El Cañaveral: un barrio sin semáforos marcado por los accidentes de tráfico

Aunque en realidad, choques de chapa y pintura, resueltos sin la presencia de los servicios municipales (y por ende, sin que aparezcan en la estadística), ocurren casi cada semana. Así lo aseguran los vecinos de este nuevo ensanche, el más avanzado de los llamados desarrollos del sureste, con una población ya cercana a los 20.000 habitantes. «Ahora mismo, ese es el punto más negro del barrio», comenta una pareja, obligada a transitar por la vía para entrar y salir de su casa. El problema, «además del exceso de la velocidad», es la propia orografía del terreno: «avenidas anchas, de hasta cuatro carriles por sentido; cruces sin visibilidad, calles cerradas que obligan a dar una vuelta enorme y que muchos ignoran al atajar subiéndose a la acera...», advierte igualmente a ABC un portavoz de la asociación vecinal de El Cañaveral.

La muerte el pasado 20 de junio de un repartidor de comida en otro punto cercano, la intersección de Victoria Kent con la Gran Vía del Sureste, ha reavivado los fantasmas en un enclave que no cuenta con un solo semáforo. Precisamente, recalcan los moradores, el fatal accidente se produjo después de que el motorista se saltara un ceda el paso e impactase con un camión de recogida de basura. «Si tienes el barrio lleno de obras y no hay ningún semáforo...», añaden desde la asociación, convencidos de que la falta de medidas deja hoy una situación peligrosamente enquistada.

«Nosotros tenemos reuniones de Seguridad con la Junta del Distrito de Vicálvaro y la Policía Municipal cada dos o tres meses, y siempre pedimos lo mismo: semaforización, controles de velocidad y para el tema de las carreras ilegales la instalación de unos resaltos en la parte del polígono», prosiguen, sin que hasta la fecha hayan obtenido los resultados esperados, salvo uno. «Con los controles rutinarios que pedimos para acabar con las carreras sí han cumplido, y ha quedado demostrado que tienen efecto».

En ese sentido, el propio delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, aseguraba al día siguiente de la muerte del repartidor de que ya están inspeccionado con la Junta de Distrito de Vicálvaro los «puntos negros» de El Cañaveral para instalar badenes o semáforos. A preguntas de los periodistas, el edil apuntó que lo que se está haciendo desde el consistorio madrileño en los barrios de nueva construcción es «analizar cómo se va comportando la movilidad»; y aclaró que en los primeros momentos, cuando empiezan a llegar los primeros vecinos, «con esas avenidas tan anchas, los límites de velocidad se superan», aunque no sea la causa del citado accidente.

En cualquier caso, Carabante dejó abierta la puerta a instalar badenes, mejorar la señalización e incorporar semáforos en algún cruce que pudiera ser peligroso, lo que casaría con las reclamaciones del vecindario. Una posibilidad que el propio concejal-presidente de Vicálvaro, Ángel Ramos, ratifica: «Se está llevando a cabo un estudio de los flujos de tráfico para analizar después donde instalar los semáforos. El edil popular es consciente de que existen «ciertos puntos con cierto punto de peligrosidad», por lo que dar solución a este problema es una de sus «prioridades». «Por suerte, el número de accidentes tampoco es excesivamente elevado, pero es un asunto que hay que solucionar y por eso estamos trabajando en ello», remarca a este diario.

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Respecto a los tramos de viales que por parte del ayuntamiento aún están sin recepcionar, y por tanto, se mantienen cerrados por los bloques New Jersey, Ramos tampoco elude las molestias que generan a muchos residentes, «pero precisamente están puestos para garantizar la seguridad del tráfico». Desde la asociación vecinal completan la explicación recibida: «No los quitan porque darían más inseguridad al barrio. Lo que nos dicen es que las calles estarían abiertas y si vienen los cacos lo tendrían más fácil para irse. Y también que la gente correría más porque son más zonas a controlar».

En general, los moradores coinciden en que la mayoría de siniestros se producen por no respetar las señales de ceda el paso y stop, aunque apuntan también a otras causas como los despistes o la falta de control del vehículo. Y añaden, además del citado cruce entre Mayorazgo de Duarte y Suertes de la Villa, otros dos puntos conflictivos: la rotonda que une la avenida de Blas de Lezo, la M-45 y Coslada, y la intersección entre Blas de Lezo y la calle de la Ilusión. La sensación de exceso de velocidad es notoria en todo el territorio, si bien se vuelve más preocupante en calles residenciales como las de Imperio Argentina o Francisco Grande Covian, limitadas a 20 kilómetros por hora y de preferencia peatonal en toda su extensión.

El panorama no mejora en el resto de vías, donde algunos conductores ignoran las señales verticales que modifican la velocidad (por ejemplo, las de un solo carril por sentido, limitadas a 30 km/h) y estacionan en sentido contrario a la marcha o en los mismos cruces, reduciendo la visibilidad al tiempo que aumenta el riesgo de impactos. He aquí un barrio sin semáforos.