El Ayuntamiento derriba 12 nuevas chabolas en el Gallinero
El Ayuntamiento derriba doce chabolas recién levantadas en el poblado marginal de El Gallinero. Teme que crezca el asentamiento
Las grúas municipales le dieron ayer otro buen mordisco al «skyline» del poblado chabolista de El Gallinero. Se llevaron por delante 12 de las construcciones que constituyen el caserío de uno de los asentamientos marginales más miserables del extrarradio madrileño, ubicado en las proximidades de ... la Cañada Real y a orillas de la A-3 (Carretara de Valencia).
Lo hicieron a eso de las dos de la tarde. La fulminante actuación municipal obedece a una procupación: la de evitar que crezca sin control un poblado que es un foco de insalubridad, menores sin escolarizar y delincuencia. Las infraviviendas que cayeron ayer bajo las fauces de las excavadoras habían sido levantadas en las últimas semanas. Ángela, una de las mujeres que se cobijaban bajo ellas, reconoció que la suya la había levantado su marido recientemente.
Fuentes de la Gerencia de Urbanismo explicaron a ABC que la decisión de los derribos se tomó tras recibir un informe de la Policía Municipal que alertaba de la proliferación en los últimos tiempos de nuevas chabolas en un poblado que supone un verdadero quebradero de cabeza para las autoridades públicas. Aunque los datos fluctúan, se estima que viven en este núcleo chabolista 90 familias y alrededor de 200 menores, muchos de ellos sin escolarizar o con un alto grado de absentismo.
La práctica totalidad de los residentes en este poblado son rumanos indocumentados, matrimonios jóvenes con muchos hijos, que corretean descalzos por las montañas de cobre y residuos que se amontonan por doquier. Muchos de ellos mostraban ayer ser buenos conocedores de la política municipal al respecto. «Solo tiran las chabolas nuevas, las viejas no», comentaba una joven madre mientras amamantaba a uno de sus mugrientos retoños.
Además de nuevas, según el Ayuntamiento, las chabolas derribadas ayer estaban desocupadas. Por ello, no fue necesaria ninguna autorización judicial. Bastó con un oficio administrativo. Por ejemplo, Ángela Iorda contaba a los reporteros que llegaron al lugar al poco de acabar la demolición que sí que había gente viviendo en los chamizos derruidos: ella, su marido y sus seis hijos sin ir más lejos. Ángela relataba en su pobre castellano cómo había vivido el desalojo: «No me han dejado ni coger las medias ni nada. Me han dicho que los niños y yo teníamos que salir y han empezado a tirar mi casa».
El testimonio de esta mujer, que afirma que en las chabolas sí que vivía gente lo corroboraron buenos conocedores del terreno, como Ángel Castilblanque, voluntario de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada, que habitualmente atiende las necesidades de la población de El Gallinero. Castilblanque aseguró que «el Ayuntamiento dirá lo que quiera, pero nosotros estamos viendo aquí, sobre el terreno, que sí que hay personas afectadas. Aún no sabemos cuántas, pero estamos tratando de averiguarlo. Lo que es seguro es que sí, que ahí vivía gente». Castilblanque aseguró haber hablado con al menos un hombre, padre de cuatro hijos, que decía ser uno de quienes se cobijaban en estas infraviviendas.
Ver comentarios