El asesino confeso de Juana Canal, a prisión tras intentar culparla de la agresión mortal
Jesús Pradeles Herrero reconoce que dio a su ex «un mal golpe» y que la descuartizó en dos partes en la bañera, hace casi veinte años
Carlos Hidalgo y Cruz Morcillo
Madrid
La confesión ayer, en sede judicial, de Jesús Pradeles Herrero, la pareja de Juana Canal Luque en el momento de su muerte, la madrugada del 22 al 23 de febrero de 2003, rezumaba un intento de culparla de la agresión que acabó con su vida, ... prácticamente bordeando la defensa propia; una estrategia, la de «un golpe mal dado» tras ser, según él, víctima de un ataque físico de la mujer que no se sostuvo a ojos de la fiscal ni de la jueza de Instrucción número 3 de Ávila, que lo envió a la cárcel. Entre sollozos, dijo: «Yo quería mucho a Juani».
El buen trabajo de los actuales integrantes de Homicidios de la Policía Nacional y de la Comandancia de la Guardia Civil de Ávila han evitado que prescriba, frente a la casi inexistente investigación realizada en 2003 por quienes estaban con el caso.
En el auto, dado a conocer a primera hora de la tarde de ayer tras 40 minutos de interrogatorio en sala, la magistrada acordó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, del detenido. Jesús está ya formalmente investigado por un delito de homicidio en el ámbito de la violencia de género. El juzgado abulense se ha inhibido sobre el de Madrid que decida el Decanato de Plaza de Castilla, al haber ocurrido el crimen en la capital de España.
La expareja de Juana Canal confiesa que la descuartizó y se deshizo del cadáver en 2003
Carlos HidalgoJesús Pradeles Herrero ha afirmado esta mañana que se la encontró muerta en el piso y que decidió enterrarla. Fue arrestado ayer por la Policía Nacional y la Guardia Civil. Hoy continuaba el registro de la casa de sus padres en la provincia de Ávila
«Drogada y borracha»
ABC ha conocido las afirmaciones básicas de la declaración del imputado. Confesó que la noche del 22 de febrero de 2003 regresó al piso de la calle de Boldano, 2, semiesquina con la calle de Alcalá, en el que desde hacía meses convivía con Juani. Llevaban cerca de dos años de relación sentimental. Él había estado trabajando con su taxi, un Skoda que más tarde jugaría un papel fundamental en la ocultación del cuerpo durante casi veinte años. Según dijo ayer en el plenario (donde incluso se personó el fiscal jefe de Ávila, muy interesado en el caso), se encontró a Juana bajo los efectos de las drogas (en referencia, sobre todo a pastillas) y el alcohol (ella había dejado de beber hacía tiempo). Comenzaron a discutir por la recaudación de esa jornada con el taxi.
Está documentado que la víctima telefoneó al 091 sobre las tres menos cuarto de la madrugada, mientras los vecinos escuchaban los gritos de la pareja. Pidió ayuda. La comisaría de Ciudad Lineal comisionó a un coche patrulla, cuyos agentes subieron a la vivienda: «Solo es una discusión, no ocurre nada. De hecho, estoy haciendo las maletas para irme de casa», les dijo Jesús. Al ver que no tenían lesiones aparentes (en aquella época faltaba un año para la aprobación de la Ley contra la Violencia de Género y la implementación de medidas de protección reales contra las mujeres maltratadas), los agentes se marcharon.
Entonces, la pelea continuó. Según el homicida, cuando se quedaron solos de nuevo, siguió la discusión, que incluso escucharon los vecinos. Relató a la juez que Juana le reprochó la poca recaudación que había traído de su jornada en el taxi, que cogió los billetes y se metió en el cuarto de baño, con la intención de tirar el dinero por el váter. En un momento dado, ella se le abalanzó, y él respondió con dos empujones o golpes y ella cayó al suelo, para evitar que siguiera agrediéndole. Pensó que estaba solo desvanecida.
«Hice las maletas, metí ropa y mis cosas, y las bajé al taxi», explicó, en unas dos ocasiones. La segunda vez que regresó al piso de Boldano, comprobó que Juana seguía en el suelo y se dio cuenta de que estaba muerta por ese «mal golpe» que él le dio. «Cogí un cuchillo de cocina y la partí en dos, en la bañera. Luego, la metí en las dos maletas, la subí al taxi y la enterré en el paraje de Ávila, cerca de mi pueblo», resumió.
La 'carta trampa' al hijo
Son cerca de 120 kilómetros de recorrido, más otros tantos de vuelta a Madrid. Porque eso es lo que asegura que hizo: regresó a Ciudad Lineal, tiró las maletas en dos contenedores de la calle de Alcalá, cerca de una ferretería, y subió a limpiar toda la sangre y demás restos. Temía que Sergio, de 18 años e hijo mayor de Juana, regresara en cualquier momento, tras pasar la noche con sus tíos. Entonces, escribió la siguiente nota: «Sergio, hemos vuelto a discutir y tu madre (ha llamado a la Policía y todo) se ha tomado un montón de pastillas y se ha ido. Ha habido un momento en que se ha quedado muy 'grogi' (sic). Me ha amenazado con beber. Me voy a buscarla«. Y eso es lo que encontró sobre la mesa del salón, junto a un florero, el joven al volver ya por la mañana.
Un hacha y varios cuchillos
Este giro en el caso comenzó sobre las once de la noche del jueves. Policía y Guardia Civil estuvieron tomándole testimonio hasta las 3 de esta madrugada, después de que horas antes confesara a un 'agente sombra' el descuartizamiento, pero no la muerte. Esa segunda confesión, previa a la judicial, la hizo ya delante de su abogada de oficio y ante los investigadores, tanto de Policía Nacional como de Guardia Civil, que han retomado el caso hace unos meses, a solo cuatro de que prescriba. Llegó a emocionarse al relatar los hechos.
Los investigadores, hasta esta confesión, manejaban como hipótesis que la hubiera matado en Boldano pero que cabía la posibilidad de que la descuartizara en la finca familiar de él en Navalacruz (Ávila). Pero, según el testimonio del homicida confeso, la desmembró en la bañera, la metió en dos maletas y condujo el cadáver hasta la casa abulense. Los investigadores se llevaron un hacha y varios cuchillos de la finca, para intentar cotejar las armas con posibles heridas que hayan quedado marcadas en los huesos hallados (una parte del cráneo, una tibia, un fémur, una parte de un brazo y la cadera, entre otros) que tienen que ser analizados en el laboratorio y por un antropólogo forense. La idea es saber si realmente la mató a golpes o con algún arma blanca.
Policía y Guardia Civil rastrearon esta semana la casa, sin habitar desde hace dos décadas, y la finca; creen que utilizó una azada o pala para enterrarla en el paraje donde se hallaron sus huesos.
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