cartas al alcalde
Aspiradoras para el otoño
La hojarasca está preciosa, para las fotos de postal y para el ánimo nostálgico de los poetas, pero es un peligro
Cosas de perros
Madrid
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Iniciar sesiónLa hojarasca, alcalde, ya está ahí la hojarasca, porque hemos entrado en el momento, y es lo que toca. Hay un hermoso otoño que prospera, en el aire, un otoño de pigmentos que aún canta en la vegetación, hasta que la vegetación va y ... se cae. De modo que tenemos un ameno alfombrado de hojarasca que no cesa. Ahí estamos. La cosa va muy bien para las fotos de postal, y para el ánimo nostálgico de los poetas. Pero me vienen insistiendo en el barrio que la hojarasca es peligrosa para los peatones de edad, en particular, y para los peatones, así en general. En el barrio y en el buzón a pie de obra, en esta columna.
Y a esto mismo iba, alcalde. ¿No podemos estar más rápidos en la limpieza de la hojarasca? No es tanto una cuestión de higiene, que nunca está de más, por cierto, sino de seguridad viaria, casi. Lo diré más directo. Resulta que la gente se resbala mucho con la hojarasca dispersa, masiva y atrasada, y ya ni le cuento si de pronto caen cuatro gotas, porque las cuatro gotas son el colapso urgente de la ciudad, para el que va en coche, y también para el que camina.
Yo llevo unos días largos haciendo larga cátedra de la hojarasca, y aprecio que sí, que de pronto vienen los operarios con unas aspiradoras de mucho alarde, y cumplen, dejándolo todo limpio, con los árboles en su sitio, y la hojarasca en la basura. Lo que pasa es que no sé cada cuanto rato pasan estos atareados, y la hojarasca está ahí, con algo de suelo de riesgo, con algo de traspiés pendiente, con algo de belleza despeinada del accidente que llega o no llega.
Los barrenderos ya no existen, porque ahora el barrendero es un cruce de aspiradora gigante y chaleco chillón. Se comprende que no vamos a tener a un tipo dándole a la escoba que ahora es aspiradora, a diario, y en cada esquina. Hasta ahí se comprende el asunto, faltaría más. Pero hay que comprender la cosa también por la otra punta, alcalde. O sea, por la del señor que sale a su paseíto otoñal antes del crepúsculo, y sospecha una certeza: que la hojarasca está preciosa, pero es un peligro. A ver si vienen pronto los chicos de la aspiradora. Y se llevan el otoño, sin llevárselo.
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