El otro Dos de Mayo: goyescas, atletas y trifulcas
Se escuchó el abucheo al ministro Bolaños con un rugir, intenso, que ni el Bernabéu cuando las escapadas de Paco Gento
El Gobierno denuncia que la Comunidad de Madrid ha impedido subir a Bolaños a la tribuna de los actos del Dos de Mayo
MADRID
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Iniciar sesiónLa tranquilidad antes de que dieran las doce no hacía presagiar las trifulcas urbanas, las de siempre. En la calle Mayor, dos jubilados, Ramírez, de Priego, y Ángel, cántabro, hablaban al periodista sobre el 'affaire Bolaños'. «Eso de autoinvitarse un ministro está muy mal, ... en otras autonomías no lo hacen, no».
Un coche de la Policía Nacional se calaba en la calle de San Cristóbal, donde el Museo del Jamón. Esto acontecía, claro, mientras Ramírez y Ángel seguían hablando de sus cuitas, del ministro, sin perder de vista la «hora del menú». Demasiada tranquilidad, pero ya no por la hora, sino por el lugar.
Teresa, de Segovia, estaba por ver «a los soldaditos», mientras, cuando en la parada militar se entonaba el chotis de Agustín Lara, con ecos marciales, cuando unas goyescas eran recibidas con gritos de «guapas», en el cogollo de Sol empezaba la zapatiesta. Entonces se escuchó el abucheo al ministro Bolaños con un rugir, intenso, que ni el Bernabéu cuando las escapadas de Paco Gento. Y eso que no llegó a subir a la tribuna. Todo a la vez en un caos de dos o cinco Españas que a Machado le helaría el corazón.
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Sin reivindicaciones claras, aferrada a su silbato, Rosa echaba mano de pulmones, llamaba a Ayuso «payasa» y, a preguntas de este periódico, se denominaba «podemista (sic), española, de todo soy». Lo iba diciendo con un baile y un ritmo difícil de seguir con el calor. La policía, con tranquilidad, le explicaba que alterar un acto institucional no «está bien, señora». Pero Rosa se amarraba a las vallas de la carpa de la televisión autonómica anexa a la grada de la parada militar. Poco tardó en discutir con el primer ciudadano de al lado, a la sazón David Álvarez Sánchez, con su libro 'El gran cambio que surgió en mi vida', cubierta oriental y a 14 euros que aprovechaba la coyuntura para 'hablar de su libro'. «Cada uno puede opinar sin faltar el respeto», añadía con unas gafas anacrónicas.
Dos minutos después, en la estatua de la Mariblanca y como de improviso, surgió una treintena de manifestantes en defensa de la Sanidad Pública. Camisetas reivindicativas al viento, gritaban de «este a oeste, cueste lo que cueste», o «Sanidad pública». Los agentes del Cuerpo Nacional los condujeron prestos hacia la calle del Arenal. Una vez separados, el mando, llamando por el nombre de pila a los funcionarios, los retrasaba a Sol, a los mentados funcionarios, para otros cometidos.
El atleta
Allí, en Arenal, coincidieron sin coincidir con la Plataforma de Afectados por la línea 7B. Antonio, que como en la canción de Aute 'pasaba por allí', se unió a la doble o triple protesta. «Esto hay que cambiarlo». A Rosa, con su silbato amarillo, los afectados del 7B le daban literalmente su espalda. Con el chaleco correspondiente, el alcalde de San Fernando de Henares, Javier Corpa, iba congregando a su pueblo. «Estamos esperando para defender los derechos de los madrileños y esperando que llegue el chico del reto (por Fernando Cáliz)». Anótese el reto de dar la vuelta en zapatillas a la Comunidad de Madrid en defensa de los agraviados por las obras del metro en la localidad. «En ocho etapas», apuntaba su hija.
El padre del primer edil, Vicente, explicaba, moreno, que aún no han llegado las grietas a su vivienda (ha dado la dirección pero hay proteger la intimidad), y que quien mejor sabe el asunto es su «hijo». Andaban repartidos, hasta el momento, entre Sol y la Iglesia de San Ginés, meta del atleta. «Hay gente en Sol, además están pasando por el kiosko de Vox», se iba escuchando. Alejandra Jacinto, por su parte, atendía a los medios con el rostro adusto.
Presencia sindical
Como el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que soltaba a quien le preguntase su filipíca sobre «fondos buitres» y «cómo el gobierno liberal 'obvía' este problema». Daban las 16.40 cuando «el Kílian Jornet de 'SanFer'» entraba en Arenal a toda mecha hacia Sol. Como un héroe.
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En el pasaje de San Ginés, un matrimonio, él más que ella, increpaba a la prensa: «Manipuladores, a ver si esto lo contáis». Fernando besó a su hija y en Sol siguieron silbando a una Ayuso ya ausente.
Atletismo, paradas militares, un sindicalista anexo y un ministro que no fue invitado. Un festivo completo. Para recordar, quizá, que un Dos de Mayo Madrid le plantó cara a los franceses. Aunque 'napoleones', lo que se dice 'napoleones', se vieron pocos.
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