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La estafa del bikini en las barras modernas

BAJO CIELO

De calentar la leche en cazo hemos pasado a la capsulita del café, porque en ese abandono del bar de abajo está todo en lo que nos hemos convertido: un usar y tirar, algo instantáneo

Villaverde, la cercanía de lo lejano

Una mujer desayuna en un local del barrio de Chueca ISABEL PERMUY
A.J. Ussía

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El olor a plancha, las servilletas de papel transparente por la grasa, los palillos, las bolitas no encestadas en las papeleras bajo la barra; ese plato blanco pequeño, darle un toque al camarero para que pusiera cubiertos, el ruido de la máquina tragaperras, el serrín ... de la puerta, los cristales nublados de vaho…; todo esto no es mi magdalena de Proust. Fue el salón de nuestra casa, el bar de abajo, mañana te lo pago, gracias Paco. Uno se gastaba 250 pesetas y se zampaba un mixto y un café.

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