Ataque de gordofobia en el Metro de Madrid con cruce de denuncias: «Te voy a rajar, seboso de mierda»
Juicio a dos hombres después de que uno le insultara por sentarse en el vagón junto a él y el otro le golpeara
Detenido por agredir a policías y vigilantes e intentar tirarlos a las vías del Metro de Madrid
Madrid
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Iniciar sesión¿Se imagina subir al metro, sentarse y que el pasajero de su lado le empiece a increpar por estar gordo? Pues es lo que le ocurrió a Antonio Ruiz Pascual, vecino de Ciudad Lineal y de 64 años. Así lo relata a ABC ... este ordenanza de un instituto y amante de las letras. En unos días, el 11 de abril, deberá acudir a juicio por este suceso, en el que aparece como perjudicado, pero también como acusado, al haber soltado un guantazo a su vecino de asiento, harto de tanto insulto y amenazas.
Hace unos días, supo que el individuo le había denunciado también a él, por el golpe. Eso ha reavivado el recuerdo de aquel 14 de octubre pasado, un día que, hasta esa noche, había sido perfecto. «Iba con mi mujer y unos amigos, porque me acababan de dar el I premio Internacional de Metapoesía, y habíamos quedado con gente en un bar de Quintana para celebrarlo», explica. Entraron en la estación de Gran Vía y subieron a un tren de la línea 5.
«Se levantó una señora y dejó su asiento libre, así que me puse ahí. Automáticamente, sin haber molestado, un tipo que iba al lado me dijo: '¡Gordo, que me estás aplastando!', '¡Gordo, que me estas pegando tu sudor, seboso!'». Antonio se quedó atónito: «Le pregunté qué pasaba, por qué decía eso, y otro chico que tenía también sobrepeso y estaba grabando le reprendió también porque me insultaba».
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La respuesta del alterado viajero fue insistir: «Que sí, que me está aplastando, que se levante el gordo de mierda este». Y pasó lo que pasó: «En una de esas, le di un revés para apartarlo, me estaba gritando en el oído y me estaba humillando delante de todos». La respuesta «de todo el vagón fue buena, la gente se portó muy bien» («Un golpe bastante justificado», se oye decir a un viajero que filmaba la escena): «Hubo quienes le dijeron que estaba ofendiendo a todo el tren y lo llamaban 'gordófobo'». Fue el caso de una chica, a la que el que empezó todo el quilombo espetó: «Tú le defiendes porque estás en su misma situación». El novio de la muchacha se fue hacia él, para defenderla, y en ese caso la historia no fue a más.
El hombre se levantó de repente de su asiento y se alejó un poco de Antonio, momento en el que su pareja aprovechó para ocuparlo y evitar más problemas. Pero, según su testimonio, al verla, el tipo insistió: «Aquí me siento yo, gilipollas», tirándole del brazo a la mujer. El problema añadido es que ella está operada de un cáncer y tiene esa extremidad afectada, después de que le quitaran ganglios de esa zona.
Entre eso y el insulto, Antonio soltó otro sopapo: «Le di un empujón a él». La respuesta de su adversario fue: «Gordo de mierda, ¿me vas a tocar tú a mí?. Te voy a matar, te voy a rajar en cuanto te bajes. Te vas con 20 kilos menos de aquí, chaval». Y siguió con sus insultos: «Antonio, ya estás cagado. Vas de mierda hasta el culo», se pitorreaba, mientras le hacía una peineta a la mujer del hombre con sobrepeso, que le está grabando también.
Llega la Policía
Ante tales amenazas, llamaron a la Policía Municipal, no solo ellos, sino también otras personas del vagón. Acudieron los agentes con los de seguridad y bajaron al andén a Antonio, su mujer, la pareja de amigos que los acompañaban, el chico que grabó la escena y el gordófobo. Las escenas reflejan la situación de excitación extrema del hombre, fuera de sí.
«Todavía tuvo tiempo de decirle a una de las vigilantes: 'Tú, medio metro, ¿me vas a hacer algo a mí?». La respuesta de la empleada fue clara, aunque irreproducible. Y, tras tomarles declaración en Ventas, cada uno se fue a su casa.
Dos días después, Antonio acudió a interponer la correspondiente denuncia: «Y ahora me ha llegado la de él. Me acusa de agresión. Me he visto indefenso, he intentado buscar una justicia gratuita, pero en el Colegio de Abogados me han dicho que era un juicio menor y que no tendría necesidad de un abogado. Soy una persona mileurista».
Finalmente, el despacho penalista Paredes y Asociados se ha hecho cargo de su asunto y trabaja para él de cara al juicio del 11 de abril. El bedel reconoce que hace «una vida completamente normal»: «No tengo complejos, me siento una persona querida en mi entorno; tengo mis tertulias, soy promotor cultural, doy conferencias, prologo libros… Pero he estado unos días mal. En el colegio sí sufrí acoso por ser disléxico. Me he vuelto a sentir de nuevo esa etapa a raíz de esto».
Antonio pesa 132 kilos y mide 1,80 de altura. Ahora, afronta estas últimas dos semanas antes de la vista oral, esperando que se haga justicia con él: «Las palabras pueden ser más hirientes que un golpe. La humillación también».
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