El césped que consume un 30% menos de agua ya llegó
El Instituto de Investigación Agraria madrileño ensaya con distintas variedades y utiliza drones, inteligencia artificial y bioestimulantes en busca de la pradera perfecta
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Iniciar sesiónEn un clima con temperaturas altas y lluvias escasas, como es el de Madrid, tener praderas de césped en los parques se convierte casi en un lujo. Para conseguir variedades que gasten menos agua y resulten más resistentes a las inclemencias meteorológicas, los investigadores del ... Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) llevan tiempo trabajando. Y sus desvelos han dado fruto: ya cuentan con una modalidad de césped que consume hasta un 30 por ciento menos agua.
Los trabajos en este sentido, explica Pedro Vicente Mauri, director de Investigación Agroambiental en la Comunidad de Madrid, se vienen realizando «al menos desde 2018». Ya están en fase de ensayos, que tienen lugar en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid, la Francisco de Vitoria y la de Cartagena.
El proyecto se llama 'Greennatur' y tiene como objetivo «revolucionar la gestión de estos espacios, minimizando la presencia de enfermedades y maleza». Para ello, utiliza sistemas avanzados que permiten analizar parámetros diferentes. Se busca poder crear praderas urbanas más resistentes y que necesiten menos agua.
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¿Cómo conseguirlo? Por un lado, utilizando nuevas tecnologías de cultivo y conservación, de manera que se tenga mayor control sobre estas zonas verdes. Por otra, mediante ensayos de diferentes variedades de césped, y mezclas de algunos, en las superficies dispuestas para tal fin en la Universidad Francisco de Vitoria, donde miden la incidencia en la captura de carbono (cuánto dióxido absorbe la tierra) y en la mejora de la huella hídrica (cuánto se optimiza el uso del agua).
Estrés hídrico
También se realizan ensayos en los campos de experimentación de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Politécnica de Madrid. Aquí evalúan el comportamiento de distintos tipos de césped frente al estrés hídrico.
Las distintas parcelas con las diferentes variedades que se investigan son sometidas a tres intensidades diferentes de riego: al cien por cien, al 75 por ciento y al 50 por ciento. Además, se analiza el uso de productos que estimulan de forma natural el crecimiento de las plantas, con el objetivo de reducir la necesidad de fungicidas e insecticidas.
El proyecto incorpora un sistema de sensores remotos, que se ha desarrollado con la Universidad de Cartagena, y que permite la monitorización automática de parámetros del suelo y la vegetación, proporcionando datos en tiempo real a través de una aplicación.
«Lo primero que se hizo fue testar distintas variedades de céspedes en busca de las que tuvieran menos requerimiento hídrico», precisa Pedro Vicente Mauri. De este modo, se llegó a alcanzar una mezcla que «tiene un 30 por ciento menos de consumo».
Ahora, ya localizada la variedad, se trabaja «en la sostenibilidad de estas praderas, y en la tecnificación». Para ello, explica, utilizan drones, sensores, inteligencia artificial y bioestimulantes, que fortifican la planta, para hacerla más resistente a plagas y enfermedades. Los bioestimulantes son una especie de vitaminas que proporcionan fortaleza a la planta: «Se está ensayando con el quitosano», viendo «cómo se comporta y su efectividad respecto a otros tratamientos». Sus efectos se notan «por ejemplo en cómo influye en la microbiota del suelo o en cómo se comportan plantas y raíces».
También están en estudio otros factores importantes a la hora de conseguir la pradera perfecta: «La visión, la uniformidad, que sea resistente al pisoteo o que, tras momentos de estrés hídrico, se recupere rápido», precisa.
En cuanto a la inteligencia artificial, «hemos montado un laboratorio abierto en la Escuela de Agrónomos de Madrid, para seguir en las distintas parcelas cuál es la fórmula más idónea». Los drones y la teledetección se utilizan «para el seguimiento: ver cómo se desarrolla el césped, su consumo de agua, las exigencias del cultivo…».
Seguimiento
No se persigue con este estudio incrementar las zonas de césped en la región, sino mejorar las que ya existen: «Que en las zonas donde ya hay se mantenga de la forma más sostenible; ya que están, que sean lo más sostenibles posibles» Recuerda Mauri que, «en la actualidad, tenemos tecnología que permite llevar un seguimiento», tanto «para elegir, a la hora de plantar, las especies que menos agua necesitan», como para «hacer posteriormente su control e intentar que estén fuertes».
Ese césped más sostenible, fuerte y que ahorra agua «ya se está aplicando en parcelas piloto del Imidra y en la Escuela de Agrónomos» pero también quieren «empezar a hacer ensayos en municipios». La idea es «resembrarlos en sustitución de otros que gastan más agua», tanto en la Comunidad de Madrid como en otras autonomías.
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