CARTAS AL ALCALDE
Un casticismo planetario
La plaza de Chueca, un rellano de todas las libertades
MADRID
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Iniciar sesiónA la plaza de Chueca se entra, alcalde, o bien se sale, por un laberinto de calles concéntricas que tienen, en vecindad, una tienda de zapatos, una peluquería de mascotas o una local de lencería de machos, entre el 'sexshop' y el herbolario. En ... la plaza asoma un local de frutos secos, un outlet de maletas de firma, una óptica, un Rodilla, la cafetería Palosanto, y la tienda de ropa Barei, citando en un reojo rápido.
Es breve y recóndita, reúne algo optimista de plaza de pueblo, en el día, y en la noche es un sitio de relajo al que asoma un poco o un mucho la intimidad de las viviendas, muy simétricas de balcones que se abren y se cierran al ambiente. Eso, y el tránsito alegre y un algo canallita de los que van y vienen. Hay un escaparate de helados y una frutería de las de sacar mucho las naranjas esplendorosas o los tomates pletóricos.
La boca de metro, en el corazón exacto, pone mucha amenidad de peatonaje cosmopolita, que entra o sale, con bicicleta al hombro, incluso. Hay valquirias que se citaron con otra valquiria, y toman café de confidencia mientras comparten el pareo echado por los hombros. Hay músicos que cantan con avería y camareros con un peinado que incluye todos los despeinados. A la plaza de Chueca se entra o se sale, querido alcalde, por una copa de calles donde igual tienes una bodega de antaño que un showroom de sombreros.
El laberinto concéntrico a la plaza de Chueca es el barrio de Chueca, obviamente, una colmena de locales modernos y viviendas reformadas que resulta lo más planetario de lo castizo, un Soho donde tienen Mahou, y banderas de lo gay en los balcones de época. Es hoy un barrio próspero y snob, alcalde, donde la tribu gay ha montado su campamento de diseño, que unas veces tiende al loft y otras tiende al sotanillo enlaberintado.
Los gays, tan porfiantes, y tan suyos, tomaron con fe el barrio, allá por los noventa, y lo pintaron de rosa, pero de un rosa que incluye todos los colores, que son, ya, el color del ánimo del espíritu de este barrio con tirón turístico y tesón vecinal. La plaza es el ombligo de la Semana del Orgullo Gay, el rellano de un barrio contento, internacional y marchoso donde viven de alquiler o en propiedad todas las libertades.
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