Las claves del caso del bebé muerto junto a unos contenedores de basura en el barrio de Barajas

Al fin y al cabo, estaba en una bolsa de supermercado, de tela de rafia, y a su vez metido en una bolsa de deportes. Si estaba vivo cuando fue abandonado, la muerte podría haberle llegado por la falta de aire al estar ahí atrapado.

El niño, según los mismos informan tes, habría venido al mundo alrededor de diez días antes del hallazgo; pero si se tiene en cuenta que tenía aún el cordón umbilical este tiempo podría ser mucho menor. Lo que sí sospecha la Policía Nacional es que el alumbramiento no se produjo en ningún hospital, sino en un domicilio particular. Se están peinando los centros sanitarios de Madrid y alrededores para confirmar que no ha pasado por allí ninguna mujer con signos de haber parido recientemente y que ninguna de las nuevas madres es a la que se busca.

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El informe de la necropsia estará en unos diez días o al menos eso es lo que desde el Instituto de Medicina Forense de Madrid se ha trasladado al Grupo V de Homicidios. Será ahí donde quede clara la etiología homicida o no de la muerte, más allá de que haya sido en circunstancias violentas.

Aunque, eso sí, el análisis ocular del cuerpecito no reveló signos de esto último, aunque sí el mencionado color amoratado que presentaba en general. Lo que no parece es que fuera sometido a una paliza ni nada por el estilo. En cuanto al sexo, es un varón (detalle que no se había aclarado los primeros días) y su etnia no está clara, por lo que no se puede determinar si es de origen extranjero.

Las hipótesis son varias, explican los investigadores, que detallan: mientras que el forense redacta su dictamen, lo fundamental es encontrar a los padres del bebé. Para ello, se está trabajando sobre todo con lo que puedan arrojar las cámaras de vigilancia del entorno. Apuntan a bares, tiendas y bancos, como suele ser habitual, en una zona, la conocida como pueblo de Barajas, que es bastante transitada. Juega a su favor la horquilla horaria en la que presuntamente abandonaron al menor: entre las 10.30 y las 13.30 de esa misma mañana del domingo.

Un varón del barrio fue el que lo encontró y avisó a una vecina, que alertó a la Policía Nacional y a los servicios de emergencias. El bebé estaba vestido y tenía ropa en una bolsa, a su lado. Estos elementos son de vital análisis, por si hay huellas dactilares o restos de ADN que coincidan con alguien que esté en la base de datos y poder poner nombres y apellidos a los padres del infortunado.

Los agentes sospechan que no pueden vivir muy lejos de allí, puesto que resulta complicado trasladarse con un bebé, vivo o muerto, encima sin levantar algún tipo de recuerdo en alguien que se cruzara con ellos. «De más de 2 o 3 kilómetros de distancia no podemos hablar», refieren, sin perder de vista que, si hubiesen tenido vehículo propio, lo mejor para los progenitores habría sido deshacerse del cuerpo en un pozo alejado de miradas indiscretas. Todo eso es lo que dicta la lógica, pero no siempre lo más fácil es lo que ocurre.

En cuanto a la pista de la bolsa de rafia, la Policía Nacional no confía tanto en esa pista más allá que en las posibles huellas. Intentar identificar a alguien por el número de serie o código de la bolsa en una cadena de supermercados se les muestra inútil: «¿Quién no tiene una bolsa de esas en su casa y a saber desde cuándo?», ironizan los investigadores que, eso sí, se muestran convencidos de esclarecer este caso.