20 años del asesinato
20 años del asesinato de Sandra Palo: «Un menor que mate o viole con 13 años debe tener castigo»
El 17 de mayo de 2003, Sandra, una joven con discapacidad, fue secuestrada, violada, atropellada y quemada viva por cuatro chicos, tres de ellos menores. Sus padres se consideran «víctimas de segunda»
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Madrid
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Iniciar sesiónSandra Palo Bermúdez tendría ahora 42 años. Resulta hasta fácil imaginar cómo sería su vida en la actualidad. Dos hermanos ya adultos, menores que ella, tres sobrinos (la más pequeña lleva su nombre) y unos padres unidos más allá de la muerte. Probablemente, sería ... de ellos, María del Mar y Francisco, de quienes se sentiría más orgullosa. Por su lucha incansable. Por su sufrimiento de dos décadas. Por su amor sin fin. Pero a Sandra, esta madrugada hará veinte años, se le cruzaron por el camino «cuatro alimañas» que acabaron con esa bellísima sonrisa, la imagen que ha quedado de ella para la posteridad en un retrato enmarcado en el salón de su casa familiar de Getafe (Madrid). La asesinaron de la manera «más vil» que se recuerda, como bien dijo el fiscal del caso durante el juicio contra el único mayor de edad condenado a cárcel.
Es en el piso del barrio de Las Margaritas, al que nunca regresó Sandra la mañana del 17 de mayo de 2003 para acudir a la comunión de su hermano Ismael, donde reciben a ABC Paco y Mari Mar. Ahora tienen 65 y 62 años. Pero cargan a sus espaldas más decepciones que edad. Judiciales. Políticas. Incluso de algunos amigos o conocidos. Él, cuatro infartos en el primer año después del atroz crimen y una hernia diafragmática; ella, una neuralgia, una gastritis crónica y una operación de rodilla, con la que tiene que bregar cada vez que sale de casa, un quinto sin ascensor. Lleva en tratamiento psicológico desde 2003:
—Estos 20 años han sido un sinvivir. No puedo decir que he vivido. Se nos han echado los años encima. Y los que me quedan. Paco siempre ha sido mi pilar. Siempre que he caído él ha estado a mi lado. Son más de 40 años juntos. Si en todo este tiempo no nos hemos divorciado, ahora menos. Estamos para apoyarnos el uno al otro.
Detenido uno de los asesinos de Sandra Palo y un compinche por rociar con un extintor a un hombre para robarle 6.000 euros
EPRamón Santiago, que se ha dedicado al rap con el sobrenombre de 'Zuni', abordó con su amigo a la víctima, a la que habían prometido que iban a comprar un motor de automóvil, la tiraron al suelo y le arrebataron una mochila con dinero y una cadena de oro
Sandra fue (es), además, el símbolo, quizá el primero, contra las injusticias de la ley del menor española, de 2000. Hasta que tres años después no ocurrió su asesinato, violación y secuestro, a manos de tres menores de edad y un cuarto sujeto de 18 años, nadie había puesto el grito en el cielo: Rafael García Fernández, 'Rafita', tenía 14 años, aunque desde los 7 venía delinquiendo en la llamada 'banda del chupete'. Solo pasó cuatro años en un centro de menores y otros tres en supuesta libertad vigilada, aunque realmente desde entonces ha ido engarzando detenciones, unas 25, y entradas y salidas de prisión por su pertenencia a distintas organizaciones criminales. Cuando la Comunidad de Madrid le abrió la puerta a su libertad, en 2007 (contra el criterio de Fiscalía y técnicos, pues solo había mostrado interés en carpintería en esos cuatro años de encierro), Mari Mar Bermúdez ya predijo lo que ocurriría. Jamás ha pedido perdón ni ha mostrado arrepentimiento real. «La asignatura pendiente en este país somos las víctimas. A nosotros nos han tratado como de segunda categoría. En el caso de las víctimas del terrorismo, las han ayudado. Han estado más reconocidas. En el nuestro, para nada».
Ramón Santiago Jiménez, 'Ramón', que era vecino de la Cañada Real y de 16 años entonces, acumula otra veintena de reseñas posteriores. Padre como el Rafita de dos niños, ahora dice que se 'dedica' a la música urbana y a fanfarronear de coches de alta gama y una vida labrada al margen de la ley en redes sociales. Ramón Manzano Manzano, 'Ramoncín', también menor de edad en 2003 (17 años), pasó ocho años en un centro hasta octubre de 2012; no se le conoce otra vida que la criminal, aún en estos días.
La vida en la cárcel
En cuanto al líder del cuarteto asesino, Francisco Javier Astorga Luque, 'Malaguita', ahora con 38 años, nacido en ciudad andaluza y vecino de Vallecas, fue arrestado un mes después del suceso, tras robar un coche y atropellar a un peatón. Le condenaron a 64 años de cárcel. Le quedan, al menos, cinco (y máximo, otros cinco más) a la sombra, en la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real). Ha contado con preso sombra (en aplicación del protocolo antisuicidios) y ha trabajado en el economato de la cárcel.
Su día a día lo pasa con depredadores como Antonio Ángel Ortiz, el pederasta de Ciudad Lineal; José Bretón, el asesino de sus hijos, Ruth y José; Tony King, que acabó con las vidas de Sonia Carabante y Rocío Wanninkhof; y Santiago del Valle (caso de la niña Mariluz, de Huelva); Miguel Carcaño, asesino de Marta del Castillo; o Sergio Morate, el doble homicida de Marina Okarynska y Laura del Hoyo.
Malaguita, Ramón, Ramoncín y Rafita, antes de cumplir los 18, sumaban más de 700 denuncias o detenciones, entre ellas por disparar perdigonazos a vecinos, como el el caso del Rafita.
Los asesinos de Sandra
Rafita
Tiene 34 años y suma más de 25 antecedentes policiales
Ramón
Tiene ahora 36 años y es rapero. Sigue delinquiendo
Ramoncín
Como su tocayo, solo pasó 8 años en un centro
Malaguita
El único juzgado como mayor de edad: cumple 64 años de cárcel
Pero volvamos a las horas anteriores del asesinato:
—Ese 16 de mayo, como todos los días, salíamos a trabajar Sandra, Jessica (su hermana, un año menor), Paco y yo. Le dije: 'Sandra, no vengas tarde, que mañana tenemos que ir a la peluquería temprano, antes de la Comunión de tu hermano'. Estaba súper ilusionada. No fue así. Paco llegó tarde de trabajar, cenó y se acostó. En vista de que no venía, la llamamos a ella y a Juan Alberto, su novio. Me dijo que estaba en la discoteca Nuit.
Las llamadas se sucedían. A las 2 de la madrugada, Mar habló con ella otra vez: «Se puso a llorar, porque sabía que la íbamos a regañar, y me dijo que ya regresaba». Se equivocaron en el transbordo del Metro y subieron andando hasta la Plaza Elíptica, donde debían coger el autobús hasta Getafe. Sin embargo, cuando iban caminando por el margen de la M-30, más o menos por Legazpi, un coche se les cruzó. Eran «estos animales», rememora la madre de Sandra.
Los obligaron a subir a punta de navaja. La chica, entonces de 22 años, y su novio sufrían cierta discapacidad intelectual (ella tuvo meningitis de pequeña y, a los 9 años, perdió parte de la masa encefálica en un accidente de tráfico) y se vieron aterrorizados. A Juan Alberto le robaron sus pertenencias, le amenazaron de muerte si hablaba y lo soltaron minutos después. Pero a Sandra la llevaron hasta un descampado en la carretera de Toledo, a las puertas de una fábrica de rótulos. Allí, los cuatro asesinos la violaron por turnos sobre el capó del coche; le dieron una paliza (la segunda autopsia, a cargo del doctor Frontela, atestiguó rastros de haberla sido sujetada de pies y manos); la atropellaron siete veces y, viendo que seguía con vida y mientras clamaba que la dejaran vivir para poder ir a la comunión de su hermano, fueron a una estación de servicio a comprar gasolina con una botella de refresco y se la rociaron. La quemaron viva. Y la abandonaron allí, como un animal. Hasta que al día siguiente un camionero encontró su cadáver.
«No dormí en toda la noche. Fui a la peluquería con mi madre por la mañana, después de tanto llorar. Imagínate cómo estaba. Volvimos a casa, nos vestimos, y pensamos que se habría ido con Juan Alberto a las fiestas de San Isidro, no veíamos otra opción. Todos me preguntaban por Sandra, estábamos inquietos. Al terminar la misa, celebramos la comunión en Illescas. Mis cuñados la fueron a buscar a la pradera de San Isidro y yo me quedé pendiente de mi hijo, Ismael... Pero a las cinco de la tarde, mi cuerpo me decía que las cosas no estaban bien. Regresamos a casa. Estábamos cogiendo los papeles de Sandra para ir a denunciar cuando nos llamaron por teléfono de la comisaría de Leganés», recuerda esta madre coraje: «Cuando me dijeron que me pusiera en lo peor, pensé que la habrían violado o pegado. Jamás que la habían matado. Nunca te llegas a imaginar lo que pasó. Paco y yo estábamos atacados. Los policías pusieron encima de la mesa del despacho un zueco de color burdeos con plataforma y reconocí que era de mi hija».
Lo primero que les explicaron es que la habían atropellado: «Me volví loca. Mi pensamiento entonces era quitarle la pistola al policía [para pegarse un tiro] o tirarme por la ventana». La tuvieron que sedar. Días después, les revelaron la realidad de lo que había sucedido con la chica. «Sandra ya sufrió otra violación siendo adolescente», revela la madre por primera vez en estos años. Y padeció un acoso escolar terrible («escupitajos, ropa pisoteada, la amarraron con una cadena a la puerta del instituto»), lo que ahora llamamos 'bullying'.
'Trofeos' políticos
Y volvemos a la decepción, el segundo apellido de estos veinte años.
—Rajoy se comprometió a cambiar la ley del menor, y no fue así. El PSOE siempre ha estado en contra. Pero ninguno ha hecho nada.
La Comunidad de Madrid, en tiempos de Esperanza Aguirre, llegó a llevar a los padres de Sandra (y a numerosos medios de comunicación) a Estrasburgo. Una operación cosmética que no sirvió absolutamente para nada.
—Luchamos por que, cuando haya un menor, por ejemplo, que cometa una violación y tenga 13 años, no sea inimputable. Un acto tan atroz como ese o matar deberá tener un castigo. Ya sea pasando a un centro de menores primero y luego, al cumplir la mayoría de edad, ingrese en la cárcel. No estamos pidiendo ni siquiera prisión permanente revisable (PPR).
Sabe de lo que habla: «Para la reforma de la ley del menor recogimos 1,2 millones. Se quedaron en el Congreso de los Diputados y allí siguen». Y, con los padres de otras víctimas, más de 3 millones para conseguir la PPR, aprobada en marzo de 2015.
«Para la reforma de la ley del menor recogimos 1,2 millones de firmas»
«¿Dónde está la reinserción?». Esa es la pregunta que se hacen estos padres viendo la sucesión de detenciones de los asesinos de su hija tras salir a la calle. «Han hecho daño a muchas personas, con atracos e incluso mordiendo a la Policía». «Lo que sí es verdad es que la sociedad, la gente de la calle, se ha portado muy bien con nosotros», apostilla.
—Si a Sandra esto le hubiese pasado en 2023, en vez de en 2003, algo habríamos conseguido. La ley sigue igual. Creo en la reinserción de ladrones, pero no de violadores y asesinos de niños. Tontos no somos. El caso del niño de Lardero, por ejemplo, se podría haber evitado. Porque a los culpables los mandan a la calle. Pasó con la doctrina Parot, y ahora con el sí es sí.
Paco y Mari Mar acuden al parque cercano a su casa. Allí, una placa que ha sido vandalizada siete veces (la primera, al día siguiente de ser colocada por el Ayuntamiento de Getafe) recuerda a Sandra Palo. La hija, la tía, la nieta, la hermana. El símbolo de una lucha que, 20 años después, sigue vigente.
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