Crisis en Barajas: un vigilante nocturno para escoltar a los últimos trabajadores de la T4
La aerolínea Latam, que opera el vuelo más tardío de todo Barajas, amplía su seguridad pasada la medianoche
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La creciente problemática en el aeropuerto de Barajas, con el aumento descontrolado de personas sin hogar que cada noche acuden a dormir a sus diferentes terminales, ha puesto en guardia a diversas aerolíneas. A las primeras quejas de Fly Emirates por la ocupación de ... la zona sur de la planta 2, la más próxima a sus mostradores; y de Boliviana Aviación, por el mismo hecho pero en el flanco norte, se une ahora la reciente medida adoptada por Latam Airlines de colocar a un vigilante de seguridad en su espacio de facturación a partir de la medianoche. Se da la circunstancia de que esta compañía chilena es la que opera el vuelo más tardío de toda la base, con salidas a la 1.45 horas y destino a Lima.
Según ha podido saber ABC, la función de este guardia privado sería la de dar tranquilidad a los empleados que deben cerrar el mostrador de equipaje, en torno a las 00.30 horas, antes de alcanzar su oficina. Precisamente, la ubicación de esta última, en la planta 1 de la T4, donde duerme desde hace días el grueso de los sintecho, ha elevado sobremanera el temor de los empleados. Por ello, la misión del vigilante también es la de recorrer junto a los miembros de Latam el camino que separa un punto del otro.
Así, la decisión de Aena de reubicar a decenas de personas en esa planta intermedia, cuyo único tránsito es el que llega desde el parking o acude deliberadamente a las citadas oficinas (un enclave restringido al que solo se puede acceder con tarjeta de identificación), ha disparado la tensión en un enclave hasta hace nada olvidado. Tal es la situación, que los agentes de la Policía Nacional están desplegándose por el pasillo al caer la noche para evitar cualquier incidente. «La gente tiene miedo, sobre todo a esas horas, algunos son agresivos, no es la primera vez que vienen y te escupen», exponen algunos asalariados.
Sospechan, además, que las trabas puestas por el gestor aeroportuario para hacer menos llevadera la estancia de los sintecho está provocando un efecto rebote. «La semana pasada precintaron los bancos y después los quitaron, por lo que ya solo pueden estar en el suelo», sostienen, convencidos de que el malestar cada vez es más grande también entre ellos. Un extremo que confirman los propios aludidos, aunque no por el final de los asientos metálicos. «Te piden el tique y si no lo tienes no te dejan pasar, así que tenemos que entrar al descuido como si fuéramos delincuentes. ¿Se creen que estamos aquí por gusto?», remarca una mujer, asentada en el enclave desde el pasado mes de febrero.
En la planta 2 (salidas), los carteles en las puertas indican que el paso a la terminal cumplida la medianoche no será tarea sencilla. «Este acceso permanecerá cerrado entre las 00.00 y las 05.00 horas. Por favor, utilice el acceso abierto 24 h situado en la puerta número 8», reza uno de ellos, en español y en inglés. El problema, no obstante, es que la mayoría de ellos llegan antes de establecerse ese filtro, lo que en la práctica reduce la eficacia de la medida prácticamente al mínimo. A la mañana siguiente, el campamento se levanta y la mayoría abandona la base, no sin antes recoger casi toda la basura que generan.
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