Afectados por la inundación tras la rotura de una tubería en la M-30: «Esperamos al seguro porque no sabemos qué hacer. Es un desastre»
Colegios, comercios, edificios, trasteros y garajes han sufrido las consecuencias del agua tras la avería que se ha producido esta madrugada
La rotura de una tubería de gran capacidad inunda los túneles de la M-30 y colapsa la circulación en el sur de Madrid
En imágenes: El colapso por la avería de una tubería
La alarma del colegio público Concepción Arenal sonó a las 5 de la mañana, la misma hora a la que la directora, Catalina Castillo, recibió una llamada en su teléfono. Los bomberos ya habían entrado al colegio rompiendo una puerta del huerto. El sótano estaba afectado ... por el agua y quedaban sólo dos horas y media para que los primeros alumnos llegasen a tomar el desayuno. Pero ha sido tarea imposible.
En ese sótano afectado se encuentran la cocina, el comedor y las tutorías de Educación Física, con todo el material mojado. «Un perito entrará a valorar los daños, nos han dicho desde el Canal de Isabel II», explica la directora del centro que, junto al conserje, ha sido la primera en llegar al colegio.
«Los niños han conseguido entrar con cierta normalidad. Lo primero que han hecho los operarios es limpiar el acceso, que estaba lleno de barro. En la acera solo había arena y agua», continúa Castillo. En el interior, 300 alumnos de Primaria y 150 de Infantil asisten a su jornada habitual sin interrupciones.
El suelo del bazar chino Buenas e Increíblemente Baratas, en la calle de Antonio López, es esta mañana un barrizal. Dos trabajadoras caminan con chanclas forradas en bolsas de plástico, intentando cuantificar los desperfectos. No es sencillo.
«Tocas la ropa y se nota que ha estado mojada. Ahora se ha secado porque ha pasado mucho tiempo y hace calor», dice Natalia, original de China, pero aterrizada en España hace 18 años. Los mismos que lleva abierto el establecimiento. «He llegado a las 10 y me he encontrado ya el barro seco. Nos dicen que esperemos al seguro, pero no sabemos qué hacer», se lamenta la empleada, que asegura que nadie les avisó de lo que estaba ocurriendo en la calle.
«Todo lo del suelo se ha perdido. Las cestas con calcetines, gorros, parte baja de las maletas...», añade poniendo los ojos en blanco, resignada porque no sabe cuándo podrán reabrir. «Preferimos no limpiar para que el seguro lo vea tal cual, pero a saber cuándo vienen», subraya ella mientras da la misma explicación a una clienta vecina. «Hay muchas pérdidas, muchas prendas sucias. Todo el suelo no se puede caminar porque resbala... Un poco desastre», concluye la mujer, haciendo un esfuerzo por explicarse en español.
Pero no solo comercios o lugares de enseñanza han sufrido las consecuencias de la inundación. Un garaje, situado en el número 15 de la calle Antonio López, ha visto cómo algunos vehículos eran engullidos por el agua que allí se acumulaba.
«Creemos que tenemos cuarenta coches de los más afectados, estamos a la espera del número de expediente del Canal para las reclamaciones. Nosotros a nivel de comunidad, y los clientes a nivel particular. El parte lo hemos dado a las siete y media. Estamos un poco desbordados. Nadie ha intentado entrar porque la policía cortó el paso en cuanto se inundó», apunta, desolado, el administrador.
No muy lejos de allí, Andrés mira tras la barra del restaurante Melgar el suelo todavía mojado. Hoy no atiende a clientes, no sirve cafés ni prepara las mesas para poner el menú del día. Los taburetes no pisan el suelo, están sobre grandes barriles de madera que otros días actúan como mesas. «Toda la mañana limpiando, va a ser un día muy divertido», ironiza el trabajador.
Su jefe fue alertado por el portero del número 5 de la calle de Antonio López a las 3.30 de la mañana de que la rotura de una tubería había provocado inundaciones en los locales. Inmediatamente, se presentaron en lugar e hicieron fotos y vídeos para aportar al seguro. «Vinieron los bomberos, que achicaron el agua. Ahora casi todo lo que queda es barro», explica. «Lo más afectado va a ser el suelo del comedor, que es de parqué y se va a levantar. Algunas cajas de vino que estaban en el suelo, pero lo peor es el suelo», asegura, sin saber cuándo el seguro acudirá a revisar los años y mientras se esfuerzan en limpiar el barro.
Julio es vecino del número 4 de la glorieta del Marqués de Vadillo. Anoche decidió dormir con las ventanas abiertas. «Tengo la suerte de dormir muy bien, porque no me he enterado de nada», dice sonriendo. Recuerda cómo hace 15 años una tubería reventó en la confluencia de la glorieta con Antonio Leyva, el mismo punto en el que este jueves se ha repetido el siniestro.
«En aquel momento no pude ni ir a trabajar. El coche se quedó en el garaje que estaba inundado y no lo pude sacar. El agua corría por la calle», rememora. Hoy, esas imágenes no las ha vivido. «A las 9 me despierto con la radio para escuchar la Bolsa. Ahí es cuando me he asomado a la ventana y ya he visto que la calle estaba cortada y el socavón, pero ya no bajaba mucha agua», explica el morador.
Una toalla es el único utensilio con el que Javier consigue limpiar el agua y el barro que ha entrado en su vehículo, aparcado en la calle de Antonio López. «Había leído lo que había pasado, pero no pensaba que sería de esta magnitud. A las 12 he bajado y me he encontrado el coche embarrado», cuenta el propietario, al tiempo que llama a la mutua a ver si una grúa puede pasar a retirarlo.
«No lo puedo encender porque el agua llegaba hasta la parte alta de las ruedas. Seguro que ha afectado al motor. La Policía me ha recomendado que llame al seguro directamente porque, además, lo he aparcado en punto limpio y aquí no se puede quedar», explica con nerviosismo mientras las sirenas de Bomberos resuenan en las calles con la llegada de más efectivos que se unen a las tareas de saneamiento.
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