Barrios y redes sociales
Bajo Cielo
Lo que comparte o consume es lo que ve cada mañana. Madrid es un reflejo de lo que somos, de lo que nos gustaría ser o de lo que deseamos ocultar
Mi barrio huele a 'smash burger'
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Iniciar sesiónLe pasa a Madrid que está adoptando un alter ego curioso con las redes sociales. Es una simbiosis, un paisaje, casi un estado de ánimo que dicta y refleja exactamente lo que se dice y lo que se ve. Si bien Instagram es un ... paseo por Malasaña o Salamanca, X, antes Twitter, se parece cada día más a Las Barranquillas o al extinto Pozo del tío Raimundo. No falla. Por eso cada día se pasea menos por la red visceral de Elon Musk y más por las avenidas inocentes que ofrece la red del mangante de Harvard. Parece como si adoptáramos nuestro modo de pensar según el lugar donde vivimos, como si opinar y caminar se hubiesen convertido en la misma cosa. De este modo, lo que uno dice en las redes sociales, lo que comparte o lo que consume, está ligado a lo que ve cada mañana cuando sale a pelarse la ciudad.
Facebook es el terreno de los que ya tiene tripa cervecera. Ese escaparate fue pionero (aunque posterior a My Space) y los usuarios que aun la utilizan, lo hacen desde hace décadas. Un usuario de Facebook podría vivir perfectamente al norte o al sur de Madrid, pero suelen ser moderados, cotillas, inocentes. No hay maldad ni malas intenciones, casi como un tipo que se mete en un bar a pedirse un vino antes de una comida, un aperitivo en La Latina o que cena tranquilo en casa, cansado, mientras espera que la noche le devuelva al bucle de seguir pagando una hipoteca desde hace varios lustros.
No se puede decir lo mismo de quienes usan, por ejemplo, LinkedIn. Esta red está plagada de los que trabajan en las minas verticales del Madrid financiero. Aquellos que sueñan con pegar algún pelotazo y que escalan pisos de los rascacielos a medida que cumplen años y pierden vida. Comienzan de 'juniors' en una cuarta o quinta planta y aspiran a ser algún día asociados y coger el ascensor que los lleva directamente al cielo de sus expectativas. No dicen tonterías ni se meten en fregados de política. Saben que sus perfiles son observados por los de recursos humanos y como mucho posturean con teorías anglosajonas o contenidos que les haga parecer lo que a ellos les gustaría ser. Son perfiles llenos de esfuerzo y pretensiones, que tienen su epicentro desde la torre Picasso hasta las cinco torres de este Madrid vertical.
Algunas calles como Valderribas
Alfonso J. UssíaPuede que sean oasis entre paisajes urbanos, una forma de mirar Madrid detenida en el tiempo. En realidad es un barrio entero que se estira en una calle
Los que usan Instagram son una plaza de Chamberí, una mesa para cuatro en la calle Jorge Juan o un café a cuatro pavos en un eco-bar de Malasaña. Son las fiestas privadas, los desfiles, los planes molones y la vida que ocurre en esta ciudad cuando quiere brillar y dar lo mejor de sí misma. Es también la foto editada, el atardecer en Las Vistillas o un plan exclusivo que se cuela por allí para que los demás vean lo bien que uno se mueve. Pero es inocente, trivial y huye de los malos rollos que llenan de intoxicación y polarización a los consumidores que matan su tiempo haciendo 'scroll'.
Decía Curro Romero que jamás torearía un Miura por una razón muy simple. El de Camas decía que la diferencia entre un Miura y cualquier otro toro bravo era la misma que ir paseando por la calle y darle los buenos días a alguien (toro normal) o darle los buenos días a alguien y que éste se lanzara sobre ti a reventarte la cara a golpes (toro Miura). Eso mismo ocurre con la red social de X. Nació para dar contenido al resto. Era interesante cuando alguien recomendaba lecturas, enlaces de periódicos o reflexiones que ensanchaban tu modo de pensar.
Los que usan Instagram son una plaza en Chamberí, una mesa para cuatro en la calle Jorge Juan o un café en un eco-bar de Malasaña
Hoy, los usuarios de esta red podrían ser perfectamente los moradores del peor poblado de la droga de Madrid. No pretenden enseñar sino enfrentarte, no aportan, adoctrinan; cualquier persona que viva del hampa o en el mismo negocio del tráfico de armas podría ser un usuario medio de esta red que se ha convertido en el escaparte de lo tóxico, o en el paisaje de hollín de una fogata tras la chabola. Alguien que usa mucho esta red social se dedica a la extorsión o al contrabando; no falla. Y, por supuesto es ciudadano de esos barrios de Madrid en los que, al pasar, uno se agarra la cartera porque en cualquier momento te darán un vuelco.
Madrid como red social es un reflejo de lo que somos, de lo que nos gustaría ser o de lo que deseamos ocultar. Apaguen el móvil y salgan. Ahora.
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