Los «indignados» y su eterno «día de la marmota»
El método asambleario de toma de decisiones impide llegar a acuerdos concretos
Los «indignados» y su eterno «día de la marmota»
El debate en Sol está enrocado. Desde hace días la mayoría de los acampados quiere marcharse para poder dar alas al Movimiento 15-M fuera de la plaza madrileña. Ni la presión acumulada por los problemas sanitarios, de seguridad y de convivencia —que ellos mismos ... han denunciado durante todo este tiempo—, ni el descontento de comerciantes y de vecinos ha logrado cambiar nada sobre el futuro de la acampada. No hay consenso para reducir la ocupación del espacio público, ni mucho menos para levantar el campamento. Se han convertido en víctimas de su propio método: las asambleas populares.
En ellas se toman todas las decisiones concernientes al movimiento, pero no todas se llevan a cabo finalmente. Por ejemplo, se ha faltado a la voluntad de la mayoría en contadas ocasiones y los límites para salir de Sol se han estirado hasta la desesperación. Alguna comisión, de las más de veinte que existen, se encuentra al borde de la desesperación. Mientras que unas tratan de empatizar con el hartazgo de comerciantes y residentes, como las de sanidad o de infraestructura, otras echan más leña al fuego.
La comisión legal ha acusado a los comerciantes de faltar a la verdad en un comunicado emitido el jueves por asociaciones del ramo de Sol y alrededores, al afirmar que se estaban produciendo pérdidas. «Entendemos que la estética de la acampada puede no ser del gusto de todos; pero lo cierto es que tampoco es del gusto de un importantísimo sector de la población la estética y la ética de los grandes centros comerciales establecidos por imposición en el centro de nuestra ciudad», expresó dicha comisión en la asamblea general como respuesta a los comerciantes.
El sistema asambleario ha pasado de ser una solución a ser un problema. No se puede alcanzar un consenso si una sola persona genera un disenso, o lo que es lo mismo, si vota en contra de una propuesta que apoya la mayoría. Por eso durante las últimas tres noches no se ha logrado salir del debate de si se van o se quedan o si reducen o no el campamento. A ello se suma que durante una jornada normal se celebran de media unos veinticinco actos «oficiales» entre asambleas, subasambleas, comisiones, subcomisiones, grupos y subgrupos de trabajo, etc. Es decir que la burocratización ha desbordado a aquellos que implantaron un sistema supuestamente idílico y que ahora se ha vuelto en contra de sus propios intereses.
Pese a ir en contra del sistema político y social actual, su método ha incurrido en los mismos errores que denunciaron sobre él al principio de las protestas: un exceso de burocracia, acusaciones entre comisiones, división interna, un «bipartidismo» que se refleja en la batalla sobre quedarse o no en la puerta del Sol, cierto maniqueismo a la hora de definir los problemas que les afectan, un sentimiento de jerarquización creciente entre las clases de acampados que allí conviven —los que trabajan y los que no, los indigentes, los inmigrantes, etc.—. Incluso algunos, que protestan fervientemente contra la propiedad privada, se jactan de tener ahora un «chalé» en un espacio público como es la Puerta del Sol.
Decisiones revocables
Entre las curiosidades de las asambleas está el hecho de que las pocas decisiones que se alcancen —debido a la necesaria unanimidad que requieren—, pueden ser además revisadas e incluso revocadas. Para ello existe un lenguaje gestual con el que manifestar acuerdo, desacuerdo, desinterés o réplica directa. Pero lo cierto es que desde hace una semana no se debate sobre los principios políticos y sociales que el Movimiento 15-M pretende cambiar, sino sobre aspectos internos de la «microciudad de Sol».
Mientras tanto un grupo bastante numeroso de indignados lucha por salir de Sol frente a unos pocos que han encontrado un lugar donde pasarlo bien. Mientras que el sistema asambleario sobreviva «los Quechuas» —apodo con el que se refieren a la gente que duerme en las tiendas de campaña— seguirán bloqueando con sus brazos en forma de equis el desmantelamiento de Sol y por ende la supervivencia de un movimiento a día de hoy preso de sus principios.
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