidio imprudente causado por una negligencia médica«, explica a ABC Francesc Jufresa, abogado de la familia de la joven.
Además, la defensa solicitará que el médico forense adscrito al juzgado de Instrucción número 46, en el que ha recaído el caso, realice una autopsia para determinar con la «máxima exactitud» cuál ha sido la causa del fallecimiento. «Tenemos claro desde el principio que todo esto es consecuencia de la intervención que se le practicó«, añade el penalista. En la causa están imputados el cirujano y otro facultativo que practicaron la triple cirugía de reducción de pecho, liposucción en flancos y abdomen y transferencia a glúteos, además de la clínica CEME como responsable civil.
Tras «el milagro» de que Silvia despertase del coma inducido, los familiares albergaban esperanzas de que saliese adelante. Fue hace tres semanas cuando comenzó a mostrar signos de mejoría y los médicos del Hospital de La Paz le redujeron, poco a poco, la sedación. Además, descartaron que sufriera daños cerebrales. Desde que ingresó directamente en la UCI, el 6 de mayo, tuvieron que someterla a múltiples intervenciones para retirar el tejido necrótico de la zona operada. «El 30% de su cuerpo estaba en carne viva, destrozado. Nunca ha estado fuera de peligro», relatan a este diario sus allegados.
Todas las ilusiones se volvieron a desvanecer en los últimos días. «Su estado se complicó, volvía a estar peor cada día», añaden. Hasta que el sábado por la noche los médicos los llamaron para decirles que no iba a salir adelante. «Para ella han sido tres meses de agonía, a lo que hay que añadir la semana de tortura a la que se enfrentó antes de ingresar en La Paz«, recuerda su familia.
Fue el 29 de abril cuando Silvia entró en el quirófano para someterse a la cirugía. Un día después, recibió el alta, pese a quejarse de fuertes dolores que los médicos calificaron de «normales». Pero Silvia no tardó mucho en saber que algo no iba bien. Los síntomas empeoraron, comenzaron la fiebre, los vómitos... Y los días 4, 5 y 6 de mayo acudió a la clínica para hacerse pruebas, una analítica y un electro que hace saltar las alarmas y por el que termina en La Paz, al detectarle en él disnea y taquicardia.
«No es un accidente»
«No ha sido un accidente. La clínica se desentendió de ella tras operarla, pese a mandar innumerables mensajes de socorro durante el posoperatorio«, remarcan sus familiares. »Si le hubiesen realizado más pruebas podrían haber detectado la infección que se estuvo desarrollando una semana«, critican.
La clínica se excusa en un informe de parte que concluye que Silvia sufrió una complicación infecciosa llamada «fascitis necrotizante». «Las bacterias implicadas no son de adquisición hospitalaria ni transmitidas a partir de personal o el entorno sanitario, sino procedentes de la microbiota (flora) de la paciente», dice el texto, que descarta la mala praxis.
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Pero los familiares no coinciden. «No denunciamos la infección, ni cómo se produjo, sino la dejadez en el posoperatorio. Al más mínimo indicio de sintomatología tendrían que haberle hecho las pruebas necesarias«, subrayan. Silvia ha perdido el combate, pero su familia –y otros 19 pacientes afectados con los que se ha ampliado la denuncia, todavía pendiente de tramitación– luchará para que ninguna persona sufra lo mismo.
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