Arranca el juicio contra el Toba, el frutero pederasta de Valdeavero: se enfrenta a un siglo de cárcel

Por ello, la Fiscalía solicita para él 98 años de cárcel por delitos de agresión sexual a menores de 16 años, exhibicionismo y provocación sexual, mientras que la acusación particular, ejercida por el abogado Juan Manuel Medina, eleva la petición a 105 años. Concretamente, diez por cada uno de los cinco delitos continuados de agresión sexual a menor de 16 años; 15 años por cada uno de los dos de agresión sexual continuada a menor de 16 años con acceso carnal, y tres por seis delitos de abusos sexuales continuados.

El acusado ya fue condenado en octubre de 2023 a 19 años de prisión por agredir sexualmente a un menor de 15 años en su domicilio. Uno de los medios por los que el Toba conseguía acercarse a sus víctimas era ofreciéndoles dinero a cambio de fotografías sexuales de ellos, como ocurrió el 24 de julio de 2020, cuando el procesado se puso en contacto por WhatsApp con un chico que acababa de cumplir 15 años. Tras mantener varias charlas, le ofreció 100 euros «para mantener relaciones sexuales, solicitándole que le enviara foto de sus zonas genitales».

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El primer caso documentado por la Guardia Civil y la Fiscalía data de 2019. A esa supuesta primera víctima, entonces con apenas 10 años de edad, el frutero le practicó tocamientos en sus partes íntimas en al menos una ocasión, sujetándole «fuertemente por los hombros para que no se escapara». En otras dos ocasiones, al entrar el niño en la frutería con sus amigos, lo llevó a la trastienda, lo tumbó en el suelo y lo agredió sexualmente. El Toba le ofrecía chucherías «a cambio de guardar el secreto».

El caso se destapó el 16 de diciembre de 2020, cuando la madre de una víctima denunció los hechos. Aquel día, el frutero fue detenido por la Unidad Central Operativa (UCO). Según la Guardia Civil, el acusado atraía a los niños con golosinas, refrescos y frutos secos gratuitos para luego realizar tocamientos por dentro del pantalón, tanto en la frutería como en su vivienda, donde había instalado una piscina portátil, donde realizaba gran parte de los tocamientos.

Su hijo varón contaba en Valdeavero con un grupo de amigos con los que jugaba al fútbol y frecuentaba la plaza de la localidad donde se ubicaba la frutería de su padre, local que también era frecuentado habitualmente por la mayoría de los padres de los antedichos menores. Por ello, el procesado mantenía una relación de amistad y confianza con la mayoría de los progenitores, relación que era «extensiva de alguna manera a los propios menores en base a la relaciones existentes entre estos y su hijo».

Aprovechándose de tales circunstancias, el procesado, movido por «una pulsión sexual depredatoria» hacia el grupo de amigos de su hijo, abusó de los menores. Según el fiscal, mostraba a los niños vídeos de carácter pornográfico para que aprendieran a mantener relaciones sexuales y les amenazaba con pegarles un tiro con una escopeta si contaban lo que sucedía.