Detenido un joven tras rociar a dos joyeros con pimienta para robarles

El individuo acude al comercio Ángel Joyero, ubicado en el número 109 de la citada calle, alrededor de las siete de la tarde. Cruza el pequeño hall hasta alcanzar el mostrador del fondo, donde el dueño y un trabajador atienden en ese momento a la posible clientela. Una vez dentro, el supuesto interesado comienza su particular función: con el objetivo de no levantar sospechas, pregunta por varios artículos antes de sacar un espray que lleva escondido y accionarlo sobre el rostro de sus dos interlocutores.

Tras ello, coge un expositor y sale de inmediato a la calle. Pero lejos de quedarse parado, el propietario logra darle alcance en la entrada, desatándose un forcejeo. Fuentes policiales confirmaron a este periódico que la primera llamada al 091 se produjo a las 7.15 horas, cuando un transeúnte alerta al observar una pelea en la vía pública. A su llegada, los agentes se encuentran a un hombre que está reteniendo a otro, por lo que recogen el testimonio de los implicados para lograr entender el por qué de la tensa situación.

Hasta el lugar también se desplaza una unidad de soporte vital básico de Samur-Protección Civil, que atiende a los afectados de los efectos del agente químico del aerosol y al autor del frustrado asalto por contusiones menores, sin que ninguno de ellos precise de traslado hospitalario. Finalmente, la Policía Nacional engrilleta al delincuente y lo traslada a sus dependencias acusado de un delito de robo con violencia.

Por extraño que parezca, este método es uno de los más utilizados por los amigos de los ajeno en este tipo de locales. En agosto, la Guardia Civil detuvo a un vecino de la localidad de Carballo (Galicia) después de que se registraran varios robos en joyerías de Ordes, Santa Comba y Santiago de Compostela. La operación, que fue bautizada con el nombre de 'Aerosol', se saldó con el arresto de este varón, 'interesado' en comprar piezas de alto valor para que los propios dependientes las sacaran con llave de las vitrinas y expositores. De esta forma, conseguía tener el botín a su alcance para acto seguida atacar a los trabajadores con un espray de defensa personal y huir sin ser interceptado.

Más preparados y provistos de numerosas armas actúan los grupos especializados. Prueba de ello es el último atraco de envergadura acaecido en Madrid. A finales de agosto, cuatro encapuchados irrumpieron en el centro comercial La Gavia y sembraron el caos en apenas seis minutos. Los delincuentes se dirigieron a la joyería Roselin, frente a la línea de cajas del hipermercado Carrefour, y amenazaron a trabajadores y clientes con mazas y una pistola posiblemente simulada.

La banda empleó también un extintor para impedir cualquier acercamiento imprevisto y dificultar la visión de los vigilantes de seguridad y el resto de testigos. Mientras tres de ellos accedieron al comercio para romper con las mazas los expositores, el cuarto permaneció en la puerta pistola en mano a fin de cumplir un doble cometido: ordenar a los allí presentes que se tiraran al suelo y dirigir desde fuera el golpe para escapar con el suficiente margen antes de la llegada de la Policía. Un quinto miembro esperó con el vehículo en marcha a la entrada de la superficie.

Los investigadores han visionado las grabaciones del recinto y tratado de recoger posibles restos de ADN, un extremo que el polvo químico seco que desprende el extintor complica sobremanera. Precisamente, el uso de estos rociadores contra incendios abre a los agentes la posibilidad de que detrás del robo pueda estar una banda reincidente en actuar en centros comerciales.