Las emisiones de dióxido de nitrógeno en Madrid caen a sus niveles más bajos desde 2010
El punto más conflictivo de la ciudad, Plaza Elíptica, reduce un 36% los niveles de contaminación y se mantiene por debajo de los límites europeos
La contaminación de la ciudad, a examen
Uno de los carteles que advierten de las zonas de bajas emisiones de Madrid
«Madrid, por fin, respira». José Luis Martínez-Almeida pronunció esta frase en enero de este año. Era la primera vez que la capital no rebasaba, por los pelos, los umbrales de dióxido de nitrógeno fijados por la Unión Europea. Unos límites que se ... habían incumplido desde que empezaron los registros. Después de ese 2022 salvado, la ciudad se prepara para el balance de 2023 con optimismo. Según el valor medio hasta el mes de octubre, el punto negro de la contaminación madrileña, el que superaba las líneas rojas, Plaza Elíptica, marca 35 microgramos por metro cúbico (μg/m3), por debajo de los 40 μg/m3 que fija Bruselas y de los 39,77 μg/m3 del año pasado.
Plaza Elíptica es solo un ejemplo. El valor medio anual de dióxido de nitrógeno ha caído en las 24 estaciones de medición repartidas por la urbe en los últimos cuatro años, desde que Almeida tomara el bastón de mando en Cibeles e implantara su estrategia medioambiental, bautizada como Madrid 360. Son las cifras más bajas desde 2010, cuando el entonces alcalde Alberto Ruiz Gallardón creó la Comisión de Calidad del Aire, dos años después de que se aprobara la Directiva 2008/50/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008, relativa a la calidad del aire ambiente y a una atmósfera más limpia en Europa.
Este órgano colegiado se reúne todos los años y, este viernes, el concejal de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, ha repasado la evolución de la calidad del aire durante 2022 y 2023. La conclusión es que, «previsiblemente», Madrid cumplirá con los parámetros europeos por segundo año consecutivo y con «mejores registros» que el anterior. El edil también ha destacado que la ciudad se sitúa a la cabeza de otras grandes capitales como París, Berlín, Roma y Londres -aunque ya no se rija por las normas comunitarias-, que sí superaron los niveles permitidos en 2022.
La contaminación se ha abordado desde el consistorio a lo largo de la última década (con mayor o menor éxito) y, aun así, la capital ha infringido desde 2010 y hasta 2021 los valores máximos de dióxido de nitrógeno, con . Este viernes, sin embargo, Carabante ha informado de la «relación directa» entre los nuevos resultados y las políticas implantadas por el Ayuntamiento de Madrid desde 2019, como las tres zonas de bajas emisiones que libran el centro -el mismo perímetro que el Madrid Central de Manuela Carmena-, Plaza Elíptica y, progresivamente, todo el municipio madrileño de los coches sin etiqueta medioambiental (denominados A, los más contaminantes).
La comparativa entre 2019 y 2023 es un buen punto de partida. En el periodo comprendido entre el 1 de enero y el 31 de octubre, los valores medios de dióxido de nitrógeno han bajado en cada una de las 24 estaciones. Los registros de la más problemática, Plaza Elíptica, se reducen un 36%, pasando de los 55 μg/m3 de 2019 hasta los 35 μg/m3 actuales. Escuelas Aguirre, otra de las estaciones que solía acumular los peores datos, caen un 41%, desde los 53 μg/m3 a los 31 μg/m3. La tercera en la lista es Plaza de España que, aunque sube cuatro puntos respecto a 2022 (de 23 a 27 μg/m3), disminuye un 34% respecto a 2019, cuando marcó 41 μg/m3.
Vista desde Madrid, con el cielo despejado, desde Casa de Campo
El resto de estaciones presentan variaciones menores, según los datos proporcionados por el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, si bien se mantienen lejos del baremo europeo de los 40 μg/m3. En cualquier caso, la batalla contra la polución continúa. En octubre de 2022, la Comisión Europea propuso revisar la directiva para recortar los niveles establecidos en 2008, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El valor límite anual de dióxido de nitrógeno se limitaría a la mitad, de 40 μg/m3 a 20 μg/m3. Y apenas cuatro estaciones permanecen por debajo de ese número.
Hasta que se rebajen los límites, Madrid cumple. La mayoría de las políticas aplicadas por Almeida atajan la contaminación del tráfico rodado, con ese calendario de restricciones progresivas que se completa en 2025, cuando ningún vehículo A (los diésel matriculados antes del 2006 y gasolina matriculados antes del 2001) pueda circular por la ciudad. Estos vehículos están en la diana porque emiten 1,6 veces más gases que los de clasificación ambiental B; 7,2 veces más que los C y 47 veces más que los que poseen clasificación ambiental ECO.
Por ahora, la M-30 y el interior del anillo están vetados; las cámaras están activadas y el periodo de preaviso concedido por el Ayuntamiento de Madrid finaliza el 14 de enero. Desde la implantación de esta gran zona de bajas emisiones, la entrada de los turismos A más allá de la M-30 ha caído un 63,11%, entre junio de 2019 y septiembre de 2023, de 544.033 accesos a los 200.686 actuales, según datos municipales.
En la Comisión de Calidad del Aire de este viernes, el concejal Carabante ha enumerado otras medidas puestas en marcha en los últimos años. Hay partidas de subvenciones desde 2020, como los 55 millones de euros en ayudas para la renovación de vehículos o los 33 millones para cambiar las calderas antiguas. O la «descarbonización completa», en 2022, de la flota de autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), que ha eliminado todos los vehículos diésel.
Ver comentarios