Desaparecidos tras la DANA en Madrid
Cinco días de búsqueda y un triste final: los cuerpos de Manuel y José estaban a 200 metros en un área ya rastreada
Ambos cadáveres han permanecido en la playa del Alberche, a bastantes kilómetros de donde desaparecieron
La bajada del nivel del agua permitió dar con el anciano con alzhéimer de 83 años y el padre de la familia atrapada
El río Perales se los tragó, a cada uno a kilómetros de distancia, y el río Alberche los ha devuelto, sin vida, a apenas 200 metros el uno del otro. Son Manuel López Rey, vecino de Alcorcón de 47 años, y José Manuel Aguado, de ... 83 y con principio de alzhéimer. Las dos víctimas mortales de la tremenda DANA que asoló el pasado fin de semana buena parte de la Comunidad de Madrid, sobre todo el sureste.
Ayer, en torno al mediodía, un equipo del GEAS (submarinistas) de la Guardia Civil y otro especializado en rescate en montaña los encontraron. Muertos desde hacía casi cinco días. Y en una zona que había sido rastreada previamente por tierra, agua y aire. «El gran problema es que en esa área, los primeros días, había muchísima maleza y lodo. Ahora, al bajar el cauce de la riada y del río, los cuerpos de ambos se encontraban semisumergidos, en el mismo cauce», explicaban ayer fuentes de la investigación a este periódico.
José Manuel Aguado residía con su mujer en una casa de una sola planta en la urbanización Jirfa, de Villamanta, a unos 10 kilómetros de donde ha sido hallado muerto. El domingo, con la enorme crecida del Arroyo Grande, la vivienda se les anegó. No paraba de entrar agua y el matrimonio de octogenarios se asustó muchísimo. Por eso, decidieron salir a resguardarse. Pero ya fuera, se los llevaba el caudal, así que se agarraron a las rejas de una ventana de su propia casa.
Un vecino fue el primero en intentar ayudarlos, pero no lo consiguió. Entonces, los Bomberos de la Comunidad de Madrid, en un camión, lograron acercarse lo suficiente para, después a pie, conseguir rescatar a la mujer de José Manuel, conocido en el pueblo como José el Banquero, por su antigua profesión. La llevaron hasta la vivienda, de dos plantas, de unos vecinos, donde el agua ya no les ahogaría. En ese momento, la anciana, preguntó a los salvadores: «¿Y mi marido? Estaba aquí junto a mí».
Pero lo que había ocurrido era que la crecida se había llevado un muro de la casa y, con él, al pobre hombre. Su cuerpo fue arrastrado por el Arroyo Grande, hacia el norte, hasta bordear la vecina localidad de Aldea del Fresno, donde ese cauce se une con el río Perales. Más abajo, luego, pasando ya al brazo del río Alberche, en la margen derecha de éste, se quedó su cadáver semienterrado, entre el lodazal. Es la zona que se conoce como la playa del Alberche, un remanso entre ese río y el Perales. Su cuerpo fue el primero que los agentes hallaron ayer.
Poco después, a apenas 400 metros, se toparon con el de Manuel López Rey. El domingo se encontraba en su segunda residencia, en Aldea del Fresno, con su esposa, Mónica Navarro; su hija, Silvia, de 14 años, y el pequeño Izan, de 10. Al llegar la alerta por el temporal a sus teléfonos móviles, decidieron adelantar su regreso a Alcorcón.
Se llevó 80 metros de puente
Cuando cruzaban por el puente de la M-507, carretera por la que salieron de Aldea del Fresno, la riada les pilló de una manera devastadora. Fue antes de que la infraestructura se viniera abajo. La cantidad de agua era tal, que rebasó los 6 metros de altura de la pasarela para vehículos y su Mercedes gris cayó al río. De hecho, la crecida se llevó 80 metros de largo del puente de la M-507, que luego se derrumbó.
El coche cayó a plomo. Los niños consiguieron escapar por el maletero, de manera milagrosa. Silvia fue por su propio pie hasta un puesto de los bomberos, donde la calentaron con mantas y la secaron. Su madre fue rescatada del cauce y la historia de Izan ya es por todos conocida: se agarró a un árbol y pasó así ocho horas, aguantando como un héroe, hasta que un agente forestal lo vio y avisó al guarda de la finca donde se encontraba. Lo sacaron de allí, muy asustado, tras haber permanecido un tiempo incluso durmiendo sobre una rama.
Su padre corrió peor suerte. El Arroyo Grande lo llevó también al río Perales y, de ahí, al Alberche, en cuya playa llevaba cinco días sin vida. A 5 kilómetros de donde había desaparecido. Las esperanzas de Mónica, que plasmaba en una carta publicada por este periódico el pasado jueves, de encontrar a su marido con vida se desvanecían en su totalidad.
Desde el domingo, los servicios de emergencias se desplegaban en torno a dos puestos: uno en Villamanta y otro en Aldea del Fresno. Unos 150 guardias civiles y 50 efectivos de la Agencia de Seguridad y Emergencias de la Comunidad de Madrid (Asecam), entre bomberos, agentes forestales, voluntarios de Protección Civil... Han rastreado desde Villamanta hasta el puente de la Pedrera, donde se junta la M-507 con la M-510, por donde han encontrado a los finados. Son unos 15 kilómetros peinados con drones, con guías caninos, a pie por parte de los especialistas, en barca y en helicóptero.
Extracción aérea
Fueron tres buzos y dos especialistas en montaña, efectivos todos de la Guardia Civil, los que encontraron alrededor de las 10.30 horas el primer cadáver, que tuvo que ser extraído en helicóptero hasta una zona segura, para proceder a su identificación con la comitiva judicial. El cuerpo se correspondía con el de José Manuel, por lo que la búsqueda pasaba entonces a centrarse en localizar a Manuel, el padre de familia. Y apenas se tardó una hora en dar con él.
Fue el mismo equipo de cinco efectivos el que lo localizaba a 200 metros del primero, también en la parte que deja al norte el puente de la Pedrera. En este caso, se trasladó el cuerpo por medio del servicio aéreo y se le reconoció rápidamente gracias a la documentación que portaba encima y al hecho de que llevaba la misma ropa que la noche de su desaparición.
Pese a los dos hallazgos casi consecutivos, la búsqueda ha durado cinco incansables jornadas, desde la salida del sol hasta caer la noche, debido a la necesidad de trabajar con unas mínimas condiciones de visibilidad. El domingo, al alcanzar las zonas devastadas por la DANA, los profesionales de emergencias se encontraron que estaba todo sumergido por el agua. Un problema que se fue mitigando al subir las temperaturas, lo que ha acelerado la bajada del cauce. Ello, no obstante, ha supuesto que los efectivos desplegados hayan tenido que repasar áreas que ya se habían dado por supervisadas, lo que ha terminado por ralentizar la actividad.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, trasladó al conocer la noticia su cariño a las familias tras el «triste desenlace de la búsqueda» y remarcó que desde el Gobierno regional estarán «a su lado». «Con todo el dolor conocemos el triste desenlace de la búsqueda de los dos desaparecidos por la DANA en el suroeste de Madrid», escribió en su cuenta de Twitter. Además, la jefa del Ejecutivo madrileño trasladó su afecto a «los vecinos y miembros de los cuerpos de seguridad y emergencias que no han dejado de buscarles».
Por su parte, la portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Mónica García, y el del PSOE, Juan Lobato, también expresaron sus condolencias a los allegados. «Mi más sentido pésame a las familias de los vecinos fallecidos en el temporal. Gracias a los equipos de emergencia por el trabajo de búsqueda y acompañamiento a sus seres queridos», envió García a través de sus redes sociales. Lobató, a su vez, mandó «su afecto y cariño». «Me uno a su dolor en estos duros momentos», subrayó.
Concluida la búsqueda, todos los equipos de rescate se retiraron de un enclave, el del suroeste de la región, que ahora deberá afrontar un problema que tardará tiempo en resolverse: el de la reconstrucción de las zonas afectadas. La Comunidad de Madrid ya ha pedido la declaración de zona catastrófica para todo este área.
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