Atascos, supermercados llenos, tiendas cerradas y bares abiertos hasta fin de existencias: «Mejor cerrar por si hay pillaje»
Muchos trabajadores han salido antes de su trabajo y han acudido a las puertas de los colegios a buscar a sus hijos. O a los supermercados a llenar la despensa
Apagón masivo de origen desconocido en España y Portugal
Helena Cortés , Isabel Gutiérrez Rico , Carlota Pérez , Mariano Calleja y Amina Ould
Madrid
«¿Te funciona el móvil?», pide desesperado un joven a todos los transeúntes con los que se cruza. En vano, claro. Es la mañana del gran apagón y en la capital también la de las calles abarrotadas de gente que ha salido antes del ... trabajo y han optado por volver a casa a pie o buscando a la desesperada un autobús, que, con el Metro y los Cercanías fuera de servicio, era el único medio de transporte público que funcionaba hoy, aunque fuera a marchas forzadas.
En los alrededores de las grandes estaciones se vivieron momentos críticos. En Atocha, por ejemplo, decenas de personas tuvieron que ser evacuadas de un tren que viajaba hasta Chamartín por la puerta subterránea que da a la calle Espalter. Han tenido que caminar 400 metros a oscuras, iluminándose como podían con linternas de los móviles. «Nos han evacuado a oscuras, pero el problema es que había mucha gente mayor», cuentan Teresa y José, que venían desde Cuenca para recibir tratamiento médico. Aunque en general el desalojo se produjo «en calma y de forma ordenada», relatan los viajeros, el desconcierto ha sido general, sobre todo entre los turistas.
La desesperación ha cundido sobre todo entre los que tenían que viajar de la ciudad a su área metropolitana. En Avenida de América, había una cola kilométrica de gente haciendo autostop con carteles hacia Torrelodones, Móstoles, Alcorcón... Desde Príncipe Pío bajaban verdaderas riadas de personas hacia la carretera de Extremadura en busca de un autobús con el que poder llegar a los municipios del este, sin saber si tardarán literalmente horas en coger uno de los interurbanos abarrotados que salen de la capital.
MÁS INFORMACIÓN
- El gran apagón revela vulnerabilidades en la seguridad de nuestro sistema eléctrico
- La banca crea comités de crisis frente al apagón: funcionan los pagos pero hay problemas en oficinas y cajeros
- La red de comunicaciones, al límite: diésel para evitar el apagón en las telecos
- Sánchez pide realizar llamadas breves y reducir al mínimo los desplazamientos
- Felipe VI mantiene su agenda de actos oficiales mientras está en «contacto permanente» con Sánchez desde el inicio del apagón
- El fallo ha podido deberse a una «vibración atmosférica inducida»
- Fotogalería | Colapso en trenes, caos en las calles... las imágenes que deja el apagón
- Nivel 3 en Madrid, Andalucía, Murcia y Extremadura: ¿qué supone la emergencia de interés nacional?
- Atascos, supermercados llenos, tiendas cerradas y bares abiertos hasta fin de existencias: «Mejor cerrar por si hay pillaje»
- Sánchez aparece seis horas después, pide calma, no aclara la causa del apagón y «acepta» tomar el control de la crisis
- Nueve comunidades autónomas suspenden las clases este martes, pero mantienen los colegios abiertos
En vehículo privado, con miles de semáforos fuera de servicio y Policías y agentes de movilidad regulando el tráfico como antaño, lo peor han sido los atascos, kilométricos, sobre todo en las rondas de circunvalación de la capital. Los túneles de la M-30 han permanecido también cerrados al tráfico -en un principio con un sistema tan rudiementario como sillas- lo que ha sumado más congestión a la ciudad. «Solicito a todos los madrileños que minimicen absolutamente los desplazamientos, que en la medida de lo posible se queden donde están en estos momentos para dejar libres las vías de circulación. Lo imprescindible es que los servicios de Emergencia puedan circular», ha expresado en un vídeo el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida.
Atascados en ascensores
También han vivido momentos de pánico los que se han quedado atrapados en ascensores. Estos rescates han sido la intervención más repetida en el día del gran apagón: hasta 210 intervenciones han realizado los Bomberos de la Comunidad de Madrid y 174 los municipales, «sin incidencias graves», aclaran. Paula ha sido una de esas jóvenes que se ha quedado atascada en un elevador, pensando que era una incidencia común hasta que desde el sistema de alerta del ascensor les han dicho que no sabían si podrían contactar con los bomberos. «Nos han dicho que no sabían si podrían venir a sacarnos, así que hemos salido como hemos podido. Nos han abierto cuando nos han oído gritar».
El Cecopal, el centro de emergencia municipal, ha ordenado doblar turnos a los servicios municipales, ha abastecido de combustible a centros críticos y ha actuado en centros de día y centros de mayores. En la entrada de grandes centros hospitalarios como La Princesa, cuentan con sus propios generadores, por lo que funcionan con relativa normalidad, excptuando la atención primaria.
Supermercados y colegios
Los alrededores de los supermercados eran un ir y venir gente tratando de llenar la despensa y garantizarse el suministro de agua, aunque esta no se ha cortado en todo el día. En el centro, cerca de la calle Pez, los dependientes del Día estaban en la puerta entregando a los clientes la mercancía, aunque solo se podía pagar en efectivo. «El Mercadona solo cobra en efectivo y está lleno, pero aún quedan cosas», comentaba una vecina con una garrafa en mano y una bolsa con fruta y latas en la otra.
El desconcierto era generalizado también a la salida del colegio. «Los profesores nos han dicho que si queríamos podíamos marcharnos a casa», añade uno de los chavales. En el interior, los maestros se están organizando «como pueden». «Muchos padres están viniendo antes para llevarse a los chicos y de paso a algunos amigos que viven cerca», cuentan. «¿Qué se sabe del gran apagón? ¿Cuánto va a durar?», preguntan ellos a los periodistas. En el centro, aseguran en un tono tranquilizador, mantendrán las puertas abiertas hasta que todos los padres hayan podido ir a recoger a sus hijos.
Terrazas llenas
Sorprende ver, eso sí, algunas terrazas llenas. El Museo del Jamón, por ejemplo, estaba abarrotado de turistas. Eso sí, había que pagar en 'cash'. Ha sido la tónica general de todos los bares. El día del gran apagón se ha comido, sobre todo, de bocadillo. Sin comida caliente, han servido hasta acabar existencias, la mayoría hasta mediodía. «No nos va ningún electrodoméstico, ni el el lavavajillas, así que antes de echar el cierre tenemos que fregar todo esto a mano», contaba una de las camareras del rincón. «Menos mal que nosotros recibimos el género los martes, si no se quedaría todo para tirar».
Quienes tampoco cierran son las farmacias, aunque poco pueden hacer en esta mañana de gran apagón. Su cruz verde, habiutalmente encendida de día y de noche, está hoy apagada. Como su red interna, por lo que no pueden ni consultar recetas electrónicas ni consultar el stock de medicamentos ni cobrar. «Solo estamos dispensando los medicamentos urgentes a los clientes habituales y lo apuntamos en un papel», cuentan en una farmacia cercana a Josefa Valcárcel. Su mayor miedo, comentan en otra botica del centro, son los probióticos que tienen en la nevera y, sobre todo, la hora de cierre.
Un centro comercial fantasma
Las sucursales de los bares y los cajeros automáticos también han cerrado, «por una incidencia general», anuncian en sus letreros. En el centro, con gigantes como Inditex, Apple y El Corte Inglés (excepto sus supermercados) cerrados a mediodía, quienes sí hicieron el agosto fueron los bazares, donde la gente acabo con las pilas, las velas y los transisotres de toda la vida.
Los grandes centros comerciales que quedaban abiertos eran un lugar fantasma. Al menos el de Arturo Soria. «Nosotras al principio pensábamos que era un problema solo de nuestra tienda, pero luego nos hemos dado cuenta de que era un problema global, y cuando nos han dicho que era toda España hemos alucinado», cuenta la dependienta de uno de los comercios del Arturo Soria Plaza sentada en un taburete en el exterior de la tienda, esperando el final del turno. Cerrará bajo su responsabildad, porque no puede hablar con su jefa. «Lo primero que han hecho los de seguridad ha sido comprobar que no había nadie en los ascensores. Afortunadamente nadie se ha quedado atrapado. Ahora nos han desactivado los cierres electrónicos para que podamos cerrar manualmente», admite.
«¿En los periódicos qué se cuenta? ¿Cuánto va a tardar en resolverse esto? Yo soy de Venezuela y esto me recuerda demasiado a mi país. Y verás cuando llegue la noche, mejor cerrar antes de que empiece el pillaje», reconoce una compañera, que también ha bajado la persiana de su puesto. Hasta mañana, si se puede.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete