Una estafa de 7,7 millones de euros a base de sushi, tacos y pokes
La Policía detiene a los responsables de Gadea Group tras engañar presuntamente a decenas de inversores
La ciberestafa más sofisticada de Madrid: una falsa llamada antirrobo para usurpar la clave bancaria personal
Madrid
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Iniciar sesiónUna historia de flashes y éxito, acelerada en el último lustro hasta límites insospechados. La vertiginosa carrera de Gadea Group, un entramado empresarial gallego dedicado al desarrollo de franquicias y a la gestión de pisos turísticos, ha terminado con un guion digno de Hollywood: 'La ... gran estafa americana', pero en versión española, con decenas de afectados y un monto defraudado de 7,7 millones de euros. Hasta ahora, la Policía Nacional ha conseguido detectar a 63 víctimas, pero se estima que la cifra total podría rondar las 800. Por el camino, numerosos negocios operativos, locales abiertos en los enclaves de mayor poder adquisitivo y hasta expansiones internacionales a lejanos lugares como Argentina, México o Dubai. Una burbuja inmensa que ha reventado de la peor manera posible.
Fue a principios de la década anterior, cuando los titulares de Gadea abrieron Sushimore, su primera cadena, especializada en el sector delivery y con locales que se podían poner en marcha con solo dos empleados. Así, seducidos por un negocio a todas luces rentable, los franquiciados entregaban elevadas cantidades de dinero, sin que los beneficios prometidos llegaran nunca a ser reportados. Tras ello, extendieron sus tentáculos a través de nuevas marcas como No Mames Wey, Nigiri, Crudo Bowl o Bar de Fuegos, hasta el punto de que en 2021, en plena depresión hostelera por la pandemia, el grupo ya contaba con una treintena de establecimientos repartidos por todo el territorio nacional.
Con una facturación entonces de 13 millones de euros anuales, el principal impulsor de la compañía dejaba claro en entrevistas su estrategia de crecimiento: «Queremos ser uno de los principales grupos de restauración del país y vamos a trabajar en ello apoyándonos en socios como una de las principales cadenas de distribución». Con un sistema de captación indiscriminado, la bola de nieve siguió su imparable curso, dejando por el camino a los inversores caídos. Hasta que un día los miembros de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) pusieron sus ojos en un taco de denuncias similares.
Una demanda colectiva de más de cien clientes
A mediados de 2024, un centenar de víctimas interpusieron una demanda colectiva contra los titulares de Gadea Group. Hartos de las tropelías sufridas, los afectados se movilizaron para denunciar el doble juego de los ahora detenidos: a los que ya habían invertido en un negocio, les ofrecían excusas peregrinas para justificar el fracaso del mismo; mientras que a los que aún no lo habían hecho, les agasajaban con estas empresas supuestamente de éxito, con las que obtendrían unos intereses muy elevados.
Los investigadores comprobaron que para ganarse la confianza de los perjudicados, la empresa presentaba un modelo de negocio falseado, con métricas manipuladas y proyecciones que poco o nada tenían que ver con la realidad. De hecho, muchos de los proyectos se abandonaban al poco tiempo, decisiones que sus responsables justificaban en supuestos fracasos empresariales. Mientras, las víctimas comenzaban a recibir continuas evasivas o eran recolocadas en otras aperturas.
Avanzadas las pesquisas, los agentes constataron que las aportaciones económicas apenas se destinaban a las inversiones pactadas, por lo que el amplio remanente obtenido quedaba a merced de un constante movimiento de fondos entre más de 40 cuentas bancarias. El objetivo no era otro que tratar de ocultar la presunta actividad fraudulenta y camuflar el capital como gastos personales del principal investigado.
La operación policial se explotó de manera simultánea en La Coruña y Madrid, con seis personas detenidas (tres en cada punto). Durante los registros en tres pisos de la ciudad gallega, los efectivos de la UDEF incautaron documentación relevante para la trama, varios teléfonos móviles, un ordenador portátil y un coche. Además, se quedaron bloqueada doce cuentas bancarias y un inmueble con un valor de 60.000 euros.
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