Asesinada por 300 gramos de maría: «Oye, que la he liado gorda»

Las antenas, las cámaras de tráfico y los pinchazos telefónicos llevaron hasta los detenidos por el crimen de Soto del Real

La noche fatal de Ana, asesinada por el joven al que pilló robando en la casa de su hijo

El principal sospechoso llamó a un colega al día siguiente e intentó implicar a terceros en el asesinato

Las cámaras de tráfico captaron el vehículo en la zona del crimen; en los círculos, los detenidos José M. y Alba R. ABC

Se llamaba Ana y este mes no cumplirá 48 años porque fue asesinada en casa de su hijo Abraham el pasado 20 de mayo de un tiro en la cabeza. La principal hipótesis de los investigadores es que los autores querían hacerse con los ... trescientos o trescientos cincuenta gramos de marihuana que el joven escondía en la vivienda. Es la misma cantidad que después del crimen, contó a los agentes de Homicidios de la Guardia Civil que le habían robado. Y es la misma cantidad de la que José M., el principal sospechoso del asesinato, habló con un tercero por teléfono semanas después. Le debía dinero y aquel «hierbón» iba a ser el pago.

Hoy, José M. está en prisión provisional, como Alba R., su actual pareja y exnovia del hijo de la víctima. Los dos conocían perfectamente la vivienda, hasta el punto de saber que Ana dejaba la puerta sin trancar para que Abraham pudiese abrir cuando llegaba tarde por la noche. Y esa noche, ambos estaban en la zona, como atestiguarían los repetidores de señal de telefonía y como revelarían las cámaras de tráfico de la urbanización de Soto del Real, en Madrid, donde ocurrieron los hechos. El coche de Alba entró en la calle de la víctima y al cabo de unos diez minutos, deshizo el camino pero con los faros apagados. No tenía ningún sentido, no estaba camino de ninguna parte. Y puso rumbo a Extremadura. José, que tiene una casa familiar en la localidad cacereña de Madroñera, iba con ella.

Los investigadores han tardado un par de meses en llegar hasta aquí. Cuando el hijo de Ana encontró el cuerpo al amanecer del 21 de mayo, él y su padre divorciado se convirtieron en los principales sospechosos. La solidez de las coartadas de ambos –incluido un trayecto en Uber y varias cámaras de seguridad–, así como la ronda de declaraciones que practicó la Guardia Civil en el entorno de la víctima acabaron poniendo los ojos en José, como también en Alba.

Él, en tiempos, fue socio del hijo en «trapicheos» y la cosa no había acabado bien. Como contó Abraham a la Guardia Civil, habían tenido varios encontronazos, con insultos incluidos. «Si me traicionas no hay ley que la prescriba», llegó a decirle una vez. Por el pueblo, a los amigos comunes les iba diciendo que «el cabrón» de Abraham le había «traicionado».

Llamadas, testigos

Un vistazo preliminar a su móvil, cuyo contenido forma ya parte de la investigación y está pendiente de un análisis en profundidad, confirmó el deterioro de la relación y reveló además que durante los días previos al crimen, sospechaba que José estaba mandando gente a rondar su casa. Temía un golpe y así se lo había dicho a su padre. Pero ahora, todo apunta a que el golpe lo dio el propio José.

Uno de los testigos contó que le dejó una llamada perdida aquella madrugada y volvió a contactar al mediodía siguiente. «Oye, que la he liado gorda», le dijo. Según su testimonio, José le contó que había enviado «gente» a casa de Abraham y que algo no había ido bien. Que esas personas, a las que no identificó, «le dijeron que habían hecho daño o que había pasado algo con la mujer». Que no sabía si estaba muerta. Y «no me jodas, no digas nada». Lloraba. Hizo otra llamada a otro testigo, «le dijo que había un muerto, sin identificar a quien». Quería un coche para ir a Portugal. No coló.

Para finales de mayo era ya la Guardia Civil quien estaba escuchando las llamadas y de ellas se desprendía «el miedo a ser identificados» y localizados que tenían Alba y él. También que en aquellas semanas, José estuvo «adoptando medidas de seguridad» para evitarlo.

Hay una comunicación clave el 11 de junio en la que llama a un amigo al que debe dinero. «Le dice que ha conseguido 300 o 350 gramos de hierbón, que se los lleva y saldan la deuda porque no tiene dinero. Esta cantidad coincide con la misma cantidad que dijo Abraham que le sustrajeron de su domicilio el día que asesinan a su madre», relata uno de los informes del caso a los que tuvo acceso ABC: «Se podría tratar de la misma marihuana». José, aseguraría Abraham, sabía perfectamente dónde guardaba esa clase de cosas en la casa.

La munición, compatible

Pero además, las entradas y registros practicadas a mediados de julio encontraron en casa de José y su familia una pistola, un revólver y munición «compatible» a priori con el arma empleada para el crimen, a falta del informe definitivo de balística. Y cinco días antes del disparo la pareja estaba en Portugal donde, como dicen los investigadores, «hay un mercado negro de armas de fuego». El propio Abraham había revelado ya a la Guardia Civil la querencia de su exsocio por las armas, hasta el punto de que fue engañado intentando hacerse con una en Valdemingómez tiempo atrás.

En cuanto a Alba, los investigadores tienen claro que faltó a la verdad cuando, como testigo, declaró sobre la noche del crimen. Contó que había dejado a José en Soto del Real, omitiendo la entrada y salida a la urbanización donde vivía Ana y la expedición nocturna hasta Cáceres. Ante la juez, sí reconoció que estuvo allí, pero su versión es que José se bajó del coche en un callejón, hizo algo que ella desconoce y luego regresó. Pero su posición, como dirá la instructora «no tiene la entidad suficiente para desvirtuar» los indicios en su contra. Él, al pasar a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Colmenar Viejo, se acogió a su derecho a no declarar.

Para la juez «existen motivos bastantes de acuerdo con los indicios para entender criminalmente responsables» de la muerte de Ana tanto a José como a Alba. El 20 de julio decretó prisión provisional sin fianza considerando, además, que ante una imputación por asesinato u homicidio y robo en casa habitada, el riesgo de fuga aumenta. De acuerdo a las fuentes consultadas por ABC, la defensa de José ha recurrido en apelación el auto que le envía a prisión. La Audiencia Provincial de Madrid tendrá la última palabra, esta semana.

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