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CARTAS AL ALCALDE

Lavapiés, noble y sucio

El barrio ha vuelto a su malditismo, cambiando artistas por forajidos, a veces, okupas

Antes del paseíllo (24/05/2023)

Pintada tras el desalojo del edificio okupa La Quimera, en Lavapiés tania sieira
Ángel Antonio Herrera

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Madrid, por momentos, es «noble y sucio», según la acuñación que nos regaló un clásico, a propósito de otras geografías. Y uno de esos momentos de la ciudad se llama Lavapiés. Siendo justos, lo diríamos más directo todavía: Lavapiés tiene poca nobleza, ya, y ... mucha suciedad. Usted esto ya lo sabe, alcalde, porque no es un recién llegado al Consistorio. Los que reunimos kilometraje de peatones frecuentamos Lavapiés en los ochenta, cuando era semejante al barrio de ahora: corralas de okupas, asfixia de graffitis, trampas de portales, y un alerón alegre de mugre por acera. Era una galaxia de artistas y salvajes. Eso, en medio de los males del trapicheo. Ni exagero en lo de entonces, ni tampoco en lo de ahora. Lavapiés gastaba, en los ochenta, algo de barrio maldito, pero sostenía un prestigio de zona de tribus alternativas, con mucho poeta del trasnoche en sus garitos desguazados, con mucha vida de deshora en sus grutas de copeo. Ahora, el barrio ha regresado a su malditismo epocal, pero cambiando los artistas por forajidos, a veces okupas, incluso, y la creatividad por la precariedad. Alguna vez lo ha denunciado Rita Maestre, incluso.

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