LA UNA Y MEDIA
EL PODER DE LA ORACIÓN
JESÚS HIGUERAS
Jesucristo, a pesar que las multitudes le buscaban y admiraban, no perdía la ocasión de estar en espacios de soledad en los que encontrarse cara a cara con su Padre Dios, pues era plenamente consciente que la fuerza del hombre está en su vida de ... oración. Es ésta una realidad que a menudo se nos olvida, pues si nos desvinculamos del Creador nuestra humanidad se va debilitando hasta llegar a una extenuación interior que nos llena de ansiedad y nos agota. Decía Benedicto XVI que el hombre que reza «no tiene miedo, nunca está solo, se salva». Es una fórmula sencilla pero difícil, porque en nuestra sociedad se sigue dando más importancia al hacer que al ser y muchos somos víctimas de un ritmo frenético de vida que nos impide encontrar momentos para serenarnos y tomar el timón de nuestro destino. Hay muchos «métodos» de relajación que nos ayudan a descansar física o psíquicamente, pero todavía no se ha inventado ninguno tan bueno como la oración personal, en el que nuestra vida se ve confrontada con el amor de Dios y donde encontramos un amor incondicional ante el cual podemos descansar y recuperar fuerzas, pues ante Dios no tenemos que dar la talla ni demostrar nuestra valía personal: Él nos quiere tal y como somos ahora, hoy. Nada hay más descansado para el hombre que «nutrirse» del amor que le dio la vida y sacar de esta fuente la fortaleza y la serenidad que no podemos encontrar ni dentro de nosotros ni en el mundo. Pero seguimos sin dar importancia a este regalo que Dios nos hace diariamente. Él nos espera cada jornada para que tengamos un encuentro personal en el que contrastar nuestra vida, nuestras penas e ilusiones con Aquél que quiere nuestra felicidad más que nosotros mismos. Si oramos como lo hacía Jesús nada en la vida podrá superarnos, pues contaremos con su apoyo a todas horas.
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