Dónde acabó la pasarela que se construyó para el Mundial 82 entre el Bernabéu y el Palacio de Congresos
Historias capitales
Los madrileños las han seguido utilizando en dos emplazamientos, y acaba de ser retirada de uno de ellos
MADRID
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Iniciar sesiónEn el año 1982, España se preparaba para un acontecimiento planetario: albergar el Mundial de Fútbol. Entre las varias sedes repartidas por toda la geografía nacional, Madrid era centro y foco de atención. No en vano, el centro internacional de prensa estaba situado en ... el Palacio de Congresos de la Castellana. Y a los organizadores y las autoridades del momento se les ocurrió que sería una feliz idea unir este espacio con el Estadio Santiago Bernabéu, situado enfrente.
Se trataba de evitarles a los periodistas tener que cruzar, por miles, al finalizar los partidos desde el Estadio al Palacio, para llegar cuanto antes a las instalaciones acondicionadas para su trabajo. Por eso, se propuso y se construyó una pasarela peatonal sobre el paseo de la Castellana, para que ni los semáforos inoportunos ni el tráfico obstaculizaran la labor de los medios.
El proyecto tuvo, como no podía ser de otro modo en España, su polémica incorporada. Comenzó a hablarse de esta pasarela en los años 80, y lo primero que desató las alarmas fue la posibilidad de que luciera publicidad, y se convirtiera en una especie de 'puente-anuncio', como la calificaba en un pleno municipal el entonces joven concejal de UCD José María Álvarez del Manzano.
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Para la construcción y montaje de la pasarela, se firmó un convenio entre el alcalde madrileño, Enrique Tierno Galván, y el presidente del Real Comité de los Mundiales, Raimundo Saporta. Se hicieron encuestas entre urbanistas, que en general lo consideraban un elemento «absurdo» y «un lujo» que no se podía permitir una ciudad como Madrid. Y sus defensores la justificaban: era necesaria para que los periodistas pasaran rápidamente desde el campo al centro de prensa, de manera que se evitara el follón que supondría toda esa gente cruzando de golpe.
Para hacerla aún más cómoda, se planteó durante un tiempo la posibilidad de dotarla de un tapiz rodante. Pero la idea se descartó porque la anchura de la pasarela sólo permitiría un carril, que tendría que ser reversible según el flujo de gente. Hacerla más ancha supondría duplicar su coste, algo que también se desechó.
En diciembre de 1981 comenzaron a instalarse los pilares de hierro que sirvieron de base a la pasarela. Luego se colocó, mediante grúas, la estructura metálica, de 150 metros de largo y 3,70 de ancho, y a 6 metros de la calle. Se tardaban 2 minutos en atravesarla a paso normal. Costó 60 millones de pesetas -360.000 euros-, pagadas al cincuenta por ciento por el Ayuntamiento y el Comité Organizador del Mundial. Tras el evento, la instalación se la quedaba el Ayuntamiento.
Fue inaugurada el 16 de enero de 1982. Y apenas dos meses después, tenía ya una amenaza legal sobre ella: la de Aníbal Ruiz Villar, propietario de los terrenos sobre los que se asentaba una de las bases de la pasarela, que anunciaba acciones legales porque, según recogían las crónicas de la época, no se había contado con su consentimiento para realizar esta obra. El tema llegó a los juzgados; hubo una actuación del Jurado Provincial de Expropiaciones, y un tira y afloja con las indemnizaciones.
Tal y como se había pactado previamente, una vez finalizado el Mundial 82 -del que muchos sólo recordamos al popular Naranjito, una canción que entonaban los chicos de la selección alemana -'Olé, España'- y el triunfo final de Italia-, la pasarela sobre la Castellana pasó a ser propiedad municipal. Y se hizo de ella un reparto salomónico: una parte de la estructura se trasladó a la autovía de Colmenar Viejo, y se situó dando acceso al Hospital Ramón y Cajal; precisamente este pasado fin de semana acaba de ser sustituida. La otra fue a parar a la carretera de Valencia, a la altura de Moratalaz.
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