Exposición 'Los 20 del XX. Un garbeo por Madrid': La capital homenajea a los felices años del cuplé

Una muestra recrea, audiovisualmente, la década de 1920 en la ciudad. Cuando la urbe vivió una primera modernidad y, pese a los claroscuros, se apostó por el ocio

Marlene Dietrich, «la abuela más guapa del mundo», encandiló a Madrid en los 60

Dos visitantes se fijan en los detalles urbanos y humanos de la muestra ISABEL PERMUY

Los años 20, la década prodigiosa para algunos, trajo a Madrid la luz del progreso, de la primera concepción del progreso como lo conocemos. El poblachón, a tirones, sabía que había que darle un aldabonazo al tiempo y ponerse a su par. Y con ... los claroscuros de la época, se hizo. De ese momento, de los felices 20 del siglo pasado, la Comunidad de Madrid propone un viaje a una nostalgia de un tiempo no vivido, pero cuyos resabios están ahí. Intitulada 'Los 20 del XX'. Un garbeo por Madrid', la muestra, que estará hasta el 20 de enero en la antigua Sala de Exposiciones Cristóbal Portillo, nos lleva a aquellos años del pelo a 'lo garçon', de las imágenes ya en plata de las mujeres sin permiso marital y de un Madrid que bullía.

Los fondos, principalmente fotográficos, que fijan un tiempo y una ciudad. Que despertaba. Fondos provenientes de los archivos de Gerardo Contreras, Cristóbal Portillo o la colección 'Madrileños'. En dato, en el dato frío, seis bloques temáticos, 116 fotos y 49 documentos. En realidad, algunas recreaciones sonoras del pálpito 'dorsiano' de los tiempos. Y en ese palpitar, y según la directora del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, María Nieves Sobrino, un fenómeno sociológico: «La gente acomodada al Ensanche, y los pobres al extrarradio». Es una verdad histórica, dolorosa, pero no por ello se evita algo que pondera Sobrino.

En esa época, «todo el mundo tenía una fotografía», y a fe que la exposición es muestrario de rostros y vestidos. Para muestra, una instantánea, 'Comida ofrecida en el Cine Madrid a los más desfavorecidos' en el que hay algo de 'Plácido' de Berlanga, caras de miseria, de suficiencia con los platos aún vacíos esperando la sopa.

Arguye Sobrino que hacerse una foto «era cara», y la gente «ahorraba para tener un retrato» que en todos los niveles era un símbolo de inmortalidad y tronío. Se iba abriendo a tramos la Gran Vía, y ya todo cambió y cambiaría y aún anduviera cambiando. Aunque, a la comisaria, aún le epatan «los rostros de los niños», de esa infancia que en un Madrid que ofrecía huevos escalfados y capones de Bayona, aún veía a los desheredados de Velázquez.

Se abrieron nuevos comercios, se puso se moda la prensa más de masas, la crónica rosa. Llegaron a estar en circulación, y sólo en Madrid, 27 periódicos. Y, como insisten desde la organización, la «moda se transforma». La melena femenina implica, ya, «un cambio de mentalidad». Y si se hablan de los aires, necesariamente hay que tener en cuenta las mujeres pilotos, y también una de las joyas de la corona de la exposición. Una de las primeras vistas aéreas de la capital, del Fondo Gerardo Contreras que en 1927 nos mostraba la urbe desde arriba. Las dos claves, pues, son «ilusión y transformación» aunque, recalcan en la visita, que los «años XX son una revolución silenciosa».

DE UN TIEMPO Y UN PAÍS Escenas de la vida y de los objetos cotidianos de los años XX expuestos en la muestra ISABEL PERMUY

Incluso el boxeo tiene aquí su recuerdo gráfico, con multitudes cada vez más impetuosas. Todo eso y más está en la exposición, aunque también era domingo, y el ocio, el tiempo libre, el 'sport', cobran una importancia fundamental. El hipódromo, sí. Pero también el teatro como escape: Benavente, Muñoz Seca; y también la reina del cuplé, Raquel Meller, y su alter ego, Celia Gámez.

Los domingos a las afueras en la medida de las circunstancias. Los caballeros juegan al polo en la Casa de Campo, y hasta hay competiciones de esquí en Guadarrama. El recinto del Parque de la Parisiana (Sic), ubicado en los actuales terrenos del Faro de Moncloa da idea de esa vida de sol, donde no sería difícil que Francis Scott Fitzgerald encontrara inspiración a la manera más madrileña.

Más allá y más acá, más en Madrid, es la época en la que la Residencia de Estudiantes cobra un papel decisivo en la cultura española; aunque la cultura, en la ciudad, despedirá entre multitudes a la actriz María Guerrero, cuya capilla ardiente se instaló en el Teatro de la Princesa. La muerte también está en la memoria amarga de la ciudad; todavía hay quien recuerda de oídas de sus más mayores lo que supuso el incendio del Teatro Novedades: 80 fallecidos y 183 heridos y otra impresionante manifestación de duelo del pueblo madrileño, cuya instantánea también se exhibe.

En el esfuerzo de comprender una época hay que valorar también los hitos. Como el de la primera mujer que obtuvo el título de piloto, María Bernaldo de Quirós. Pionera en un tiempo de pioneros.

Completan el recorrido ficciones narradas del vivir de la época: con sus sueños, sus costumbres, y ese virus de cambio de tiempo sobre el que, andando los años, llegarían conquistas en todos los aspectos de la sociedad, de la vida. Y conferencias. Para que la época no caiga en el olvido.

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