El día que Andy Warhol descubrió Madrid y se convirtió en padrino de la 'Movida'
Historias capitales
El artista vivió 9 días en la capital con motivo de su primera exposición, rodeado de aristócratas, políticos y miembros de la jet set
Warhol: las memorias fotográficas del icono pop
Rueda de prensa de Andy Warhol el 17 de enero de 1983, en Madrid
En el gélido enero de 1983, Madrid recibió por primera y única vez a un artista excepcional que era para muchos aquí un desconocido: Andy Warhol llegó, vio y dejó alucinados a todos. Además de presentar su exposición, acudió a decenas de fiestas donde ... las marquesas se mezclaban con los políticos, los toreros y las artistas. Visitó Chinchón y Toledo, hizo poner su nombre en un cartel taurino de los que venden para los turistas en el centro de Madrid, y dio una rueda de prensa esperpéntica y una entrevista al único personaje que despertaba su interés: Pitita Ridruejo.
De hecho, recogen las crónicas de aquel momento que Warhol llegó a Madrid con referencias sobre la española -esposa del diplomático Mike Stilianopoulos-, de la que le había hablado Pat Kennedy. La entrevista se produjo en un gran hotel madrileño, en una habitación que Pitita se encontró patas arriba, en una puesta en escena con la que el artista quiso desconcertarla. Pero no lo consiguió: ella, toda dignidad, terminó haciéndole la 'interviu' sentada en el suelo.
La excusa de la visita fue la exposición que organizó sobre su obra el galerista Fernando Vijande. La muestra se llamaba «Pistolas, cuchillos y cruces», y fue un éxito de público: en su inauguración, fueron muchos los que se abalanzaban sobre él para que el artista les firmara un autógrafo, recogía ABC.
Durante la semana larga que pasó en la capital, no dejó de acudir a cenas, fiestas y saraos de todo tipo, donde las celebrities del momento se pegaban por coincidir con él. Se encontró con Alaska, con Carlos Berlanga, con Almodóvar, con Ana Obregón, con Ágatha Ruiz de la Prada, con Isabel Preysler, con Luis Escobar… Tanto dio de sí la visita que hasta se filmó años después un documental, 'Estrellas de Warhol', dirigido por Rubén Salazar y en el que se entrevistaba a muchos de los que coincidieron allí con él. Como Alberto Schommer, que consiguió una cita con él para fotografiarle. Le convenció para que se envolviera en una bandera norteamericana y rematara con un pincel una de sus franjas rojas.
También lo recordaba Carlos Martorell, relaciones públicas que le promocionó en España, y que tenía claro que la presencia de Warhol «ponía los sitios de moda». Coincidieron en una fiesta en casa del empresario Manuel March, donde acudió la 'creme de la creme' madrileña. Parece ser que ofreció a algunas grandes fortunas españolas que el artista les retratara, a lo que entonces rehusaron, «y ahora se tiran de los pelos».
Warhol, mirando uno de los dos relojes que llevaba en la muñeca
Warhol acostumbraba a llevar varios relojes en la muñeca simultáneamente. Durante su estancia en Madrid, visitó el centro de la capital, y según las crónicas se interesó por las tiendas de imaginería religiosa y no se resistió a probarse una típica capa en Seseña.
En la sección de Arte de ABC se escribió sobre aquella primera exposición de Warhol en España; se hablaba en la crítica de la «sensación escalofriante de irrealidad y de belleza artificial» en sus dibujos de cuchillos, pistolas y cruces: «Lo que amenaza y mata es lo que obsesiona a este 'dandy' de la indiferencia, silencioso, que nunca dice nada o sólo cosas obvias». Vestido de modo informal y masticando chicle con fruición, cautivó a todos los presentes, aunque el cronista apuntaba que «quizá sea Warhol más interesante para el sociólogo que para el mundo del arte».
La periodista Carmen Fuentes firmaba en las páginas de ABC lo ocurrido en la rueda de prensa que dio el artista en Madrid. Tan hilarante como surrealista a ratos. «Hay mucha gente aquí, ¿por qué? ¿Han venido ustedes pagados o son espontáneos?», les interrogaba Warhol a los informadores. Su arte, definió, «no es nada más que un trabajo. Tengo que trabajar todos los días y para ello me levanto a las siete de la mañana». Hasta tuvo que escuchar alguna pregunta claramente indiscreta: «¿Es verdad que tiene plástico inyectado en la cara?». Su respuesta fue un prodigio de naturalidad: «Sí, lo tengo, pero se me está cayendo poco a poco».
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También demostró una enorme lucidez: ante la pregunta de «qué piensa del movimiento feminista cuando una mujer le ha metido seis balazos en el cuerpo?», en referencia a cuando fue disparado por Valerie Solanas en 1968, Warhol fue nítido: «Que me gusta. Lo que pasa es que la mujer que me disparó estaba loca». No obstante, el personaje le ganaba el pulso a la persona, y exhibía a cada paso esa pose extravagante. «¿Qué es lo primero que hace a| levantarse? —Pis».