CARTAS AL ALCALDE
Nostalgia de discoteca
Joy, Teatro Barceló y Kapital han sido y son aún templos mitológicos
Auditorio de Raphael
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónDurante tantos años, la discoteca viene siendo un modo alegre de respirar hacia adentro que tiene Madrid, una manera de echarle a las deshoras la culpa de todo, de tratarse con extraños, de auscultarse a uno mismo, incluso, en medio de una multitud un poco ... psicodélica, y otro poco bailona.
En mí, las discotecas ocurrieron seriamente, y luego ya no, con lo que iluminan a media luz unos tiempos en los que la noche madrileña no era una franja horaria sino una educación sentimental, alcalde. A falta de playas, Madrid nos ha dado discotecas. Y ahora resulta que nos quedamos cojos de una discoteca cimera, Teatro Barceló, antes Pachá. Porque se anuncia cierre, durante un año, o casi, tras vulnerar el aforo.
A mí la noticia me ha traído de repente la memoria de la discoteca, y hasta su nostalgia, porque ya cumplo muchas épocas sin ir a las discotecas, y en alguna discoteca fue joven, indocumentado y feliz. Teatro Barceló, Joy Eslava, o Kapital, han sido, y son, aún, los templos mitológicos del género, en los que yo he visto gogós como unicornios sexuales o a Rafael Alberti charlando de poesía en la barra del fondo.
Porque estas discotecas reúnen muchas barras, y a las discotecas íbamos a inaugurar los riesgos de algunos placeres, y los placeres de algunos riesgos, entre barra y barra. Las discotecas, en Madrid, atan en un mismo sábado varias generaciones, pero la discoteca, sobre todo, es una práctica de juventud, una costumbre donde piden el cubata los que ya han visto mucho o demasiado y quienes van estrenando todos los asombros.
La ciudad siempre tuvo ese don: reunir vidas incógnitas, y distantes, y hacerlas bailar juntas unos minutos, como si eso bastara para entenderse. Que a veces sí basta. Celebrar hoy la discoteca, celebrando tres discotecas, es levantar una reverencia de lealtad a la ciudad, alcalde, siguiendo un poco o un mucho aquella frase castiza: «Yo nací en un baile».
Quienes trotamos mucho en Kapital, en Joy, en Pachá, sabemos que la noche la resolvía a menudo la discoteca. Era la alegría de la posibilidad, antes del móvil. Ahí estuvo el viaje al instinto, al deseo, al amor, incluso. Ahí está. A ver si pronto reabren Teatro Barceló.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete