Un bar para derribar la puerta de la discapacidad: «A veces no nos dejan crecer, pero somos capaces»
Envera Gastro (Barajas) es la primera cafetería municipal gestionada por jóvenes con discapacidad intelectual
Madrid destinará casi 5.000 millones de euros en más de 300 medidas para atender a personas con discapacidad
Barajas
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Iniciar sesiónEmilio ya ha aprendido, en menos de dos meses, el primer mandamiento de cualquier trabajo: nunca digas que el día parece tranquilo. «Porque basta insinuarlo para gafarlo», bromea detrás de la barra mientras sirve un café en una de las dos mesas que están ocupadas. ... Es un lunes después de comer, hora valle en Envera Gastro, la cafetería del Centro Cultural Gloria Fuertes (Barajas), donde suele haber más ajetreo a la hora del desayuno y a última hora de la tarde, cuando los jóvenes que salen de las salas de estudio se animan a tomarse algo en su terraza. Este establecimiento recién abierto que sirve pinchos de tortilla, bocadillos y hamburguesas, podría ser uno más de las decenas de bares de la zona, pero pasará a la historia del distrito por ser la primera cafetería municipal gestionada por personas con discapacidad.
El alma máter del negocio ha sido Envera, una entidad sin ánimo de lucro que fue fundada hace casi 50 años por empleados de Iberia que buscaban un futuro mejor para sus hijos con discapacidad intelectual en una época «en la que recibían como pasaporte a ninguna parte una cartilla en la que ponía subnormal», recuerdan desde la asociación. Después de seis años impulsando cursos de hostelería con prácticas en empresas externas para estos chicos, abrir su propio local les parecía un reto asumible. Un paso, admiten, que no podrían haber dado sin el apoyo de la Junta del distrito de Barajas, que les ha cedido el local por cuatro años. Este barrio es un entorno conocido para ellos, ya que en él tienen, además de su sede central y varios centros de empleo. Además de sus raíces, claro, como recuerdan los asientos de avión que tienen colocados en uno de los extremos del bar.
Envera Gastro, cuentan orgullosos sus promotores, da empleo directo a cinco jóvenes con discapacidad intelectual, además de ofrecer prácticas a los chicos que salen de cada promoción de su curso de hostelería. «Todos nuestros empleados aquí tienen discapacidad intelectual, porque es donde vemos más dificultades de inserción laboral», cuenta Daniel Álvarez, responsable de Producción de Envera.
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La hostelería, reconoce, es un mundo duro para cualquiera, pero también es uno de los sectores donde más empleo hay, por lo que es una alternativa muy real de trabajo. Al final, no solo pueden trabajar en bares, sino también en cátering, comedores escolares... «No buscamos los perfiles más empleables, sino el que con esfuerzo y dedicación puede serlo. Hemos seleccionado a jóvenes que además de poder manejarse de forma correcta y educada en un entorno amigable como este ya se han formado, han salido a ese primer empleo y han sufrido un rechazo, por lo que no han podido incorporarse de forma óptima al mercado laboral. Pretendemos que con este proyecto o se queden aquí con nosotros o que puedan dar ese paso a otras empresas con más seguridad. Porque son personas con habilidades grandísimas», admite.
Otra vida
Basta ver a Daniel manejarse haciendo las tortillas o preparando bacon crujiente en el horno para darse cuenta de que su supervisor no miente. Este joven de 24 años es uno de los estudiantes aventajados de los cursos de hostelería de Envera, así que no dudaron en ficharle cuando empezaron a dar forma al negocio, hace ya unos tres meses. Los primeros días fueron contactando con los proveedores y cogiendo ritmo, por lo que llevarán poco más de dos meses abiertos al público. Como Daniel ya tiene experiencia en varios restaurantes, él cubre el turno de mañana, don de hay más trabajo de cocina, porque en Envera Gastro la carta es corta (y a precios públicos tasados) pero todo se hace allí: se hornea el pan y la bollería, se preparan las tortillas... «He estado en otros sitios pero cuando notificaba que tenía una discapacidad optaban por despedirme. Digamos que no todo el mundo se muestra tan dispuesto a ayudarte, lo cómodo para muchas empresas es seguir con los que llevan toda la vida con ellos», apunta Daniel, que acaba de cumplir 24 años. Por eso, cuando terminó el curso y le ofrecieron formar parte de Envera Gastro ni se lo pensó.
Los horarios, además , son mucho mejores que en cualquier otro bar. Abren de lunes a viernes de 9.00 a 21.00 horas, como el centro cultural. «Yo he tenido trabajos en los que entraba a laso 8.00 para salir a las 16.00 horas y luego volvía a las 19,00 horas hasta el cierre, a la 1.00 o las 2.00 de la madrugada, y vivo en Paracuellos del Jarama», cuenta Daniel. Aquí, los trabajadores hacen turnos de casi ocho horas, de mañana o tarde. «Intentamos que los que tienen más experiencia en cocina vengan por la mañana. Al final, buscamos que cada uno esté donde mejor pueda desempeñarse, como en cualquier empleo», cuenta Álvarez.
Tanto Daniel como Emilio, que por la tarde suelen estar tras la barra, coinciden que ha sido una suerte encontrar un hueco en este bar. «Aquí saben tu nombre, se preocupan por ti... Y con estos horarios la verdad que es la primera vez que tengo vida», bromea Emilio, que a sus 34 años ha trabajado no solo en la hostelería, sino también en la vigilancia. Cuando conoció Envera, y este proyecto, envió una carta motivacional contando todo lo que podía aportar al proyecto: «Soy muy curioso y me gusta aprender de todo, ayudar a los demás e interactuar con la gente», relata mientras se pone a las órdenes de Dani para aprender a hacer tortilla. La atención al cliente no se le da nada mal, pero la cocina, dice, es su talón de Aquiles, pero está más que dispuesto a aprender.
«Al final todos somos piezas de un puzle y hay que saber encajar. Cocinar por ejemplo es un reto para mí, porque tengo discapacidad cognitiva y muchas cosas que requieren atención o coordinación me cuestan, Pero aunque no llegue en línea recta busco mi camino. Además hay muchos tipos de discapacidad, para mí por ejemplo la falta de empatía también lo es», reflexiona Emilio, que critica también que muchas veces se nos asocia a empleos más mecánicos, como la limpieza, sin ver el potencial que pueden desarrollar. «Te encasillan, por desgracia, cuando podemos llegar a puestos cualificados o más complicados. Podemos tardar más o hacerlo d e otra manera, pero muchas veces también somos capaces».
Motivación por sacar adelante el trabajo, desde luego, no le falta a nadie. «Pero no queremos que la gente venga por la discapacidad, sino por el servicio, porque se sientan bien acogidos», subrayan desde Envera. «Esa es la inclusión real».
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