Drones para controlar las alcantarillas del Canal de Isabel II

El dron se introduce por las galerías y es capaz de revisar la instalación, dar parte de cualquier necesidad de mantenimiento o detectar deficiencias a su paso. La idea llevaba tiempo rondando los despachos de la empresa pública Canal de Isabel II. Se buscaba una vía para aplicar las nuevas tecnologías, de manera que se eviten o minimicen los riesgos laborales que asumían quienes debían recorrerlas en busca de desperfectos.

Ahí surgió la idea de estos drones autoguiados, que van escaneando el estado de los colectores visitables y de otras galerías subterráneas poco accesibles. Con una doble ventaja: evitan que tenga que hacerlo el personal operario, con los riesgos que conlleva, y además envían la información sobre el estado de las redes grabando incluso las imágenes en alta resolución, de manera que luego se analicen en busca de defectos.

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Ya se utilizaban robots, de tamaño reducido y manejados por control remoto desde la superficie, para aquellos colectores más pequeños, donde no cabe un ser humano. Pero además de estos, hay otros 2.500 kilómetros de conducciones que sí tienen las dimensiones suficientes para que los recorran los operarios. Se les llama 'colectores visitables', pero sólo el paso de entrar en ellos y darse de bruces con esa vaharada de aire caliente y húmedo ya resulta desagradable. A esto se suman los otros riesgos que corren los que hasta ahora los recorren: pueden resbalar porque el suelo y las paredes se cubren de una masa viscosa indeterminada; pueden tener accesos complicados, pueden acumular gases nocivos; y no tienen luz, más allá de la que lleven los propios trabajadores. Por todo ello, la de los drones autoguiados se vio pronto como una opción muy conveniente para todos.

La iniciativa no ha estado exenta de obstáculos. El primero de ellos fue que en el mercado no existían equipos que se adaptaran a las condiciones que exigía este cometido. Entonces, Canal de Isabel II recurrió a un procedimiento de Compra Pública Precomercial, para dar con la tecnología que se adecuara a sus necesidades. Eso fue hace cinco años; desde entonces, sus expertos han examinado varias propuestas y prototipos, y han ido desarrollando el dron definitivo: un equipo «autónomo, autopilotado, robusto y estable que proporciona imágenes de alta calidad del alcantarillado, y que desde la empresa pública continúan mejorando en cuanto a autonomía, fiabilidad y prestaciones», explican sus responsables.

Funciona así: en primer lugar, se le programa la ruta a seguir. Una vez realizado esto, el dron está preparado para realizar el vuelo de forma autónoma. No obstante, está preparado para esquivar cualquier obstáculo que se encuentren en su camino. Durante su recorrido, va grabando imágenes en alta resolución, que luego en la oficina se analizan, en busca de defectos, desperfectos u obstrucciones de la red. Repitiendo esa inspección meses después, se pueden medir fisuras o cambios que se hayan producido con una precisión milimétrica.

Las imágenes captadas se analizan además con programas basados en inteligencia artificial, de manera que se aportan resultados automatizados, objetivos y fiables. Si el dron toma imágenes con la calidad suficiente y se desplaza a velocidad constante, la IA puede generar un informe fiable sobre el estado de las conducciones, e incluso indica qué correcciones son necesarias en cada tramo de la red.

Este informe se ratifica también después con la revisión de los recursos audiovisuales filmados por el dron. Que además de recoger imágenes estándar, también puede hacer una nube de puntos del recorrido, con lo que ahorra tiempo, optimiza costes, estandariza el análisis de los desperfectos y elimina riesgos al personal.

Los drones tienen una autonomía de 30 minutos, y pueden recorrer hasta 1,5 kilómetros de distancia en un solo vuelo, pero lo normal es que se ciñan a trayectos más cortos, como de la mitad de esta distancia. Si en algún momento se produce alguna complicación o algún fallo en los túneles de saneamiento, hay un sistema de seguridad en el equipo que permite recuperarlo fácilmente.

Las posibilidades de esta tecnología son muchas y variadas. De hecho, indican en Canal de Isabel II que además de estas inspecciones en la red de saneamiento, también se puede utilizar -y, de hecho, se está haciendo ya- para revisar el estado de otras infraestructuras de abastecimiento, como canalizaciones que salen de las presas o galerías de servicio de la red de abastecimiento. Con iguales resultados: más precisión, más rapidez a la hora de detectar fallos, y más seguridad y salud para los trabajadores.