Vivir en una corrala del siglo XXI

El Consistorio construye seis nuevos bloques con patio comunal y rehabilita 30 de estos edificios históricos en el centro

Vivir en una corrala del siglo XXI Isabel permuy

TATIANA G. RIVAS

19/03/2012
Actualizado a las 06:36h.

Patricia, de 28 años, tarda diez minutos a pie en ir a trabajar. Es dependienta en una zapatería de la Puerta del Sol. Antes de entrar al tajo hace la compra en cualquiera de los múltiples establecimientos que rodean a su edificio de la plaza del General Vara del Rey, 12, junto a Cascorro, en el Rastro. Ella y su novio, Luis, de 29 años, se sienten « privilegiados y afortunados. Tenemos todo al lado y en el centro », señalan. Esta pareja vive felizmente en esta corrala de nueva construcción que se entregó en diciembre de 2010 por parte de la Empresa Municipal del Suelo y la Vivienda (EMVS) del Ayuntamiento de Madrid.

«El trato humano no es el de antes»

Por su piso de menos de 40 metros cuadrados pagan una mensualidad de unos 400 euros. La vivienda está compuesta por un baño, una terraza y una habitación que hace de salón, cocina y dormitorio. Verdaderos encajes de bolillos realizan todos los días para que en su nido de amor les entre todo lo necesario. « Lo peor es la ropa —tienen un solo armario— . Y bueno, hay que estar recogiendo la cama todos los días —del mueble-cama—», apunta Patricia. Pero lo consiguen, hasta el punto de que en su refugio también viven una decena de pájaros y un conejo de campo. «Mi novio los cría y los vende», dice risueña la joven.

Lujosas vistas

Además de la ubicación, el punto fuerte de esta corrala son las lujosas vistas de su terraza soleada. La misma tiene unos ocho metros cuadrados y en su horizonte se dibujan cornisas caprichosas del sur de Madrid con orientación al distrito de Latina. «Alguna fiesta hemos hecho ya aquí con los amigos», revela.

Este edificio trata de unir tradición y modernidad. Cuenta con seis plantas, incluido el ático. Está formado por 22 viviendas de alquiler con opción a compra con plaza de garaje —a las que se accede a través de un montacoches— y trastero. Todos los adjudicatarios son menores de 35 años y abonan entre los 286 y 423 euros al mes.

El interior de esta corrala, que recuerda a una cárcel, cuenta con patio de 300 metros cuadrados. Está concebido como punto de encuentro y de comunicación para los vecinos, aunque aún está en desuso. «Lo que me da pena es que aún no tenemos relación con los vecinos. No es como en las corralas de antes. Somos todos jóvenes y no coincidimos apenas. Estoy deseando que nos juntemos en el patio y hagamos fiestas», dice ilusionada Patricia mientras destiende la ropa en un tendedero compartido.

El Ayuntamiento quiere proteger esta antigua construcción típica madrileña. Desde 1981 ha rehabilitado 30 históricas (calle Amparo, 62; Tribulete, 11; Sombrerete, 13; Embajadores, 46, y Provisiones, 14, entre otras) con una inversión de 23 millones de euros. Ha construido seis nuevos edificios dentro de la almendra central que aportan 160 viviendas . Los mismos se ubican, además del descrito, en Tetuán (Margaritas, 52 y Pamplona, 36), Arganzuela (Méndez Álvaro, 24 y Martín de Vargas, 4) y en Centro (Olmo, 21). Esta última recibió la «Distinción del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid» por su diseño y calidad constructiva. Se han iniciado promociones similares.

Cuatro euros el metro

Todas las corralas del siglo XXI están orientadas a jóvenes, con criterios de sostenibilidad y accesibilidad y, sobre todo, al alcance de todos los bolsillos. Dos son los objetivos prioritarios del Gobierno de la Ciudad con este tipo de promociones: facilitar a los jóvenes el acceso a la vivienda y revitalizar el centro urbano. El alquiler en las mismas cuesta cuatro euros el metro cuadrado por mes.

Todos los jóvenes interesados en vivir en edificios de este tipo deberán apuntarse a la Oficina de Vivienda del Ayuntamiento. La mayoría de las promociones que ofrecen las administraciones regionales y municipales destinadas al mercado del alquiler suelen tener opción a compra. Es decir, pasado un tiempo (unos siete años) el inquilino puede adquirir su casa y descontarse del precio final todo lo que ha ido aportando durante el alquiler.