CARTAS AL ALCALDE
El caso Velintonia
Aleixandre fue un fundador luminoso de la palabra en libertad que mereció el Nobel, aunque por lo general su nombre lo tenemos algo traspapelado
MADRID
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Iniciar sesiónNunca me aclaro con el caso insólito de Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre, aquí en Madrid, alcalde, y mire usted que este periódico nos da siempre la última noticia al respecto con prontitud, pormenor y como nadie.
Todo gran poeta acaba convertido ... en una calle, cuando muere, pero Aleixandre vivía en la propia calle Aleixandre, número 3, y en el 1984 falleció, y ahí empezó toda una verbena sobre la propiedad, y la venta, y el destino, al fin, de lo que fue un templo de la Generación del 27, que iba allí a ver al maestro, para encender largas tardes de tertulia que son leyenda de oro de la vida cultural española.
Los herederos nunca están satisfechos con la oferta pública, que llegó casi a los tres millones de euros, cuando manejaba Carmen Calvo, y se llegó a declarar BIP el edificio, por su valor simbólico, ya que no está asistido de una arquitectura singular, precisamente.
Esto sucedió por iniciativa de Marta Rivera de la Cruz, que la verdad es larga mujer desvelada y con serio tesón, cuando hay faena cruda. Pero resulta que, con todo esto, la casa puede salir a subasta, y así quedaría en propiedad de un particular que lo mismo hace del sitio un nudo de apartamentos turísticos, ese invento del demonio, o bien una clínica dental o de cirugía estética, porque la casa, de tres pisos, con jardín, da muy bien para eso menesteres modernos, tras la obligada restauración.
La casa hoy, alcalde, es una gruta de silencio donde las paredes duelen, de tan desnudas, y una penumbra de media ventana da directamente a una silla de café, casi desencuadernada, que es acaso el único ajuar de la vivienda del poeta, si es que esta silla fuera alguna vez una silla de la Generación del 27, que no sé yo. A todo esto, la Asociación Amigos de Aleixandre, que funciona desde 2006, va empujando entre las incertidumbres para que Velintonia sea lo que tiene que ser, un museo abierto, vivo y hospitalario donde la poesía crezca, en particular, y la cultura, en general, con la memoria de un premio Nobel de fondo.
Porque Aleixandre fue un fundador luminoso de la palabra en libertad que mereció el Nobel, aunque por lo general su nombre lo tenemos algo traspapelado. Velintonia no son cuatro paredes olvidadas del barrio de Chamberí, a tres ratos del billete del mejor postor.
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