Los asiáticos que vieron en el apagón masivo el gran negocio de fabricar pilas falsas
Seis individuos han sido detenidos, en la mayor intervención desarrollada en España contra este tipo de productos
Tras el fundido a negro de finales de abril, la red criminal vio «una posibilidad económica» de poder producir de manera masiva y ganar el máximo beneficio
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Tras el apagón masivo del pasado 28 de abril, una red criminal aprovechó la oscuridad —literal y figurada— para crear millones de pilas falsificadas. Lo que parecía una simple falta de suministro eléctrico se convirtió en la oportunidad perfecta para activar su maquinaria clandestina e ... intentar distribuir millones de unidades defectuosas a comercios de todo el mundo. El polígono de Cobo Calleja de Fuenlabrada era el destino estrella al que estaba previsto que llegara la mercancía, pero la operación se vio frustrada cuando la Policía Nacional interceptó el cargamento antes de ser repartido.
Así, el grupo policial ha desmantelado una red, con sede en Toledo, que pretendía la comercialización y distribución de 3,5 millones de pilas falsas altamente peligrosas en este punto sur madrileño, considerada la mayor lavadora de dinero chino de toda Europa. Además de estas baterías se encontraron otros objetos como 12 millones de cartas de cromos de manga para niños y una cadena de producción con dos máquinas para la producción de las falsificaciones.
Se trata de la mayor intervención desarrollada en España contra este tipo de productos en la que no solo se ha incautado el material falsificado sino las máquinas de producción para realizar esas falsificaciones, que se pretendían distribuir por varios países
La investigación, llevada a cabo por la Brigada Provincial de Extranjería de la Jefatura Superior de Madrid y la Sección de Propiedad Intelectual e Industrial de la UDEV Central, se ha saldado con seis detenidos de origen asiático —cinco hombres y una mujer— a los que se les acusa por la presunta comisión de delitos contra la propiedad intelectual, contra la salud pública por el riesgo que suponía su distribución al poder producir quemaduras o erosiones, y contra el mercado. Pese a esto, han sido puestos en libertad tras comparecer ante el juez.
Dos naves para la distribución
«Esta clase de redes criminales tienen una habilidad especial para ver las necesidades del consumidor», detallaba ayer uno de los investigadores de la Brigada de Extranjería a ABC. Así, tras el apagón de finales de abril, la red asiática vio «una posibilidad económica» de poder producir de manera masiva y ganar el máximo beneficio.
Con esta premisa, en dos naves de Yuncler (Toledo), la organización montó una cadena de producción capaz de fabricar hasta 30.000 pilas por día. Las baterías venían vírgenes —sin identificación de ninguna marca— de países europeos. Ya en España se encamisaban y se empaquetadas con logos comerciales de marcas falsificadas de reconocido prestigio para parecer auténticas.
En la nave contigua, se ubicaba la zona de almacenaje, donde en pales comerciales se depositaban las pilas embaladas y perfectamente colocadas hasta su entrega en los establecimientos, algo que no ha llegado a producirse por la apertura de la investigación policial.
Para enmascarar toda la actividad que estaban llevando a cabo, aprovechaban el movimiento continuo de los polígonos industriales para normalizar la entrada, salida y comercialización de los productos falsificados. Con el fin de no llamar la atención de las empresas contiguas, diseñaron un espacio u habitación entre ambas naves para amortiguase el ruido generado por la maquinaria y que les permitiera estar ocultos de cualquier persona que por accidente se asomara del exterior.
Es también en estos dos espacios donde los falsificadores hacían su vida normal. No solo era un lugar de trabajo, sino que los seis trabajadores vivían allí. El investigador de la Brigada confirmaba a ABC que no se ha contrastado trata de personas (por lo que nadie de la red estaría en condiciones de explotación laboral) y que cobraban entre 1.200 y 1.400 euros al mes.
Para bazares y almacenes
Fue el 10 de junio cuando la Policía procedió a la entrada y el registro de las naves industriales, donde se incautaron más de tres millones de pilas falsificadas de reconocidas marcas ya empaquetados y listos para la distribución con destino al polígono Cobo Calleja, desde donde vendían a tiendas pequeñas, bazares asiáticos y almacenes. Pero no era el único.
Según el jefe del Grupo I de la Sección de Propiedad Intelectual e Industrial, esta red buscaba el máximo beneficio económico. Así, se comercializaba de forma masiva, aunque eso significará «poner en riesgo su salud». Las baterías no pasaban por ningún tipo de control, se sobrecalentaban fácilmente y podían causar incendios y intoxicaciones por fugas de acido.
Por otro lado, para llevar a cabo la incautación entera de la mercancía hallada en la nave distribuidora se necesitaron siete flotas de camiones debido a la ingente cantidad de productos falsificados que guardaban.
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