La capital crece en vertical a orillas de Madrid Río

Para entender el origen de la actual coyuntura de Madrid Río hay que remontarse a 2008, cuando el Ayuntamiento de Madrid, dirigido entonces por Alberto Ruiz-Gallardón, presentó el Plan Especial Río Manzanares. En aquel texto se incluían varias parcelas como 'áreas de oportunidad', entre ellas las que hoy ocupan espacios como Matadero, el centro comercial Plaza Río 2 o la citada instalación de ocio y deportiva La Ermita, sobre la que cae ahora el peso de su demolición. De sus 50.000 metros cuadrados, un 60 por ciento se liberará para uso público y el 40% restante irá dirigido a uso residencial, con un 27% de los futuros pisos destinados a Vivienda de Protección Pública de precio Limitado (VPPL). El problema, remarcan desde la plataforma vecinal contraria al proyecto, es la falta de equipamientos que a su juicio traerá el nuevo tablero demográfico de la zona.

«Los dos conceptos que están aplicando son altura y densidad. Es un cambio brutal y no entendemos por qué no han contado con la opinión de todos los afectados», expone Luis Antonio Jiménez, uno de sus portavoces. El 3 de octubre terminó el plazo de alegaciones y el Consistorio ya trabaja en dar respuesta a todas ellas. En paralelo, el delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, anunció una convocatoria abierta el 14 de noviembre para informar a la ciudadanía de un plan iniciado en la época de Ana Botella, «pero que no tiene nada que ver», en términos de «encaje, interés general, generación de itinerarios ambientales o porcentaje de vivienda pública», respecto al original.

Unas explicaciones que tampoco han convencido a los moradores más activos. «Pedimos que retiren lo planteado y con una hoja en blanco se reformule después. No queremos que hagan algún remiendo para que parezca que estamos todos contentos», añade Jiménez, temeroso de la magnitud de la obra.

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Al otro lado, el portavoz del proyecto, David Mallada, recuerda que la «prioridad número uno del ayuntamiento es la de liberar suelo para vivienda», además de levantar una serie de «hitos» para dar visibilidad a la zona sur de la capital. «Se va a recrear la Quinta del Sordo (la casa donde Goya representó sus famosas Pinturas Negras), además de construir un gimnasio y una piscina cubierta, que pasarán a ser públicos, un aparcamiento municipal y corredores verdes que conecten los parques de Caramuel, Cuña Verde y Madrid Río», subraya, con la creencia de que todo el ruido generado es fruto de la desinformación. En relación a la altura de las torres, justifican la misma en base al referente de las dos erigidas junto al puente de Segovia, de 21 plantas cada una.

Mallada alude también a la eficiencia energética y al estudio de soleamiento llevado a cabo, el cual cumple con la normativa. Dos claves que rebate el responsable de urbanismo y vivienda de la Fravm, Vicente Pérez Quintana, para el que las torres, además de crear «un problema estético», generan sombras, «lo que repercute en la calidad de vida del entorno» y en algunas ocasiones pueden cambiar el curso de los vientos y «generar remolinos». Las edificaciones verticales, no obstante, están extendidas más allá del Manzanares. «Ahora mismo, en todas las intervenciones que se hacen dentro de los barrios consolidados se busca construir hacia arriba para obtener mayor rentabilidad», prosigue Quintana.

La explicación es sencilla: no es lo mismo construir 500 viviendas en un nuevo desarrollo que hacerlo en plena ciudad, más aún «bajo el marco incomparable de un entorno como el de Madrid Río». Para muestra, un botón. Según datos de la consultora Colliers, desde 2011 (año de inauguración del parque urbano) la vivienda se ha revalorizado aquí un 61%, si bien la cifra baja al 29% si se toma como punto de partida 2014, el año «en el que situamos la normalización del mercado posterior a la gran crisis de 2008». «Eliminar la barrera física existente por la M-30 acercó las dos orillas del río y empezó un proceso de homogeneización social y económico que todavía continúa», sostiene Antonio de la Fuente, responsable del negocio residencial de la firma. Ello, «ha permitido que algunas zonas como Puerta del Ángel se acerquen físicamente, se empiecen a desarrollar e incluso se pongan dentro del foco inversor».

Por barrios, las cifras aportadas por el portal Idealista varían. Acacias (+27%), Chopera (+21%), Legazpi (+21%) Imperial (+17%), todos en el interior de la almendra central, son los que han registrado en la última década el mayor incremento de precios. Porcentajes que descienden al otro lado del río hasta alcanzar en todos menos uno valores negativos: Puerta del Ángel (-1%), Los Cármenes (-3%), Comillas (+5%), San Isidro (-5%), Moscardó (-1%) y Almendrales (-13%). En cualquier caso, el metro cuadrado en la parte exterior de la M-30 supera de largo los 2.000 euros.

Números al margen, lo cierto es que la sensación en la calle no es nada halagüeña. La operación Mahou-Calderón, la primera que marcó el antes y el después de la transformación vertical del enclave, avanza firme sin que por ahora se vislumbre la ejecución de los equipamientos prometidos: las ampliaciones del instituto Gran Capitán y el colegio Tomás Bretón, la construcción de un centro de mayores en la planta baja y sótano de una de las parcelas y el futuro polideportivo proyectado en la parte de la carretera que aún debe cubrirse para dar continuidad al propio parque de Madrid Río.

«Replicar el modelo Mahou-Calderón, sin equipamientos, es una barbaridad. Hay muchos chicos que cruzan el río para estudiar en los centros del barrio», advierte Eduardo Ramis, de la asociación Pasillo Verde Imperial. De sus palabras, precisamente, se desprende que es a los jóvenes a los que más les afectará la tan manida revalorización: «Es el argumento más extendido, pero nosotros no queremos vender los pisos, queremos que nuestros hijos tengan la posibilidad de vivir aquí».