Movilidad reducida

Quiero decir, alcalde, que los viejos no pueden moverse como quisieran. Razón llevan. Ven en la calle un purgatorio, con suerte. Ruegan estos vecinos preocupados que a ver si pudieran prepararse algunos ascensores, para los tramos últimos del metro, hacia la calle, o bien algunas artesanías mecánicas similares, para cuando hay desnivel notable o sobrante, que es muy a menudo. Eso, y barandas cuando la zona lo aconseja, o bien lo contrario, sitios holgadamente abiertos, porque lo angosto es un peligro, según qué edades.

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Cosas de perros

Ángel Antonio Herrera

Nos venimos empleando mucho en hacer de Madrid una ciudad de ciclistas, pero Madrid es una ciudad de gente que lleva bastón, y que sólo pedalea cuando la siesta de 'ferragosto', en casa, porque echan por la tele el Tour. Véase el caso en la mañana 'ajetreante', cuando el personal está a sus faenas y los pensionistas dan su paseíto al sol o se quedan aquietados en un banco de la calle, junto a algún cuidador, o familiar, mirando el día como si fuera opulencia de otros.

De manera que tienen poco por hacer. De manera que tienen poco espacio donde hacer. Ahora que veo que habrá reordenamiento urbano, en zonas, y otras mejoras, a ver si pensamos en el viejo.

Hay gente con movilidad reducida, alcalde, pero sobre todo hay ciudad con movilidad reducida. Se ve que los autobuses van aparejados para aquellos que no son titanes, precisamente, pero luego la calle es un jaleo de escaleras de atletismo, barandas a granel, cuestas de medallistas, y algún que otro socavón para ir amenizando el paseo.

Se me escapa si el ayuntamiento tiene en marcha muchos o pocos proyectos para mejorar la vida urbana de quienes han perdido facultades, que imagino que sí. Que ojalá que sí. De eso se trata. Somos un proyecto de enfermos, y a nada que la vida nos respete tendremos sin duda una mañana en la que un peldaño será un abismo. De eso se trata. De evitar eso se trata.