CARTAS AL ALCALDE
Una cita 'chic'
El Hipódromo es un tesoro único y en primavera hasta un farde
El kit de siempre
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El Hipódromo es, desde hace unos años recientes, un sitio amenísimo donde conviven las carreras de potros con la oferta gastronómica, o bien la música en directo. Hemos cruzado, ahí, el alazán y la discoteca, alcalde, y la cosa queda molona, solicitada y ... de tirón.
El Hipódromo tuvo, antaño, un público de aristocracia, que asomaba al lugar por devociones o fervores de la hípica. Era un fino público profesional, digamos. Y, naturalmente, de élite, por la pasión del caballo escogida, una pasión entre la sapiencia de los galopes y la coquetería de pamela. Eso aún se sostiene, pero en convivencia alegre con un Hipódromo que da recreo en general, y sirve pulpo, o arroces, a los que buscan un menú antes o después de apostar en las carreras.
Hay restaurantes a propósito, muy celebrados, y también muy premiados. La cita, en el Hipódromo tiene algo chic, algo perfumado de reunirse como si el caballo fuera uno más de la familia de linaje. El Hipódromo viene de lejos, con una construcción de arranque en el 1931, y bajo sucesivas reformas después.
En el 2009 fue declarado Bien de Interés Cultural. En 2012 ganó el Primer Premio del Colegio de Arquitectos de Madrid por su proyecto de Restauración y Rehabilitación. La amplitud del recinto lo emparenta con los monumentos de seria belleza desperezada, y consta de unas tribunas que son un ingenio de la arquitectura. El recinto tiene más de 100 hectáreas, y viene a ser otro pulmón de la ciudad, con el parque del Retiro. A veces no se promocionan en condiciones estas cosas, alcalde.
El Hipódromo resulta un tesoro único para quienes practican la pasión de las carreras, y también para quienes buscan un recodo de ocio distinto, con familia, o sin ella. En primavera es un hallazgo, hasta un farde. Las mañanas del fin de semana incluyen un entretenimiento familiar, donde igual los niños se distraen entre columpios que se inician en el asombro por los purasangres, esos parientes del relámpago.
Luego está el plan nocturno, que incluye cena con vistas a las carreras, y jarana hasta la madrugada. En general, ahí se reúne una tribu de gente guapa que prefiere un maratón de copeo distinto a Lavapiés.
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