CARTAS AL ALCALDE
Los 'bestsellers' del Siglo de Oro
Es el cumpleaños amable de la bibliofilia en los calendarios salvajes del 'iphone'
El toreo es progre
Va en marcha animosa la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, ahí en el paseo de Recoletos, que trae un escaparatismo del libro de ayer o de antaño, donde se barajan manuscritos originales, ejemplares raros, o primeras ediciones, más las oportunidades que ... se venden a un euro pelado, que son el 'bestseller' de esta cita donde los 'bestsellers' se llaman, si acaso, Francisco de Quevedo.
O Valle, porque en esta edición, la edición 46, se cumple un homenaje a Valle, editando bajo primor 'Luces de bohemia', en una edición facsímil de 1924.
Me ha dicho la presidenta de la Asociación de Libreros de Lance, María José Blas, que la cosa va esperanzadora. Y yo que me alegro. Estamos ante la feria más relevante de España, en esta especialidad, tanto por abundancia de títulos diversos como por ímpetu de ventas.
Yo soy, ya, alcalde, un paseante veterano de esta Feria, que es pariente de la Feria del Libro, en el Retiro, pero pariente algo díscolo. Porque la Feria de Recoletos tiene algo de réplica a esa otra feria del libro, la del Retiro, que compone un picnic bullente donde a veces descubrimos hasta escritores.
Lo que uno encuentra en esta Feria es lo previsible, pero lo maravillosamente previsible: el pergamino, o el incunable, en las temporadas pluricolores de Facebook.
Se trata de algo así como el cumpleaños amable de la bibliofilia en los calendarios salvajes del 'iphone'. Un par de tardes he estado ahí, alcalde, entre el público zigzagueante, y se llevaría uno estantes completos.
Igual encuentras un libro de Ruano, con dedicatoria del propio autor, por ciento ochenta euros, que un ramo de ejemplares de 'El guerrero del antifaz', por cuarenta euros.
Igual encuentras un título de Rafael Alberti con dibujo autógrafo del poeta que los títulos diversos de la colección Austral, a dos euros cada obra.
El Paseo de Recoletos reúne mucho de almoneda del libro, y los transeúntes vienen al encuentro de la rareza editorial o el título de baratura.
Y digo transeúntes cuando hay que decir lectores, lentos y admirables y benditos lectores silenciosos.
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