La Ciudad de la Justicia madrileña arranca en verano al cuarto intento y unirá hasta 378 órganos judiciales

No obstante, como dice el refrán, las cosas de palacio van despacio, y aunque se dijo que en diciembre pasado se mostraría la maqueta del proyecto y en mayo de este se iniciarían las obras, hay un pequeño retraso acumulado al que el consejero de Presidencia y Justicia, Miguel Ángel García Martín, restaba importancia ayer: no altera al cronograma previsto, que supone tener terminados a finales de 2026 los edificios del Tribunal Superior de Justicia de Madrid ,la Audiencia Provincial y los 105 juzgados de primera instancia, y en el año 2027 los correspondientes a todas las jurisdicciones, menos la penal, que estará al terminar 2028.

Como gesto simbólico de primera piedra, ayer se presentó en sociedad la macromaqueta de la operación, de más de 16 metros cuadrados. El proyecto responde al diseño de dos grandes equipos de arquitectura: el de Carlos Lamela (con OHLA-Azvi-Rover) y el estudio Fenwick Iribarre Architects (Con Acciona-Dragados). La idea es ejecutar construcciones sencillas y funcionales; la Ciudad de la Justicia tendrá un único edificio singular, un hito en forma de cubo que albergará el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. A ambos lados de este, se situarán dos edificios para la Audiencia Provincial.

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El resto de órganos judiciales, hasta los 378 que hay en Madrid, se instalarán en cuatro edificios de estructura rectangular asentados sobre una base cuadrada. La plaza que inicia el proyecto, junto al intercambiador, será del tamaño de la Puerta del Sol, y todo el complejo ocupará un espacio equivalente a 65 campos de fútbol, explicó el consejero Miguel Ángel García Martín. El espacio contará también con cafeterías, guarderías y zonas verdes, y tiene ya en marcha un intercambiador de transportes que se construyó e inauguró antes incluso de que llegara a él la ampliación de la línea 11 del Metro.

La historia de la Ciudad de la Justicia ha sido, hasta ahora, un relato de frustraciones. Diferentes gobiernos regionales llevan acariciando la idea de crear una Ciudad de la Justicia desde hace muchos años: concretamente, desde 2005, con Esperanza Aguirre como presidenta. Pero su intento de reunir a los arquitectos más prestigiosos del mundo como autores de cada uno de los edificios del Campus resultaba carísima, y la crisis económica de 2008 se la llevó por delante.

Lo retomó en 2014 el presidente Ignacio González, pero con un cambio del modo de gestión: llegó a adjudicarlo, pero su sucesora, Cristina Cifuentes, anuló la adjudicación tras conocer los demoledores informes de la Cámara de Cuentas sobre el asunto, y llevó a la Fiscalía General de Estado una denuncia por posibles irregularidades.

Isabel Díaz Ayuso volvió a la carga, proponiendo una concesión a una empresa que se encargara de construir, explotar y mantener estas instalaciones durante 40 años a cambio de un canon millonario. Convocó el concurso pero quedó desierto; rebajó algunas condiciones para ajustarlo más a los intereses de las empresas pero aún así, volvió a quedar desierto. Así que optó por un cambio de modelo, volviendo al tradicional en el que los empresarios se hacen cargo de la ejecución del proyecto, que paga la Administración pública. Así se llegó al actual concurso, de proyecto y construcción de la Ciudad de la Justicia, que está a punto de iniciar sus obras.

Además de la ventaja evidente de concentrar en una misma zona todas las sedes relacionadas con órganos judiciales, otra ventaja de construir esta Ciudad de la Justicia va a ser el ahorro que le va a suponer al Gobierno regional en alquileres, que dejarán de pagarse al trasladar las instalaciones a los nuevos edificios. Calcula la presidenta Díaz Ayuso que serán unos 50 millones de euros de ahorro anuales.

De la iniciativa de Aguirre sólo se llegó a levantar un edificio, que ahora es el Instituto de Medicina Legal, y es popularmente conocido como 'el donut'. Un hito arquitectónico firmado por Alejandro Zaera Polo, que además tiene en su subsuelo un kilómetro de túneles transitables por vehículos que le unen con la parcela donde se levantará la Ciudad de la Justicia. De hecho, mantener y utilizar estos túneles era uno de los elementos principales que se recogían en el pliego de condiciones del concurso para levantar este macroproyecto.

Veinte años después del proyecto que comenzó Aguirre, es otra jefa del Ejecutivo autonómico, Isabel Díaz Ayuso, la que va a ver el arranque de las obras de esta iniciativa, que concentrará en una única parcela los cientos de sedes y organismos judiciales que ahora se reparten por Madrid. Los traslados de funcionarios a las nuevas instalaciones se producirían en el límite de la legislatura o al iniciar la siguiente.

La adjudicación de los lotes 1 y 2, los primeros que se pondrán en marcha, le correspondió a varias uniones temporales de empresas: el primero, para OHLA-Azvi-Rover, por 161 millones de euros; y el segundo para Dragados-Acciona, por 378 millones de euros, ambos antes de impuestos. El lote 1 incluye la construcción del aparcamiento público y los edificios del Tribunal Superior de Justicia y las audiencias provinciales. El lote 2, la construcción de la jurisdicción civil, penal y la Fiscalía. Al concurso se presentaron 13 grandes empresas, agrupadas en cinco UTE (unión temporal de empresas), prácticamente todas las 'grandes' del sector. No en vano, este proyecto, de 653 millones de euros, es uno de los más importantes que tiene entre manos la Comunidad de Madrid y posiblemente será «de las obras públicas de mayor envergadura en España», aseguran en el Gobierno regional.

Se prevé la inversión de más de 650 millones de euros en el periodo 2024-2028. Está previsto construir 236.000 metros cuadrados sobre rasante y 198.000 bajo rasante, en un solar con una superficie de 132.000 metros cuadrados, lo que supone un aumento del 61 por ciento de superficie respecto a la suma de toda el área destinada a estos organismos en estos momentos. Además, se crearán zonas de reserva de espacio, que sean capaces de absorber el crecimiento de la planta judicial durante los próximos 40 años.

Más de 30.000 personas acudirán cada día a estas instalaciones, por trabajo o para resolver asuntos legales. En el intercambiador, cuenta con Cercanías y con autobuses, y en un futuro, para cuando terminen los trabajos de la Ciudad de la Justicia y comiencen a llegar funcionarios y ciudadanos, también habrá llegado allí el Metro, por la ampliación de la línea 11 de Metro.

Como no podía ser de otro modo, se ha pensado en las necesidades de aparcamiento tanto de quienes acudan a los edificios a trabajar como de los ciudadanos que deban ir a resolver asuntos con la justicia. Por ello, habrá varios aparcamientos subterráneos, de la capacidad de los que ahora hay en las terminales del aeropuerto T2 y T3. La enorme maqueta de esta obra estará expuesta en la Casa de Postas hasta el 16 de mayo, y luego podrá verse también en el intercambiador de Valdebebas, de manera que todo el que tenga interés pueda hacerse una idea de cómo va a ser este nuevo equipamiento. Además, es posible 'verla' a través de unas gafas de realidad virtual, que permiten al usuario vivir la experiencia de pasear por las futuras salas de los edificios de la Ciudad de la Justicia. Antes incluso de que se haya puesto un solo ladrillo.

El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Celso Rodríguez, y la Fiscal Superior de la Comunidad de Madrid, Almudena Lastra, recibieron ayer sendas réplicas de la maqueta, a escala reducida, como recuerdo del arranque simbólico de esta gran infraestructura, «uno de los proyectos de la legislatura» según la presidenta Isabel Díaz Ayuso, que además será «el complejo judicial más grande del mundo».

La jefa del Ejecutivo argumentó las razones por las que se están desarrollando en el Madrid actual proyectos de estas dimensiones: en unos años, dijo, la región estará habitada por más de 8 millones de personas, y por eso «la nueva Ciudad de la Salud, la Ciudad de la Justicia, la ampliación del Metro, las 40 nuevas residencias de mayores, las reformas de la red de abastecimiento del Canal de Isabel II y otras». La idea, explicó, es estar preparados para ese Madrid del futuro.