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Barcelona se pasea por Madrid

BAJO CIELO

Nos está haciendo mejores y más grandes. Esta forma de crecer con lo mejor de los otros es una seña de identidad

Madrid, ciudad pícara, lúcida, nocturna y eterna

La tienda de caganers, en la calle Mayor de Madrid Tania Sieira
Alfonso J. Ussía

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No huele a salitre ni tiene humedad, pero por mucho que el Mediterráneo duerma a cientos de kilómetros de aquí, Madrid tiene orillas de Barcelona en la meseta. Imagino que es el resultado de décadas de chiringuitos indepes, de apologías del mamoneo, de todo ... eso que ha dejado a la Ciudad Condal más cerca del tirón que de aquél espíritu vanguardista que fue siempre. Recuerdo los veranos de Norteña cuando la mitad de mi tribu venía de Barcelona. Sentía una admiración un tanto envidiosa, como percibiendo que aquella ciudad era un Madrid superior, alejado de la picardía canallesca que aquí brotaba en cada esquina. Se notaba que bebían de Europa, del mar, de la cultura abierta, de una amplitud de miras en un horizonte que lo abarcaba todo. Decían que eran de Barna, y nos hacían pequeños porque éramos sólo de Madrid. Qué Barcelona era. Sin pretensiones porque ya lo tenía todo.

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