La decana de Políticas, próxima a Pablo Iglesias, agita la campaña contra Israel en la Complutense

Es más, el estallido de las revueltas en América y países de Europa como Francia han coincidido prácticamente con el largo puente festivo del Dos de Mayo: ha sido una semana casi no lectiva y con muchísimos jóvenes de vuelta en sus lugares de origen.

Sin embargo, ha sido desde la propia facultad de Sociología y Ciencias Políticas donde sus responsables han dado un paso adelante en su posicionamiento en contra de Israel. El 26 de abril, la junta de gobierno, encabezada por la decana, Esther del Campo, aprobó una campaña de boicot contra el país judío: ha solicitado formalmente a la Universidad Complutense que suspenda la cuenta corriente que tiene con el banco Santander.

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J. P. QuiñonerO (París)

En un comunicado, explican que esta entidad, a su juicio, «financia la industria fósil y la industria armamentística implicada en el genocidio sobre Gaza», señalando también en el documento a empresas con intereses españoles como Airbus, Repsol o Boeing.

Esther del Campo fue el año pasado candidata oficialista al Rectorado de la UCM por parte de Unidas Podemos. No en vano, esta catedrática fue profesora de Pablo Iglesias, con el que mantiene un estrecho vínculo, aunque finalmente su proyecto no recibió el apoyo suficiente en los comicios universitarios. En la primera vuelta salía favorito el actual rector, Joaquín Goyache, con un 25,28% de los votos frente al 18,15% de Esther del Campo. Ella misma calificó al fundador y exvicepresidente del Gobierno de «hijo pródigo» cuando volvió a la docencia. Finalmente, a finales de marzo de 2023, Goyache se impuso por un 54,98% de los votos a la decana de Políticas, que arañó el 44,64% de los sufragios. Una facultad, situada en el campus de Somosaguas, que históricamente ha sido muy combativa desde la izquierda más radical y en cuyo seno nació lo que hoy es Unidas Podemos.

Los colectivos estudiantiles sí que han venido utilizando las redes sociales para dar eco a las convocatorias que sí que se hacen fuera del ámbito universitario, como las manifestaciones propalestinas de cada domingo por Vallecas y el centro de Madrid. Comenzaron con cierta fuerza pero, pocas semanas después del conflicto bélico, fueron perdiendo fuelle y poder de seguimiento.

En el círculo propiamente docente sí que se han desarrollado charlas y actividades artísticas, como bailes y proyecciones de películas, pero en casi todo momento desde un punto de vista a favor de los palestinos; de modo que quienes quisieran buscar un enfoque político distinto debían recurrir a universidades privadas.

Hoy por hoy, las protestas, prácticamente residuales, las capitaliza el llamado Movimiento Antirrepresivo de Madrid (MAR ), un colectivo de la izquierda más radical que ha apoyado causas como la de Pablo Hasel o incluso la puesta en libertad de asesinos etarras, informan fuentes policiales. Esto no significa que en los próximos días o semanas la espita no se prenda.

La declaración aprobada por la junta de gobierno de Sociología y Políticas reclama a Joaquín Goyache «que traslade formalmente al Banco Santander la petición de que detenga la financiación de la destructiva industria fósil y al actual genocidio que Israel está cometiendo sobre la población civil de Gaza». «En caso de negativa, cancelaríamos la cuenta bancaria de la UCM», insisten. Insisten, en su lugar, adscribirse a un nuevo banco que «carezca de vínculos» con la industria militar y que «se haya adherido a la campaña que solicita un tratado de no proliferación de las emisiones fósiles surgido en la última COP 28». También alienta a que otras facultades de la Complutense sigan sus pasos.

En las instalaciones de la Facultad de Filosofía, en Ciudad Universitaria, activistas de Contracorriente –grupo que se define como «anticapitalista, antipatriarcal y revolucionario»– desplegaron una lona en la que se podía leer «la UCM y el Gobierno. ¡Cómplices del genocidio en Palestina!». En Somosaguas, sin embargo, «desde la partida del núcleo duro de varias asociaciones, no se ha conseguido relevo generacional que siga sus pautas», explica a ABC un trabajador de Políticas. Asegura que «hay más problemas entre estos mismos grupos que reivindicaciones hacia afuera» y que ahora cualquier protesta la realizan a modo de «fiesta».

Un ejemplo es la verbena organizada el pasado martes para recaudar fondos después de que estudiantes fueran sancionados con más de 20.000 euros por una concentración en la facultad de la Filología, cuando la embajadora de Israel se encontraba dando una charla por el aniversario de los Acuerdos de Oslo.

Mientras que los universitarios parecen ajenos a lo que está ocurriendo, los docentes comienzan a movilizarse. La Universidad de Valencia ya ha tomado la delantera, pues decenas de alumnos han procedido a acampar en Filosofía. Esta acción, según consideran varios profesores, podría resultar en un «efecto contagio que movilizara al resto del alumnado». Existe un grupo de profesores en cuyos planes está «endurecer el tono» y animar a la movilización para pedir el alto el fuego en Gaza. Buscan dar un paso más y dejar «clara» su posición ante el asunto, tal y como explica a este periódico Eva Aladro, profesora de la UCM y una de las organizadoras de esta red de profesores.

«Vemos que existe unanimidad en la comunidad universitaria. Está cuajando bastante la idea de actuar conjuntamente todas las universidades de Madrid. Pensamos coordinarnos y seguir la línea de otros países», explica. De esta manera, serán los profesores los que animen a los estudiantes a movilizarse, según determina Aladro. Y que lo que ha comenzado en Valencia y Barcelona tenga su reflejo en la capital de España.

La docente insiste en que «no habrá escraches» y que «no se mirará esta acción desde una perspectiva violenta». La de acampar, como lo organizado en Valencia, es una opción viable para ellos: «En España está más aceptado después del 15-M».