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Café Central: nos hizo distintos al resto

BAJO CIELO

Del traslado del local dependen 35 nóminas y miles de personas que tejieron su memoria entre la música y el vaso, entre el cigarro y su pelo

La leyenda de las siete chimeneas

El Café Central de Madrid, que esta semana ha anunciado su cierre Tania Sieira
Alfonso J. Ussía

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Los de los ochenta tenemos en Madrid un refugio de cartón piedra. Últimamente, la prisa está sustituyendo a la pena. Es muy probable que, por este motivo, la gente ya no llora. Se medica. Todo tiene una pastilla que calme una falta. O el exceso ... de algo. De noche se escucha el ruido abierto de una ciudad que no cierra. En sus lindes hay personas que no pueden dormir, que se han hecho mayores de golpe, sin darse cuenta. Ayer eran ellos quienes vociferaban volviendo a casa de tomarse la última, de cerrar otro bar. Y con sus ganas rotas de ser de nuevo , se cierran persianas que no volverán a abrirse. Como aquel bar de jazz en la Plaza del Ángel que no por falta de ganas, o fuerzas, va a poder seguir con lo suyo. Es el Café Central y muy pronto dejará de ser para quedarse en era, porque el legítimo propietario del local no se quiere quedar fuera de la ola de pasta que asuela Madrid. Y no se le puede culpar por ello. Es a nosotros a quien debemos tirar de las orejas.

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