La ejecución a tiros de Jesús, el feriante de Alcalá de Henares, a manos de un experto con silenciador

En torno a las 8.30 horas, Gabriel, el dueño del bar Moya –cuyas paredes estuvieron manchadas buena parte de la mañana de la sangre de Jesús– se encontraba trabajando como cualquier mañana en su local. «Escuché unos ruidos, pero pensaba que no era nada», relataba a este periódico mientras servía, con las manos temblorosa y unas gafas de sol para ocultar que aún continuaba asustado. Un vecino fue el que le avisó de que había alguien tirado al lado de su bar. «Fui a despertarle, pensaba que era un borracho. Luego me di cuenta de que estaba igual de duro que esta barra», declaró.

Fue él mismo quien llamó 091 para avisar de que había un cadáver en la calle de los Hueros. «No pude reconocerle, estaba demasiado impresionado. Mientras hablaba con los servicios de emergencias, vi los casquillos de las balas y ahí me di cuenta de que estaba muerto», señala.

Hasta el lugar se personaron los agentes del Grupo de Delitos Violentos (DEVI) de la Policía Científica y del Grupo V de Homicidios, quienes se han hecho cargo de la investigación. También acudieron sanitarios del Summa 112 que, sin manipular el cuerpo, tan solo pudieron confirmar el óbito.

A las 11.30 horas, en la zona no se escuchaba más que el vaivén policial y el llanto de la familia viendo cómo la comisión judicial ordenaba el levantamiento del cadáver de la víctima a pocos metros de su domicilio y que ha sido trasladado al Instituto de Medicina Legal de Valdebebas para practicarle la autopsia. En el mismo bloque de la calle de los Hueros residían en distintas viviendas varios de ellos. La víctima pertenece a una familia de feriantes de Alcalá de Henares a la que los vecinos del barrio de El Chorrillo, en el centro de este municipio madrileño, califican como «tranquilos». «Nunca han dado ningún problema. Además, este barrio es humilde pero jamás habíamos tenido un problema así», apunta una residente de la zona, que prefiere mantenerse en el anonimato.

Jesús falleció de manera inmediata tras recibir tres disparos en puntos vitales con una pistola con silenciador, según ha podido saber ABC. Uno de ellos había impactado en su cabeza y otros dos en el cuello y tórax. Al parecer, la víctima había llegado en furgoneta hasta el lugar, quedando la misma aparcada en la zona. Entonces, cuando se dirigía a su portal, el autor del crimen, que llegó en otro vehículo, se encontró con él y le descerrajó seis disparos. El pistolero habría huido del lugar en el coche, que le esperaba en la avenida de Daganzo. El uso de un silenciador no es una práctica común, por lo que el autor podría ser un experto que perseguía a la víctima en un ajuste de cuentas o una venganza.

La investigación continúa abierta y el Grupo V de Homicidios trabaja en esclarecer los hechos y en encontrar a los responsables. La zona está llena de cámaras de seguridad y de tráfico. Al cierre de esta edición, no había detenidos y se investiga si había recibido algún tipo de amenazas.

El crimen cometido ayer en Alcalá de Henares se trata del primer homicidio del año en la región. El pasado 30 de diciembre, en el madrileño distrito de Usera, se produjo el último. Diana, una mujer de 29 años murió a manos de su expareja, con la que residía a pesar de que tenía una orden de alejamiento de su maltratador.

El año pasado la región dejó tras de sí 22 asesinatos, el número más bajo de la serie histórica y 80 menos que hace dos décadas en la Comunidad de Madrid. En 2023 fueron 33 los asesinatos y en 2022 la cifra alcanzó las 45 muertes. La Policía Nacional esclareció 13 de los 15 homicidios con 18 detenciones. Entre ellas se encuentra el mediático asesinato ya resuelto de Borja Villacís, hermano menor de la exvicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís. En la Guardia Civil, por su parte, el balance es de siete asesinatos, contando con las cuatro muertes cometidas por Dilawar Hussain Fazal, autor hace un año del triple crimen de los hermanos de Morata de Tajuña y de su compañero de celda en la cárcel de Estremera.