Dentro de los cantones de limpieza de Madrid: «Son solo vestuarios y párking. Moverse es un riesgo extra»
ABC recorre varias instalaciones municipales de limpieza viaria junto a sus trabajadores, quienes reivindican su utilidad frente al señalamiento de la oposición y el rechazo vecinal en Montecarmelo y Hortaleza
Vecinos de Montecarmelo, en pie de guerra por el cantón: «Seguiremos luchando contra esta amenaza para la vida del barrio»
Los cantones de limpieza existen desde principios del siglo XX, pero hoy el mero anuncio de la construcción de un equipamiento de este tipo en el barrio pone en alerta a los vecinos. Los trabajadores que se encargan de retirar la suciedad de las calles ... no entienden este estigma que pesa sobre unas infraestructuras que son simplemente «vestuarios y aparcamientos», destaca Sherezade Talavera, responsable de limpieza viaria del sindicato UGT.
Aunque también ha habido quejas en Hortaleza, el caso del cantón de Montecarmelo, enarbolado por la oposición –de hecho hoy se presentan en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid dos propuestas para reubicarlo, una de Vox y otra conjunta del PSOE y Más Madrid, defendida por las líderes de ambos partidos, Reyes Maroto y Rita Maestre–, les duele especialmente: «La primera excusa fueron los colegios que están cerca, cuando hay otros, como el de Isla de Arosa, cerca de dos centros y ningún niño ha suspendido por eso. Después fueron los brigadistas, pero los sondeos no encontraron restos. Y ahora nos dicen que no respetamos a los muertos, que está al lado del cementerio», expone Talavera desde el cantón de la calle de Josefa Díaz (Puente de Vallecas), situado enfrente de unos bloques de pisos.
Esta instalación, cuentan, es uno de los 116 cantones que había en la ciudad hasta la entrada en vigor de los nuevos contratos de limpieza, en noviembre de 2021. Estos pliegos, explican fuentes del consistorio, establecen la necesidad de construir 16 nuevos, de los que doce están ya terminados o en marcha. «Antes de que acabe el contrato (de seis años de duración) llegaremos a los 160. Había esa necesidad de levantar nuevos y también rehabilitar algunos de los que ya teníamos. No me extraña que no se hubiera acometido antes, visto el trabajo y las críticas que genera, pero para nosotros era fundamental; lo necesitábamos por el aumento de los medios y personal de este acuerdo», señala Olivia Lombraña, subdirectora general de Limpieza y Equipamientos.
Con un presupuesto total de 282 millones de euros solo para la limpieza de calles, incluye un 40% más de barrenderos (5.200 trabajadores frente a los 3.400 que había anteriormente) y un aumento del 16% de maquinaria (927 vehículos de todo tipo, cuando antes había 800). «Teníamos algunas bases de maquinaria que estaban incluso a 6 kilómetros de su zona, y eso no es eficiente», apunta Lombraña. «Además, no es lo mismo estar circulando que trabajando, los desplazamientos al final son para nosotros un riesgo extra; estar lejos no es efectivo». A pie, los barrenderos deben estar como máximo a dos kilómetros de la zona en la que comienzan a prestar servicio.
A mediodía, en la base de Josefa Díaz no hay mucho trasiego, pues la mayoría de los equipos están en la calle. Solo hay algunas barredoras y camiones aparcados. Aquí, cuentan los trabajadores, nunca han tenido problemas con los vecinos –«cuando hay que quitar nieve prefieren que estemos cerca», admiten- y llevan trabajando puerta con puerta desde los años setenta. Ellos se encargan de todo lo que implica mantener limpia la vía pública: vacían papeleras, barren las aceras, recogem los restos de basura que se quedan abandonados junto a los contenedores e incluso atienden las llamadas puntuales de los vecinos: «Separamos por bandejas el cartón o papel, por otro lado los muebles, y por otro el resto».
Por eso, también les sorprende que en algunas pancartas contra los cantones usen «hasta símbolos nucleares», cuando ni siquiera hace falta declaración de impacto ambiental para abrirlos. «La basura se recoge mañana y tarde y apenas pasa unas cuatro o cinco horas en el cantón», apunta Talavera. De hecho, en la base cercana de José Paulete hay rodillos que compactan los residuos callejeros más grandes para llevarlos directamente a Valdemingómez.
Distribución y tipos
Estos dos son cantones de tamaño mediano, pero también hay bases de maquinaria más grandes (con más de 5.000 metros cuadrados), como la de la calle Sinfonía, en Carabanchel, de reciente construcción. Aquí, cuenta Lombraña, también hubo reticencias por parte de los vecinos: «La gente no se fía y cree que les vamos a montar un vertedero, pero cuando están en marcha no suele haber quejas».
Esta instalación sí tiene capacidad para más de una veintena de vehículos e incluso cuenta con depósitos de salmuera para el tratamiento invernal de las calles, otro de esos trabajos «invisibles pero necesarios» que realizan estos operarios municipales, quienes también colaboran en el desbroce (mayo a septiembre) y la recogida de la hoja y semillas (noviembre a febrero). Asimismo, en las oficinas de los cantones gestionan los 250.000 avisos que recibe al año el equipo de incidencias 24 horas. Durante la campaña de ayuda a los damnificados por la DANA, las donaciones se recogieron también en 21 de estos centros, uno por distrito.
Aunque los cantones citados están en barrios del sur, en realidad están repartidos por toda la ciudad. La distribución de los nuevos, explica Lombraña, depende de las parcelas disponibles, pues solo se pueden levantar en parcelas de uso dotacional público. «Nos gustaría tener más en la almendra central pero no tenemos tantos espacios disponibles», apunta la subdirectora de limpieza. «La gente es igual de guarra en Carabanchel que en Salamanca. Nos critican porque dicen que en este último distrito no hay cantones, pero el de Jorge Juan, por ejemplo, es de los más antiguos», destaca la portavoz de los trabajadores.
En un edificio protegido
Este es, junto con el de Santa Engracia y la Plaza de la Cebada, uno de los más antiguos. De hecho, en este último aún se puede ver una placa que recuerda a los barrenderos que murieron en la Guerra Civil. De esta base auxiliar solo salen los equipos de barrido manual que cubren parte del centro, desde la Puerta del Sol hasta la Puerta de Toledo. Los operarios acumulan la basura en bolsas y envían una señal geolocalizada al camión de peinado encargado de recogerlas. Así, en este edificio solo hay carros manuales, la mayoría eléctricos.
Este almacén, recién reformado para incluir nuevos vestuarios (también femeninos) y más oficinas, está además ubicado en un edificio protegido. «Los estudiantes de arquitectura se asoman de vez en cuando a mirar la estructura de la cubierta y sus remaches», cuentan los trabajadores. Una joya escondida entre lo cotidiano.
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