Arte de volver

Quiero decir con esto, alcalde, que el verano empieza cuando hay toples en las noticias y termina cuando ya no lo hay. Somos criaturas meteorológicas, que escribió alguien. De modo que aún hay verano. A estos días se les llama 'rentrée', pero a mi me gusta más deducir de estos días el arte del regreso, bajo aquella máxima iluminada que arriesga que vivir es ver volver. El telediario, en verano, va reventón de noticias, pero no falla en abultarse de muchachas de hamaca sólo vestidas de crema bronceadora y algún tanga.

Digo todo esto, alcalde, porque Madrid, en verano, mira al telediario, o bien a la noche, cuando en la ciudad hay un clima de cóctel y adulterio. El top-less, en el telediario, es una noticia madrileña, porque ya hemos vuelto al foro, o en eso andamos, y nos asomamos mucho a la terraza de la tele y a la terraza propiamente dicha. El toples se practica en Madrid, aunque parezca que no, porque es un dulce infarto que nos pegan desde la tele, entre la crónica de muerte de Manuel de la Calva y el boletín de los incendios.

Un lírico arriesgó que «el seno es un instante entre dos camisas». El seno, hoy, es un instante entre dos noticias crudas, una noticia de Madrid que se da fuera de Madrid. A veces no les pillamos a los meteorólogos si mañana hará bueno o no, alcalde. Y, quizá, ni falta que hace. La rentrée no sabíamos qué es, pero sí: el fin del top-less en el telediario. O sea, el arte de volver a Madrid.